El reto de los hermanos Montgolfier
Los hermanos Montgolfier refutaron a las altas esferas de la ciencia lanzando con éxito un globo aerostático. Toda una revolución en la Francia prerrevolucionaria.
Ninguna iniciativa del hombre por surcar el aire puede tener éxito; solo un loco lo intentaría”. Esta fue la conclusión a la que llegó una comisión de la Academia de Ciencias de París, liderada por el físico Charles-Augustin de Coulomb, tras investigar las posibilidades de la navegación aérea, en 1780.
El sueño de volar recibía carpetazo académico. Un par de años después, dos hermanos se embarcaban en secreto en esa “locura”. Eran Joseph-Michel y Jacques-Étienne Montgolfier, hijos de un próspero y prolífico fabricante de papel de Annonay, en el sur de Lyon.
Pronto iban a revolucionar la aeronáutica. Estas son ocho curiosidades sobre el nacimiento de los globos aerostáticos:
1 Todo por una camisa
A los Montgolfier se les ocurrió emplear aire caliente para elevar un globo. Se cuenta que Jacques-Étienne descubrió las posibilidades de esta tecnología al observar cómo la camisa de su mujer se inflaba mientras se secaba sobre una estufa. El aire caliente era fácil de obtener, y podía almacenarse de forma temporal dentro de un receptáculo de papel o seda.
2 ¡Globo a la vista!
Los Montgolfier hicieron una demostración pública de su invención el 4 de junio de 1783 en las afueras de Annonay. Diseñaron un globo de lino forrado de papel, que llenaron con más de seiscientos metros cúbicos de aire caliente, mediante la quema de paja y lana húmeda en unos braseros. Fueron necesarios ocho hombres para sujetar el artilugio, de 11 metros de diámetro. Cuando lo soltaron, este ascendió con gran rapidez hasta los 1.800 metros de altura. Durante los casi diez minutos que permaneció en el cielo, se desplazó cerca de dos kilómetros.
3 Aire inflamable
El geólogo Barthélmy Faujas de Saint-Fond quiso construir un globo aerostático en París. Para ello encomendó el proyecto al físico Jacques Alexandre-César Charles, pero no sabía qué gas habían empleado los Montgolfier para elevar su invento. Así que optó por llenar su globo de “aire inflamable”, un gas mucho más ligero que el común. Descubierto por Henry Cavendish en 1766, no era otro que el hidrógeno, tal como se le conoce desde que Antoine Lavoisier acuñara el término a finales del siglo XVIII.
4 Un monstruo demoníaco
El globo de hidrógeno de Charles y los hermanos Robert, de 18 m de diámetro, se elevó novecientos metros y se desplazó casi veinticinco kilómetros hasta precipitarse cerca de Gonesse. Parcialmente desinflado, aquel objeto no identificado aterrorizó a los vecinos. Muchos creyeron que se trataba de una criatura maloliente y demoniaca caída del cielo. La gente se armó con cuchillos, horcas y piedras y atacó el artilugio hasta que se desplomó con un gemido. Tras este incidente, el gobierno emitió una nota asegurando que los globos eran totalmente inofensivos.
5 Los primeros aeronautas
El rey Luis XVI era un aficionado a las ciencias y los avances técnicos, así que exigió una demostración en Versalles. Se programó para el 19 de septiembre de 1783. Jacques Montgolfier trabajó codo a codo con su amigo Jean-Baptiste Réveillon, fabricante de papel, en el diseño de un globo de tafetán barnizado. En este modelo, el globo llevaba enganchado una canasta de mimbre. Montgolfier y Réveillon habían determinado depositar en ella una oveja, un pato y un gallo (este último, el símbolo nacional). Esos animales iban a ser los primeros aeronautas. Después de tres horas de inflado, el globo se elevó con su carga. Tras unos diez minutos de vuelo y tres kilómetros de recorrido, la montgolfière aterrizó con sus tripulantes a salvo.
6 Cuestión de agallas
Solo quedaba arriesgarse a volar en globo. Un ambicioso y carismático físico, Jean-François Pilâtre de Rozier, demostró tener la sangre fría necesaria para hacerlo. El 19 de octubre, junto con el marqués François Laurent d’Arlandes ascendió hasta los cien metros. Poco después realizaron otra vez la hazaña, esta vez delante de Luis XVI. Tras casi media hora de vuelo y cerca de diez kilómetros de trayecto, a una altura máxima cercana a los mil metros, aterrizaron en Butte-aux-Cailles (hoy un barrio de París). El primer vuelo tripulado por humanos fue un éxito.
7 Un gas mejor
El hidrógeno se impuso para impulsar los sucesivos aerostatos, pero su peligrosidad asociada (no era llamado “aire inflamable” en vano) motivó su sustitución por el helio a mediados del siglo XIX. Este gas inerte, el segundo elemento químico de la tabla periódica más ligero, es mucho más seguro, por su baja inflamabilidad. Todos los dirigibles lo emplean actualmente.
8 Como los conocemos hoy
El norteamericano Paul Edward Yost introdujo una serie de mejoras en los globos aerostáticos a finales de la década de 1950. Este apasionado de los aerostatos sustituyó el antiguo brasero por una bombona de gas propano, que permite recalentar el aire a demanda y realizar así vuelos más duraderos. También introdujo tejidos sintéticos, capaces de reducir la pérdida de gas, y dio al tradicional globo esférico un nuevo aspecto en forma de lágrima.
Este texto se basa en un artículo publicado en el número 556 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.