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La inmortalidad de Hans Christian Andersen

El escritor danés recreó en sus célebres cuentos infantiles las frustraciones de su desdichada vida personal.

Estatua de Hans Christian Andersen junto al Patito feo en Nueva York. Foto: Wikimedia Commons / Ingfbruno / CC BY-SA 3.0.

La vida de Hans Christian Andersen patito feo

Como la Sirenita, protago­nista de uno de sus más famosos cuentos, Hans Christian Andersen an­siaba la inmortalidad. Habría preferido alcanzarla como ac­tor, cantante, autor dramático o novelista, pero lo hizo con centenar y me­dio de cuentos infantiles, como El soldadito de plomo (1838) y El patito feo (1843), que cumple 175 años. Su autor es considerado el artífice del cuento moderno.

De pequeño, Andersen no parecía predestinado a ser recordado. Su padre era un zapatero demasiado humilde para pertenecer al gremio, y Anne Marie, su madre, había crecido mendigando por las calles y se ganaba la vida como la­vandera.

Al igual que El patito feo, uno de los muchos alter ego que dejó en sus cuentos, el aspecto de Hans Christian –larguirucho, narigu­do y de modales afeminados– le val­dría el escarnio general desde cuando podía recordar.

Hans Christian Andersen escribió más de centenar y medio de cuentos infantiles.

TERCEROS

De niño, tanto su padre como su madre despertaron su imaginación. El zapatero, un enamorado de los libros, le leía las obras de teatro de Ludvig Holberg, el más popular de la época, y las historias de Las mil y una noches. Su madre, casi analfabeta, le proporcionó un amplio bagaje de historias populares.

Repasamos los principales episodios de la vida de Hans Christian Andersen:

1. Su padre murió cuando él tenía once años, por lo que tuvo que abandonar la escuela y ponerse a trabajar para ayudar a mantener a su familia.

2. En plena adolescencia, deci­dió marcharse de casa y probar suerte en el teatro. Andersen que­ría triunfar a lo grande y se presentó en el Teatro Real de Copenhague. Escribió obras de calidad dudosa y consiguió algunos papeles de figurante, pero fracasó como actor.

El Teatro Real de Copenhague. Foto: Wikimedia Commons / Axel Kuhlmann / CC BY-SA 2.0.

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3. Jonas Collin, uno de los directores del Teatro Real y asesor del rey Federico VI, le consiguió una beca pa­ra estudiar en el instituto de Slagelse y en la Universidad de Copenhague.

4. Sus poe­mas, obras de teatro y otros escritos le fueron haciendo sitio entre los intelectuales de la capital danesa. Pronto pudo viajar por Europa, lo que le sirvió para escribir interesantes libros de viajes. De esos desplazamientos na­cieron también muchas de sus historias.

5. En 1835 salió a la luz con éxito su primera novela, El improvisador. Ese mismo año empezó a publicar los cuentos para niños que le harían un escritor inmortal. Además, Andersen también se hizo popular entre los pe­queños por sus recortables de papel, elaborados diseños de muñecos con sus vestidos.

El bailarín Harald Scharff pudo haber sido uno de los amores insatisfechos de Andersen.

TERCEROS

6. Christian Andersen tuvo múltiples desamores. La cantante sueca Jenny Lind, a quien Andersen dedicó el cuento El ruiseñor (1843), re­chazó ser su pareja. Tampoco tuvo suerte con Riborg Voigt, la her­mana de un compañero de colegio que le inspiró la delicada bailarina de papel de El soldadito de plomo. Algunos biógrafos afirman que Andersen sufrió toda su vida por una homosexualidad no asu­mida. Edvar Collin, quien sucedió a su padre como mecenas del escritor, o el joven bailarín Harald Scharff serían al­gunos de los amores no satisfechos de Andersen. Hombres o mujeres, ni unos ni otros le correspondieron.

7. Hans Christian Andersen falleció en agosto de 1875 de un cáncer de hígado que venía arrastrando desde hacía algunos años. El escritor moría, pero sus cuentos ya eran clásicos de la literatura.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 448 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.