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Poblet: panteón de reyes

Un grupo de monjes cistercienses iniciaba en el siglo XII la construcción del Real Monasterio de Santa María de Poblet. Hoy es Patrimonio de la Humanidad.

El monasterio de Poblet fue el panteón real desde tiempos de Pedro IV el Ceremonioso. Foto: Vía Flickr.

El monasterio de Poblet

El Cister fue el gran artífice de la reforma religiosa del siglo XII. La orden religiosa mantuvo una estrecha relación con la autoridad civil, puesto que sirvió de instrumento para la reafirmación de las monarquías europeas, aún enfrentadas con el poder musulmán. Erigir un castillo y fundar un monasterio garantizaba la posesión y explotación de unas tierras recién arrebatadas al enemigo. De esta forma, fortalezas y monacatos aseguraron, por una parte, la firmeza de la conquista y, por otra, el afianzamiento de la cristiandad en el territorio. Ese fue el caso de la implantación del Cister en Cataluña.

Tras la conquista de Tortosa y Lérida a mediados del siglo XII, el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, creyó necesario reforzar la frontera sur de los condados catalanes. Decidió entonces repartir tierras a la orden del Temple y ofrecer la posibilidad de establecerse en Tarragona, concretamente en la comarca de la Conca de Barberà, a los pies de las montañas de Prades.

Estatua de Ramón Berenguer IV.

TERCEROS

Era una zona privilegiada que reunía todas las condiciones habituales de los enclaves cistercienses: estaba aislada de los grandes núcleos de población, el río Francolí y otros pequeños afluentes le proporcionaban agua en abundancia y disponía de un amplio territorio para el cultivo. Un pequeño grupo de doce monjes llegados en 1150 de más allá de los Pirineos se instaló en lo que acabaría siendo uno de los más importantes monasterios de la Corona de Aragón.

El monasterio en sí tenía todo lo necesario para subsistir sin depender del exterior. La expansión de la autoridad del cenobio fue tal que llegó a tener filiales por toda la Corona de Aragón. De Poblet dependían, entre otros, el monasterio de Piedra en Aragón, el de Benifasar en Castellón, el de Santa María la Real en Mallorca, el Priorato de San Vicente en Valencia y el de Nazaret en Barcelona. Además, Poblet ejercía su jurisdicción sobre siete baronías, poseía los castillos de Verdú y Menargues (Lleida) y disfrutaba del derecho de pastoreo en las tierras reales, de las rentas de las salinas de Cardona y de las pesquerías de Empúries.

Los monarcas de la casa de Austria no dispensaron a Poblet la misma consideración que sus antepasados. Lo visitaron en contadas ocasiones, y el monasterio perdió la condición de panteón real a favor de la Capilla Real de Granada, primero, y El Escorial, después. Otro tanto sucedió con la dinastía Borbón.

Durante siglos, el complejo languideció, hasta que en el siglo XX se iniciaron las tareas de restauración. Estos son algunos de los edificios más importantes del conjunto de Poblet, hoy Patrimonio de la Humanidad:

Puerta de Prades

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Por entonces, a pesar de que iba a seguir reformándose hasta el siglo XVIII, ya se podían apreciar en el monasterio los tres recintos hoy existentes. Al primero se llega por la llamada puerta de Prades, erigida en el XVI. En él se hallaban las viviendas de los labradores y los legos y vivían los obreros con sus familias. Foto: Wikimedia Commons / Sergi Esteve / CC BY-SA 3.0.

Puerta dorada

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Al segundo recinto se accedía por la puerta Dorada, un nombre que se le otorgó en recuerdo de la estancia de Felipe II en 1564, cuando se recubrió de placas de bronce en su honor. De hecho, la puerta había sido construida para otros soberanos, los Reyes Católicos. Por ello coronan la puerta los blasones de las Coronas de Aragón, Sicilia y Castilla.

Capilla de San Jorge

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Junto a la puerta Dorada persiste la memoria de otro rey, Alfonso V el Magnánimo (en la imagen), que mandó construir la capilla de San Jorge, gótica de planta cuadrada, para agradecer la victoria obtenida en la conquista de Nápoles en 1442.

Puerta Real

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Junto a la entrada a la iglesia se encuentra la Puerta Real. Por esta, una construcción militar del siglo XIV cobijada por dos robustas torres, se accede al último recinto, en el que se hallan las dependencias monacales propiamente dichas. Lo protege una muralla de 608 metros de longitud, 11 de altura y dos de espesor. Foto: Vía Flickr.

La iglesia

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Tras cruzar la puerta Dorada, una enorme plaza Mayor con una gran cruz en piedra del siglo XVI sirve de antesala a un segundo recinto, presidido por la iglesia del monasterio. La puerta barroca de la iglesia da paso a una nave que es una mezcla de los estilos románico y gótico.

Retablo de alabastro

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El monasterio todavía conoció momentos de gran esplendor durante el Renacimiento, cuando, por ejemplo, el abad Pere Caixal encargó al escultor Damià Forment el colosal retablo de alabastro de la capilla mayor. Fue tal el coste que, a petición de los monjes, provocó la defenestración de Caixal y su ingreso en la prisión de Xàtiva, en Valencia, donde murió en 1534. Foto: Wikimedia Commons / Lourdes Cardenal / CC BY-SA 3.0.

Palacio de Martín el Humano

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Tras la muralla se hallan las bodegas, los lagares, las cámaras reales y las escaleras en piedra que conducen al palacio del rey Martín el Humano (en la imagen), erigido a principios del siglo XV. Considerado una de las joyas del Gótico civil en Cataluña, el palacio respondió a la dirección del maestro de obras Arnau Bargués, autor también de la fachada gótica del ayuntamiento de Barcelona.

Claustro y lavatorio

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La trascendencia de Poblet queda perfectamente reflejada en su envergadura arquitectónica. Numerosas donaciones y testamentos de nobles de la zona permitieron que el monasterio se ampliara desde que se concluyó la iglesia hasta su máximo esplendor en el siglo XIV. Fue entonces cuando se llevó a cabo la construcción de la bodega y el dormitorio de monjes y cuando se remató, al norte de la iglesia, el claustro iniciado en el XII. A él se abren la sala capitular, el refectorio, la antigua cocina y el templete que alberga el lavatorio. Foto: Vía Flickr.

Panteón Real

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En 1340, Pedro IV el Ceremonioso nombró al monasterio panteón real “para custodia de las osamentas de los más gloriosos reyes que jamás fueron de la Casa de Aragón”. El nombramiento venía aparejado a la posibilidad de dar albergue a los restos mortales de algunas de las más nobles casas de Aragón y Cataluña, como las familias Urgell, Argensola, Cervera, Cardona, Puigvert, Queralt o Boixadors. Foto: Wikimedia Commons / José Luis Filpo Cabana / CC BY-SA 3.0.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 555 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com .