Teddy Roosevelt: un cowboy contra España
Dinámico y expansivo, Theodore Roosevelt convirtió su país en una gran potencia. Héroe de la guerra contra España, impuso la hegemonía norteamericana en América Latina.
Theodore Roosevelt se forjó un perfil político muy suyo, de rasgos a la vez progresistas y conservadores, anticipo de sus prácticas en las futuras responsabilidades. Por un lado, abogó continuamente por reformas dirigidas a mejorar las condiciones de vida de los más débiles. Por otro lado, se distinguió por sus ideas nacionalistas, armamentistas y expansionistas. En una palabra, imperialistas.
Roosevelt quería para Estados Unidos el control de la América ibérica, tanto de la colonial como de la emancipada, un primer paso hacia una hegemonía norteamericana del planeta. Y para ello promovió un conflicto con España.
La ocasión de materializar esta ambición se la proporcionó un oscuro incidente. En febrero de 1898 saltó por los aires el Maine, un acorazado estadounidense atracado en la bahía de La Habana. Los belicistas, entre ellos Roosevelt, hicieron correr el rumor de que tras la masacre de marines se hallaba España. En abril se declaraba formalmente la guerra entre la antigua potencia europea y la americana. El teatro de operaciones, una Cuba ansiosa de independencia.
Los Rough Riders
No contento con fomentar las hostilidades, Roosevelt convocó a los cowboys con los que había cabalgado por Dakota y formó una unidad montada, el I Regimiento Voluntario de Caballería. Gracias a la prensa, hábilmente manipulada por él y sus correligionarios, estas milicias ligeras adquirieron una fama enorme con el nombre de Rough Riders (rudos jinetes). A diario se leía en los hogares norteamericanos sobre sus proezas. Roosevelt era, por cierto, el firmante habitual de esas crónicas periodísticas, de un emocionante tono épico.
Cuando el contingente regresó a casa tras unos meses de escaramuzas debidamente maquilladas por escrito, la nación contaba con un nuevo héroe. El peculiar wéstern cubano de Theodore Roosevelt coronó un triple objetivo: demostró que a Estados Unidos le convenía salir de su aislamiento secular; consiguió que el país pusiera un pie en un estado de su entorno; y él personalmente se vio convertido en el centro de atención de la política nacional.
Era el hombre del día. No tardó en saludar a sus compatriotas como gobernador de Nueva York y, acto seguido, como candidato republicano a vicepresidente tras el cabeza de lista, William McKinley. La verdad es que este puesto subalterno no le gustaba. Era una encerrona de sus rivales en el partido, que lo preferían congelado en una magistratura quizá de más renombre pero de menos poder fáctico que la de gobernador. Sin embargo, la muerte repentina del candidato oficial republicano a vicepresidente no le dejó otra alternativa.
McKinley ganó, y con él, a regañadientes, Roosevelt. Corría marzo de 1901. Año nuevo, siglo nuevo y nuevo gobierno. Pero en este punto, el destino dio un vuelco a la situación. McKinley sufrió un atentado en septiembre. Dos balazos acabaron con su vida y empujaron a su segundo al frente de Estados Unidos. Fue así como Roosevelt, de 42 años, se erigió en el hombre más joven que haya accedido jamás a la Casa Blanca (Barack Obama llegó a la presidencia con 47).
Este texto se basa en un artículo publicado en el número 448 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.