Los Beatles: una guerra de egos
Música
Hace 50 años, Paul McCartney anunciaba su marcha del grupo. Así se había gestado el fin
La canción God, que John Lennon publicó en 1970, avanza repetitiva como una letanía. El artista nos dice que no cree en Jesús, ni en Kennedy, ni en Elvis... Hasta que llega al clímax devastador: tampoco cree en los Beatles. El sueño se ha acabado. Para seguir adelante, solo confía en sí mismo. Y en Yoko Ono, su esposa. Así, con esta letra brutalmente sincera, Lennon se despedía del grupo musical que le había encumbrado a la fama. ¿Qué había sucedido para que los “fabulosos cuatro” (fab four) se disolvieran en la cima de su popularidad?
La historia de los Beatles es de sobras conocida. Cuatro muchachos de Liverpool, John, Paul, George y Ringo, forman un cuarteto y comienzan haciendo versiones. Como Twist and Shout, que hicieron tan famosa que muchos creen escrita por ellos. Sin embargo, se dan cuenta de que por ese camino no van a ir muy lejos. Empiezan entonces a componer sus propias canciones, en la onda del rock de los cincuenta que tanto admiran, personificado en estrellas del estilo de Elvis Presley o Buddy Holly.
Sus primeros éxitos, como She Loves You o Love Me Do, poseen un aire fresco e ingenuo. Nadie hubiera imaginado entonces que aquellos jóvenes, en muy pocos años, iban a evolucionar hasta la complejidad formal de su álbum más vanguardista, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
A partir de este momento cumbre, todo a empezó a ir cuesta abajo. En 1967 murió el mánager del grupo, Brian Epstein, conocido como “el quinto Beatle”. Su desaparición se reveló desastrosa: faltaba el hombre que sabía mantener unidos a los cuatro músicos y limar sus diferencias.
Además, su ausencia obligó a John, Paul, George y Ringo a prestar atención a sus negocios, cosa que hasta entonces no habían hecho especialmente. Surgió así la raíz de futuras discordias. Años después, Lennon señalaría el fallecimiento de Epstein como el comienzo del fin: “Supe que ahí se acababa todo”.
Paul intentó asumir el liderazgo de los Beatles, con lo que provocó nuevos problemas. Los otros tres se sentían como si fueran actores secundarios. Por eso, en la toma de decisiones, acostumbraban a unirse contra él. Eso hacía que McCartney pensara que sus compañeros no tenían otro objetivo que fastidiarle.
La portada de su último disco, titulado, significativamente, Let It Be (Déjalo estar), capta este clima de distanciamiento: no aparece una imagen del grupo, sino fotos separadas de cada uno de los miembros. Una de las canciones del álbum, Two of us (Dos de nosotros) refleja de forma trasparente el creciente antagonismo entre Lennon y McCartney. Habla sobre dos viejos amigos que viajan “a ninguna parte”.
La vida cambia
La crisis de los cuatro de Liverpool obedecía a su lógico proceso de maduración personal. Todos en esos momentos tenían pareja. Para ellos, lo más importante era esa relación, no la de sus colegas. Se ha acusado a la japonesa Yoko Ono, la esposa de John, de ser la manzana de la discordia que habría enfrentado a los Beatles.
Es cierto que sus desencuentros con Paul y George eran habituales. Lennon se quejaría de que Harrison insultaba a Yoko a la cara y de que por eso estuvo a punto de pegarle. McCartney aseguraría que aquella artista de vanguardia le producía un efecto intimidante. En su presencia le parecía obligatorio escribir algo intelectual para sus canciones, cuando a lo mejor habría bastado con un “I love you”.
Lennon declararía más tarde que se vio obligado a escoger entre Yoko y los Beatles. Eligió a Yoko, y estaba seguro de que esa había sido la decisión correcta. El resto del mundo, en cambio, no se mostraba tan convencido.
