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¿En qué fue grande Justiniano I el Grande?

Imperio bizantino

Recuperó los antiguos dominios del Imperio romano y modernizó la ley y el fisco. Pero el gasto arquitectónico, la corrupción interna y la pobreza de los pueblos conquistados limitarían mucho sus resultados

El emperador Justiniano (en el centro) y su séquito. Foto: Wikimedia Commons / Roger Culos / CC BY-SA 3.0.

El emperador bizantino Justiniano

El Imperio bizantino le sobrevivió casi 900 años, pero aun así el nombre de Bizancio aparece irre­mediablemente ligado al de Jus­tiniano I el Grande, el emperador que, con la mirada puesta en Occidente, acertó a llevar el esplendor a Oriente y convertirlo en el siglo VI en un ejemplo de prosperidad.

Nacido en 482 en Tauresium, Iliria, en la península balcánica, Justinia­no llegó a gobernar Bizancio gracias a la ambición de su tío, que se proclamó emperador con el apoyo del ejército y lo nombró heredero. Al ser coronado, en 527, Justiniano tenía como objetivo restaurar la gloria del Imperio romano. Su política vino marcada por un intenso programa de mejoras sociales muy transgresoras, guiado por la inteligencia de su esposa y principal consejera, Teodora de Bizancio.

La mayor aportación del reinado de Justiniano al Imperio y a la historia de la jurisprudencia fue la codificación completa del derecho romano

La mayoría de las reformas formaron parte del compendio de nuevas leyes que Justiniano fue promulgando durante su mandato, recogidas bajo el epígrafe de Novellae Constitutiones, o Nuevas Leyes. La apor­tación se suma a la que probablemente sea la mejor contribución de Justiniano al Imperio y a la historia de la jurisprudencia: la recodificación completa del derecho romano. La tarea se encargó al jurista Triboniano para que recopilara el pasado y el presente del derecho romano, lo que equivalía a suprimir repeticiones y contradicciones y asegurarse de que no había nada incompatible con la enseñan­za cristiana.

El hipódromo de Constantinopla fue el foco de la rebelión de la Niká.

TERCEROS

El primer hito fue codificar todas las cons­titutiones imperiales que aún eran válidas, es decir, los decretos de los emperadores y sus respuestas a cuestiones legales, y crear el Codex (código), que se convertiría en la ley suprema para todos los tribunales bizantinos. Se codificó además el trabajo de los juristas anteriores, lo que supuso consultar más de 2.000 libros. La tarea daría lugar a la publicación del Digesto, o Pandectas, que cuenta con siete partes o cincuenta libros, a la que se sumaría una obra elemental para la instrucción de prin­cipiantes en los estudios de leyes: las Ins­titutiones, divididas en cuatro libros. Todas las obras legales de Justiniano formaron el Corpus Iuris Civilis (Derecho civil com­pleto).

Convencido como estaba de la necesidad de lograr unidad en lo político, lo religio­so y también lo jurídico, Justiniano se dejó asesorar no solo por Teodora, sino también por los mejores y más acreditados expertos en materia de guerra, economía y leyes.

El emperador Justiniano (izqda.) ofrece a la Virgen la iglesia de Santa Sofía.

TERCEROS

Los años dorados

Además, Justiniano abordó ambiciosos proyectos para dotar de esplendor y reputación a su gobierno. Pero el presupuesto no era infinito, ni sus colaboradores tan honrados como cabía esperar. Por una parte, Justiniano había moderni­zado el sistema de recaudación de impuestos, había reducido el poder de los altos cargos provinciales y frenado la corrupción, pro­hibiendo, entre otras cosas, la compra de cargos públicos. Pero, por la otra, los costes de sus proyectos y campañas iban en aumen­to, por lo que el pueblo se sentía cada vez más exprimido.

Las facciones de Constantinopla protagonizaron el levantamiento de la Niká, que casi cuesta la corona al emperador

El descontento finalmente estalló cinco años después de la llegada al trono. Las facciones de Constantinopla protagonizaron un levantamiento, la Niká (vencer), que casi costó la corona a Justiniano. Logró mantenerse en el poder a costa de una sangrienta represión que dejó más de 30.000 cadáveres y una ciudad en ruinas que durante cinco días fue pasto de las llamas.

La tranquilidad regresó al imperio tras la Niká. El emperador Justiniano lo uti­lizó a su favor para iniciar magníficas reconstrucciones con las que afianzar su política de edificación, embellecer su im­perio y demostrar a sus súbditos la gran­deza de su soberano. Su obra más significativa fue iglesia de Santa Sofía, que convertiría en el edificio religioso más grande del mundo cristiano y en el ejemplo más eminente de la edad de oro del arte y la arquitectura bizantinos.

La iglesia de Santa Sofía (Hagia Sophia) fue la mayor obra arquitectónica de Justiniano. Foto: Vía Wikimedia Commons.

TERCEROS

Un duro revés

La era de Justiniano fue la época de mayor esplendor de Bizancio. Con él se fueron sumando territorios al Imperio y la cuen­ca del Mediterráneo volvió a ser romana. Bizancio alcanzaba así su cenit y se con­vertía en un emporio comercial de primer orden. Pero no iba a durar para siempre.

En la segunda etapa del reinado de Justiniano, el emperador había perdido la fuerza y el coraje para dirigir un imperio que iba a la deriva

Después de la muerte de Teodora, en 548, Justiniano siguió reinando 17 años más. No obstante, lo hizo sin la fuerza y el coraje suficientes para encauzar un gobierno que empezaba a ir a la deriva. Aunque se negó persistentemente a delegar su autoridad, no poseía ni la capacidad ni las ganas de ejercerla.

En aquellos momentos, el Imperio era po­co más que un espejismo del que levantó durante sus primeros veinte años de rei­nado. Justiniano sabía que había termina­do una época y, a sus más de ochenta años, no estaba dispuesto a hacer nada para cambiarlo. En 565, acompañado por su sobrino y he­redero Justino, moría el más célebre de los emperadores de Bizancio.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 486 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.

Teodora de Bizancio

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La esposa y principal consejera del emperador. Su pasado como prostituta no impidió que Justiniano la tomara como esposa. Era una mujer inteligente, enérgica e ingeniosa. Justiniano, guiado por Teodora, inició el programa de reformas sociales.

Belisario

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El mejor militar con el que contó Justiniano para su proyecto de restaurar el antiguo Imperio romano. Bajo las órdenes de este general, parte del norte de África, ocupado por los vándalos, e Italia, en manos ostrogodas, regresaron al control de Bizancio.

Narsés

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Fue otro gran militar a las órdenes de Justiniano. Era un eunuco de origen armenio que desempeñó un papel fundamental en la represión de la Niká y en las conquistas bizantinas de Italia.

Juan de Capadocia

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Este prefecto pretoriano de Capadocia (en la imagen, la muralla de Cesarea, lugar en el que supuestamente nació) se hizo cargo de la recaudación de impuestos por orden del emperador. Acometió una intensa reforma del sistema fiscal para que Justiniano llevara a cabo sus proyectos expansionistas. Foto: Vía Flickr.

Triboniano

TERCEROS

Era un dis­tinguido jurista que el emperador encumbró al rango de cuestor de palacio, el cargo más elevado de la justicia en el gobierno. Su misión fue dirigir la com­pilación justinianea que daría lugar el Código de Justiniano.