La odisea de la Dama de Elche
El 4 de agosto de 1897, unos jornaleros encontraban en La Alcudia, en Elche, una escultura que pronto se convertiría en uno de los principales símbolos del patrimonio artístico español: la Dama de Elche.
4 de agosto de 1897. La Alcudia, término de Elche, Alicante. Un grupo de jornaleros está realizando trabajos agrícolas en un terreno propiedad del doctor Manuel Campello Antón. A media mañana, el hijo de uno de ellos, Manuel Campello Esclápez, golpea el azadón contra una piedra. Al ir a sacarla se da cuenta de que no es un simple pedrusco, sino una figura con forma de busto de mujer. De esta manera fortuita, “Manolico”, como era conocido en el pueblo, acababa de descubrir una de las piezas clave de la cultura ibérica y uno de los iconos más emblemáticos de la arqueología española.
La que más adelante sería conocida como Dama de Elche fue encontrada en una zona poblada desde la prehistoria y conocida en época romana como Iulia Illici Augusta. La Dama se encontró en un estrato de época romana, anexa a la antigua muralla de la ciudad y oculta en un escondrijo hecho con losas de piedra. Posiblemente debió de ser escondida para librarla de algún peligro, quizá relacionado con la dominación púnica.
Su buen estado de conservación llevó a algunos investigadores incluso a especular con que era una falsificación moderna.
A pesar de que, atendiendo a criterios técnicos y estilísticos, parecía evidente que la pieza pertenecía a finales del siglo V y principios del IV a. C., el contexto arqueológico en el que se halló (una ciudad romana), su singularidad dentro del arte ibérico, la extraordinaria calidad de su labra y su buen estado de conservación llevó a algunos investigadores a datarla en fecha posterior, en época romana, e incluso a especular con que era una falsificación moderna. Un análisis de su policromía en 2005 demostró la autenticidad de la escultura, al revelar la antigüedad de los pigmentos que en origen cubrían toda la figura.
La escultura es un busto femenino de 65 kg de peso y 56 cm de altura tallado en piedra caliza. Está ricamente ornamentado, salvo en la parte posterior, donde posee una tosca cavidad semiesférica. Las hipótesis sobre la función de esta han sido varias: relicario, caja de resonancia, soporte para poderla colgar... Hoy siguen existiendo dudas acerca de su estructura. ¿Fue siempre un busto, como la vemos ahora, o era una estatua de cuerpo entero, como la Dama de Baza? Tampoco se sabe nada sobre a quién representaba. ¿Era el rostro idealizado a la manera griega de una divinidad? ¿O era el retrato, idealizado o no, de la mujer a quien habrían pertenecido tal vez unas cenizas que pudo contener: una sacerdotisa, una dama de la aristocracia o una novia ricamente ataviada?
Exhibida en un balcón
Una vez desenterrada la escultura, los jornaleros le comunicaron el hallazgo al doctor Manuel Campello, propietario de los terrenos donde trabajaban. Este mandó trasladarla hasta su casa de Elche. Al principio la colocó en el salón, pero ante los requerimientos del vecindario acabó por exponerla en el balcón para que todos pudieran verla. El médico informó del descubrimiento al tío de su mujer, el arqueólogo, cronista y archivero municipal Pedro Ibarra Ruiz. Este fotografió la escultura, redactó un primer documento y difundió la noticia a la prensa. También hizo partícipe del descubrimiento a su colega el arqueólogo y profesor de la Universidad de Burdeos Pierre Paris.
Según dejó escrito el propio Paris, en cuanto vio la escultura en casa del médico envió una solicitud de compra al Louvre acompañada por una fotografía de la pieza. Al poco tiempo recibió un telegrama con la siguiente frase: “Ofrezca de enero a abril”. Es decir, de 1.000 a 4.000 francos. El 18 de agosto de 1897, solo dos semanas después de su descubrimiento, la Dama de Elche pasó a ser propiedad del Louvre. La venta de la escultura provocó en los círculos académicos una gran indignación.
A finales de diciembre, la escultura, bautizada ya oficialmente tal como la conocemos, fue expuesta por primera vez en el Louvre. Pronto se convirtió en una pieza admirada, sobre todo por los viajeros románticos y estudiosos franceses, cautivados por ese misterioso arte ibérico. Mientras, el valor sentimental de la Dama de Elche no dejó de crecer en España durante los cuatro decenios en los que estuvo fuera del país. Tampoco las reivindicaciones para que regresara. En 1935 se dieron los primeros pasos para dicho regreso. Sin embargo, la Guerra Civil lo paralizó todo. Hasta que el 18 de junio de 1940, cuatro días después de que las tropas alemanas entraran en París, el alcalde de Alicante envió un telegrama al Ministerio de Gobernación sugiriendo que habría que aprovechar las “trascendentales circunstancias históricas” para recuperar la Dama de Elche.
¿Por qué aceptó Francia un intercambio tan desigual?
El 12 de octubre llegaba a París una delegación española para reunirse con el director del Louvre. Entre ellos estaba el pintor José María Sert, pieza clave en esta negociación. La delegación puso sobre la mesa una petición. Solicitaba la devolución por parte del Estado francés de una serie de obras de arte de gran valor histórico y sentimental para España. El lote incluía la Inmaculada Concepción (1678) de Murillo; las coronas votivas visigodas del tesoro de Guarrazar; una selección de esculturas ibéricas prerromanas; y, por supuesto, la ansiada Dama de Elche, que en esos momentos se encontraba protegida en el castillo de Montauban (Toulouse), en la zona no ocupada. Aparte, esperaban “que también fueran restituidos los archivos de Simancas que se llevó Napoleón como botín de guerra".
Sorprendentemente, Francia aceptó. En junio de 1941 se firmó el acuerdo entre los dos países. ¿Cómo fue posible que accediera a un intercambio tan desigual? La explicación hay que buscarla en la coyuntura política favorable a España que se daba en ese momento entre los dos países. A finales de 1940, cuando se realiza la petición, el mariscal Pétain teme que Franco acabe entrando en guerra del lado alemán. Por esa época, el régimen franquista no ocultaba sus simpatías por las fuerzas del Eje. El gobierno de Vichy, consciente de la amenaza que supondría para sus colonias del norte de África un cambio de postura de España, se vio impelido a estrechar lazos diplomáticos con Franco.
La Dama de Elche llegó a España el 8 de febrero de 1941. Unos meses después, el 27 de junio, se instaló en el Museo del Prado con gran pompa y seguimiento por parte de la prensa. Su regreso fue celebrado como un gran triunfo por la dictadura franquista. El busto permaneció en la pinacoteca hasta 1971, cuando fue trasladada a su actual ubicación, el Museo Arqueológico Nacional. Abandonó dos veces Madrid para ser llevada a su lugar de origen. La primera, en 1965, con motivo del séptimo centenario del Misterio de Elche; la segunda, en 2006, cuando permaneció expuesta durante seis meses en el recién inaugurado Museo Arqueológico y de Historia de Elche. El regreso definitivo de la Dama a Elche es una vieja aspiración de la ciudad levantina.
Este texto se basa en un artículo publicado en el Número Especial 11 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com .