Los mandamientos para la guerra según Clausewitz
Un clásico en vigor
Desde la aparición de su tratado sobre la guerra, este teórico prusiano ha sido leído y comentado por Wellington, Lenin, Patton, Kissinger y hasta Colin Powell. ¿Por qué?
La derrota en 1806 del en otros tiempos invencible ejército prusiano ante los franceses en las batallas simultáneas de Jena y Auerstädt obligó al monarca Federico Guillermo III a aceptar la paz. Esta no solo implicaba la pérdida de la mitad de su reino, sino también la obligación de alinearse con Napoleón.
Entre los oficiales prusianos que habían caído prisioneros se hallaba Carl von Clausewitz, un joven militar de carrera. Nacido en Burg (Magdeburgo) en 1780, provenía de una familia de clase media baja posiblemente de origen polaco.
Como alumno de la Academia Militar Prusiana de Berlín, había sido el primero de su promoción, y se granjeó la amistad y tutela del general Gerhard von Scharnhorst, futuro renovador del ejército prusiano.
Tras regresar de su cautiverio en Francia, Clausewitz se casó con una joven de la nobleza, Marie von Brühl, y se convirtió en profesor de la academia en la que se había formado. Ejerció incluso como tutor militar del príncipe Federico Guillermo.
Sin embargo, era crítico con la política real de alianza con Francia, así que pidió la baja en el ejército prusiano y, con otros compañeros, ofreció sus servicios al zar Alejandro I para seguir luchando contra Napoleón. Bajo estandarte ruso y grado de teniente coronel, participaría en batallas como la de Borodino.
Tras trabajar para el zar, Prusia le miró con receló y no reconoció suficientemente sus méritos
El realineamiento prusiano tras la derrota del Gran Corso en Rusia le permitió la vuelta a su ejército nacional, aunque la Corona le miró con recelo y no reconoció suficientemente sus méritos. Aun así, fue ascendido a general y nombrado director de la Academia Militar Prusiana, donde comenzó a recoger por escrito sus ideas y experiencias.
Lo turbulento de los tiempos le llevó de nuevo al campo de batalla en el Estado Mayor de su amigo el mariscal August von Gneisenau, pero el cólera acabó con ambos en 1831.
Surge De la guerra
Marie, consciente del valor de los escritos de su marido y deseando reivindicarle, revisó y puso en orden las notas que había dejado y las dio a la imprenta. Al año siguiente vio la luz una de las obras que más han influido en la ciencia militar: De la guerra.
En puridad, solo el primero de los ocho libros de la obra estaba completo. Los demás se hallaban más o menos acabados, a excepción de los dos últimos, meros borradores. Pero Marie fue fiel a su memoria, y su edición se atiene al pensamiento del autor.
De la guerra es un tratado militar, pero también un ensayo moral sobre la razón y el devenir de la guerra y sobre la postura del soldado profesional ante ella. Es algo que se ha resumido a menudo con esta versión manipulada de una de sus frases: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”.
La cita real es más compleja: “La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios”.
Su visión global ha convertido su tratado en uno de los más estudiados hoy en escuelas militares y de negocios
Lo que Clausewitz intentaba decir es que el militar debe subordinarse a los designios del gobierno , y no al revés. Junto a este principio, su correcta interpretación de los cambios sociales emanados de la Revolución Francesa ha conferido al tratado una modernidad que ha facilitado su vigencia.
Es precisamente esta visión global, en unos tiempos de globalización, lo que ha convertido a De la guerra en uno de los tratados más estudiados hoy en día, no solo en las academias militares, sino también en diversas facultades y escuelas de negocios de todo el mundo.
Como analista militar, Clausewitz definió propuestas que mantienen su validez:
1 Delimitación de los objetivos finales
“No se inicia una guerra, o racionalmente no debería hacerse, sin preguntarse qué se pretende obtener mediante dicha confrontación y durante la misma. Lo primero es su alcance; lo segundo, su objetivo último”.
En resumen, no es lo mismo una guerra total que incluya al elemento civil y busque una rendición incondicional (Segunda Guerra Mundial) que una guerra limitada cuyo objetivo es restituir una situación precedente (Las Malvinas).
2 Planificación de la batalla
Toda campaña o batalla debe tener un plan que señale los objetivos militares, la asignación de recursos y la intensidad requerida. Deben conocerse también los efectivos y la disposición del enemigo. Tener un plan no asegura la victoria, pero no tenerlo conlleva la derrota.
3 Claves de un buen ataque
“Las circunstancias que llevan a la victoria en la batalla son la sorpresa, las ventajas con que se llega al lugar elegido para la operación y el ataque desde varios frentes”. En todo ataque hay que buscar la superioridad numérica y de fuego, al menos en el punto de contacto, con el fin de romper las líneas del enemigo y quebrantar su moral.
4 Contundencia en la acción
El objetivo principal de la batalla estriba en la destrucción del enemigo. De ahí la necesidad de ser contundentes, infligiendo el mayor daño posible en el menor espacio de tiempo. Toda pérdida de tiempo va en menoscabo de la potencialidad.
5 Defensa activa
“La defensa no puede concebirse sin reacciones ofensivas, ya que estas constituyen uno de sus elementos indispensables”. Aparentemente, el defensor lleva ventaja, pero la mera defensa es incompatible con la victoria. Si en algún momento la defensa resulta necesaria, debe considerarse como un paso previo al contraataque.
6 Flexibilidad operativa
Cuando dos ejércitos entran en combate, aparecen elementos no considerados o que se comportan de manera distinta a la planeada (lo que se denomina fricción). La batalla es algo dinámico, y los mandos deben saber adaptarse a las circunstancias. Además, contar con una reserva estratégica permite atender situaciones imprevistas y desequilibrar una lucha indecisa.
7 Moral de la tropa
Debe cuidarse la moral de victoria de la tropa; resulta un factor determinante. Un soldado bien equipado y alimentado se siente superior.
8 Límites de la acción
La victoria en la batalla no debe ofuscar. Todo mando ha de saber cuál es el límite de sus fuerzas y no ir más allá, a riesgo de perder lo ganado. En las guerras también hay que distinguir el avasallamiento de la destrucción. Dicho límite tiene que quedar ya claro en el momento de la planificación.
Este artículo se publicó en el número 590 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.