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El Editorial: ¿Causa o pretexto?

Cien años después del Tratado de Versalles, los estudios históricos matizan la directa conexión entre las condiciones del tratado y el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

El Editorial Tratado de Versalles

El Editorial Tratado de Versalles

La euforia reinaba en París los primeros días de verano de 1919. Poco que ver con el clima que se respiraba en el París de la Gran Guerra , aquella capital abatida por las consecuencias de un conflicto devastador, que estaba dejando al país sin jó­venes y sin recursos.

Tras la firma del armisticio, Francia brindó por la victoria aliada y se apresuró a reivindicar su protagonismo en las negociaciones de paz. Había sido la potencia más perjudicada. Además, arrastraba un agravio desde 1871, tras la derrota en la guerra franco-prusiana, que llevó implícita la pérdida de Alsacia y Lorena. Aquella humillación se vio acentuada al proclamarse el Segundo Imperio alemán en el salón de los Espejos del palacio de Versalles , simbólico escenario de la grandeur francesa.

Casi medio siglo después, el mismo salón sería testigo de otro hecho histórico: la firma del tra­tado que ponía fin de modo oficial a la Primera Guerra Mundial . Los aliados les impusieron unas condiciones basadas en el reordenamiento de su territorio, el desarme y las reparacio­nes de guerra.

Los alemanes consideraron el Tratado de Versalles como una condena moral.

Existía también lo que los alemanes consideraron una condena moral. Este argumento, convenientemente manipulado, sería utilizado por las fuerzas conservadoras como arma arrojadiza contra la propia República de Weimar, al acusar a sus dirigentes de “apuñalar por la espalda” a Alemania tras aceptar las imposiciones de Versalles. Un senti­miento exacerbado por los nazis, que situaron el acuerdo de 1919 como parte de una conspiración internacional destinada a “esclavizar” al pueblo alemán.

Cien años después, los estudios históricos matizan la directa conexión entre las condiciones del tratado y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Pese a los intentos del presidente estadounidense Woodrow Wilson de alcanzar el equilibrio y la estabilidad europea, los hechos se precipitaron. El resentimiento alemán era latente, pero el factor que decantó los acontecimien­tos fue la crisis de 1929. Sus consecuencias tuvieron especial repercusión en Alemania, tanto en el ámbito económico como en el político. La llegada del Tercer Reich y su agresiva política expansionista labrarían el camino para un nuevo conflicto bélico.

Este editorial se publicó en el número 615 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.