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Chernóbil en cifras

Fue el peor accidente nuclear de la historia. Su fatídico legado seguirá presente en el área durante los próximos 24.000 años.

Monumento y reactor 4 de la central de Chernóbil. Foto: Wikimedia Commons / Tiia Monto / CC BY-SA 3.0.

Qué pasó en Chernóbil

La columna de luz se alzaba majestuosa. Su fulgor iridiscente horadaba la oscuridad de la noche. Quienes pudieron verla y sobrevivieron reconocen que era de una belleza sobrecogedora. Es la madrugada del 26 de abril de 1986, y dos explosiones han hecho saltar por los aires la cubierta del cuarto reactor de la central atómica de Chernóbil, en Ucrania, lanzando a la atmósfera una oleada radiactiva millones de veces superior a la que cualquier ser vivo pueda soportar.

El siniestro se produce durante una prueba de seguridad. Se quiere medir el tiempo que tardarían los generadores en activarse para refrigerar el reactor en caso de corte en el suministro eléctrico. La prueba debería haberse realizado antes de que el reactor hubiera entrado en funcionamiento, en 1984, pero la prioridad de cumplir los plazos para su puesta en marcha dejó en segundo plano la seguridad.

A esa negligencia, que no es la única, se añade un cúmulo de errores humanos durante el simulacro. Todo lo que podía hacerse mal, se hace mal, y el resultado es el mayor accidente nuclear de la historia, cuyo nivel de emisiones dejaría las bombas de Hiroshima y Nagasaki en meros ejercicios pirotécnicos.

La ciudad de Pripyat antes del desastre nuclear. Foto: Wikimedia Commons / Reaper2112 / CC BY-SA 3.0.

TERCEROS

1 Altísimos niveles de radiación

La URSS no tenía un plan de contingencia para un desastre atómico, porque no imaginaba que pudiera suceder. Moscú envió una comisión para evaluar la situación y tomar las medidas oportunas, pero, a pesar de que las lecturas de radiactividad en la central indicaban que los niveles superaban en 600.000 veces lo normal, no tenía claro qué había sucedido ni cómo luchar contra ello.

2 La ciudad fantasma

La historia de Pripyat fue breve. Se fundó en 1970 para albergar a los trabajadores de la central nuclear, y fue abandonada el 27 de abril de 1986 en una evacuación modélica. No hubo pánico entre los 50.000 habitantes que subieron al millar de autobuses llegados de Kiev. En los días que siguieron se evacuó a un total de 135.000 personas de todas las poblaciones en un radio de 30 km en torno a la central. Se denominó zona de exclusión, del tamaño de Luxemburgo, coto de caza para los saqueadores. A finales de mayo, la cifra de evacuados superará el millón de personas.

Entrada a la zona de exclusión. Foto: Wikimedia Commons / Slawojar / CC BY-SA 3.0.

TERCEROS

3 Miles de héroes

Durante los meses que duró la campaña, la URSS movilizó a no menos de 600.000 liquidadores. Ese era el nombre que recibieron los soldados, obreros, mineros, bomberos y científicos que, en diferentes frentes, lucharon por contener la catástrofe y descontaminar la zona.

4 Las bajas

Aunque no haya cifras oficiales de bajas, se estima que, 30 años después del accidente, 60.000 personas habían muerto por causas derivadas de la radiación y otras 150.000 sufrían algún tipo de discapacidad.

Protesta en Ginebra contra las centrales nucleares recordando a los liquidadores de Chernóbil. Foto: WIkimedia Commons / MHM55 / CC BY-SA 4.0.

TERCEROS

5 Biorrobots

Al principio se envió a robots a retirar los escombros, pero la radiactividad pronto abrasó sus circuitos y hubo que pasar al plan B: los "biorrobots". Así se conocía sarcásticamente a los 3.500 liquidadores que limpiaron el tejado del reactor 3.

6 El peso de la protección

Como no había trajes especiales, se improvisaron. Todo era de plomo: delantal, gorro, plantillas. Las batas de goma también estaban impregnadas de plomo, y con el mismo material los liquidadores se hacían unos taparrabos que llevan sobre los pantalones.

Con una armadura de 30 kilos no era fácil seguir el recorrido que habían trazado los “gatos de Chernóbil”, los dosimetristas, la avanzadilla que periódicamente medía la radiactividad del tejado y determinaba los puntos a evitar por los liquidadores.

La ciudad abandonada de Pripyat con su famosa noria.

TERCEROS

7 Arena y plomo

El objetivo era extinguir el incendio del núcleo del reactor 4 y detener la emisión de material radiactivo a la atmósfera. Para la misión se reclutó a lo más granado de la aviación soviética: pilotos de helicóptero fogueados en Afganistán. Participaron 600 pilotos en la operación, que empezó el 27 de abril. Esa noche se realizó el primer vuelo, y hasta que se creyó apagado el fuego se lanzaron sobre el reactor más de cinco mil toneladas de arena, ácido bórico y plomo.

8 La devastación de Europa

El bombardeo de arena no consiguió apagar el incendio. Con el núcleo ardiendo, la presión sobre el suelo del reactor aumentaba. El peso añadido de la arena amenazaba con quebrar el hormigón en que descansaba. Si el suelo hubiera cedido y el magma incandescente del núcleo hubiera entrado en contacto con la masa de agua que inundaba el sótano, la reacción hubiera sido una explosión termonuclear que habría devastado Europa entera y la habría hecho inhabitable durante miles de años. Para evitarlo se pidieron candidatos para morir, y no faltaron los voluntarios, que, hasta el 8 de mayo, extrajeron más de veinte mil toneladas de agua radiactiva. El día 5, el reactor había dejado de arder y el riesgo de explosión se alejaba.

9 La lucha en el subsuelo

La pesada carga que soportaba el reactor siguió amenazando sus cimientos. En el subsuelo de la central había un acuífero que abastecía de agua a buena parte de Ucrania. Si el combustible se hubiera filtrado a la capa freática, el desastre habría sido irreparable. Para evitarlo debía construirse un túnel de 150 m para inyectar bajo el reactor el cemento necesario que apuntalara su estructura. Era la hora de los mineros. Se reclutó a 10.000 de las cuencas cercanas. Cavaron contra reloj y en 34 días concluyeron una obra prevista para tres meses. De los mineros reclutados, 3.500 no llegaron a los 40 años.

El sarcófago del reactor 4 de Chernóbil. Foto: Wikimedia Commons / Carl Montgomery / CC BY-SA 2.0.

TERCEROS

10 El sarcófago

La última ofensiva se concentró en el uranio y el plutonio que permanecían entre las ruinas del reactor. El riesgo de contaminación se combatió encerrándolo en un sarcófago que lo aislara del exterior. De junio a noviembre, 90.000 liquidadores emplearon 400.000 toneladas de hormigón y 7.000 de acero en construirlo. Aquella estructura gigantesca debía resistir los siguientes treinta años, a la espera de una solución para el combustible nuclear. En 2010 se inició la construcción de un nuevo sarcófago, que contiene al original y que está previsto que resista 100 años. Los trabajos concluirán en algún momento de 2018.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 577 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.