El paso del tiempo serenaría los ánimos y permitiría deshacer el mito de la bruja japonesa. En Anthology, el libro en el que aparece la historia de los Beatles contada por ellos mismos, Ringo la exculpa por completo: “Yoko ha tenido que tragarse un montón de mierda, al igual que Linda [McCartney], pero la ruptura de los Beatles no fue culpa suya. Pasó que de repente teníamos 30 años, estábamos casados y habíamos cambiado. No podíamos seguir viviendo así”.
Jaula de grillos
Los Beatles se separaron, en parte, por la guerra de egos entre sus dos principales compositores, Lennon y McCartney. Los otros dos, George y Ringo, acostumbraban a mantener un perfil bajo. Pero Harrison iba mejorando mucho como compositor, con obras maestras como Something o Here Comes the Sun.
Su creciente protagonismo desafiaba la hegemonía indiscutida que habían ostentado sus compañeros. John y Paul, sin embargo, no estaban preparados para tratarle como a un igual. Por eso, llegó un momento en que el grupo se quedó pequeño para él, por lo que empezó a realizar proyectos en solitario.
Los demás tenían la misma impresión: los Beatles se habían convertido en una cárcel que les impedía crecer como músicos. Ya no existía un proyecto artístico común. Lennon prefería composiciones con un estilo directo, sin demasiados arreglos. McCartney, en cambio, disfrutaba añadiendo instrumentos de cuerda, pero llegó a la conclusión de que el grupo debía recuperar sus raíces como sencilla banda de rock.
Era ya, sin embargo, demasiado tarde. Lennon comunicó su voluntad de marcharse, los demás querían hacer lo mismo. Pasaron varios meses en que los Beatles estuvieron disueltos de hecho, pero nadie lo hizo público. Hasta que Paul dio la gran campanada y el 10 de abril de 1970 dijo que se iba.
El anuncio, por su carácter unilateral, irritó a los otros beatles, que pensaron que el gesto era un truco publicitario. McCartney, según ellos, solo buscaba promocionar su reciente álbum en solitario. Lennon replicaría que había sido él quien había puesto el punto final: “Yo formé el grupo y yo lo disolví. Así de sencillo”.
Para Paul, la separación tuvo un efecto devastador que lo colocó en un estado depresivo. Llegó a dudar de su propio talento. Después de tantos años junto a los Beatles, no sabía como continuar, por lo que se sumergió durante un tiempo en una espiral destructiva: “Me quedaba en casa, no me molestaba en afeitarme, bebía mucho”.
En medio de una crispación creciente, Paul y John se dedicaron palabras poco amables. El primero, en el tema Too Many People, responsabilizó a su antiguo compañero de la separación: “Tomaste tu golpe de suerte y lo partiste en dos”.
La respuesta de Lennon no se hizo de esperar y fue salvaje. En How Do You Sleep? (¿Qué tal duermes?), presentaba a su antiguo colega como un tonto vanidoso que se dejaba arrastrar por su corte de aduladores. Su música, en esos momentos, solo era basura. Mientras John interpretaba el tema, con estas y otras lindezas, George le acompañaba a la guitarra. Su presencia indicaba que estaba de acuerdo con todas las críticas.
Pasado un tiempo, Lennon quitó importancia a todos los exabruptos y aseguró que McCartney y él estaban en buenos términos. Ambos se reunieron en 1974 y llegaron a tocar juntos en una jam sesion que ningún estudio quiso comercializar por la mala calidad del sonido. Los fans, mientras tanto, seguían soñando con el regreso de sus ídolos.
El asesinato de Lennon, en 1980, hizo imposible el ansiado reencuentro. Los tres supervivientes, un año después, homenajearían a su antiguo amigo del All Those Years Ago, una canción de Harrison. Poco después, McCartney publicó Here Today, un recuerdo emocionado al compañero perdido.
Habría que esperar a la aparición del recopilatorio Anthology, en 1995, para poder escuchar a los Beatles al completo en canciones nuevas. A partir de las demos que había dejado John con Free as a Bird y Real Love, los demás añadieron voces e instrumentos. Los fab four, por fin, habían vuelto. Aunque tal vez, en cierto sentido, nunca llegaron a irse. La música del siglo XX cambió para siempre gracias a ellos. De ahí que los grupos que vinieron después se dedicaran una y otra vez a explotar su legado.