El sonido estridente de los silbatos y los golpes contra las tapas de los cubos de basura en las calles del Belfast occidental anunciaron la muerte de Bobby Sands en las primeras horas de la madrugada del 5 de mayo de 1981 en la cárcel de Maze, tras 66 días de huelga de hambre reclamando un estatus especial para los presos republicanos. Mientras la zona protestante de la ciudad mantuvo una expectante calma tensa, los barrios católicos ardieron de rabia e indignación. Decenas de jóvenes construyeron barricadas, quemaron oficinas bancarias y lanzaron cientos de cocteles Molotov y bombas de ácido, preparados durante los días anteriores, contra vehículos y tropas del ejército británico.
Robert Sands, 27 años, miembro del parlamento británico por el distrito de Fermanagh-South Tyrone desde hacía menos de un mes, había liderado la protesta de los presos del IRA en la prisión de Maze desde marzo. Su elección como diputado le había dado notoriedad internacional y la huelga de hambre se convirtió en un éxito de relaciones públicas para el movimiento republicano. Hubo intensos esfuerzos de mediación, especialmente de miembros de la Iglesia católica, para encontrar una solución negociada. Un enviado especial de Juan Pablo II visitó al huelguista durante una hora en su habitación del hospital de la prisión una semana antes de su óbito. Le entregó un crucifijo facilitado por el Papa. Pero Sands, al igual que el gobierno británico, se mantuvo firme en sus convicciones y rechazó todas las peticiones para que abandonara la huelga. Su estado físico se había deteriorado hasta tal punto que pasó los últimos días en un colchón de agua para evitar que sus frágiles huesos se rompieran. Sus últimas 48 horas de vida las paso en estado de coma, rodeado de sus familiares más directos. Su madre confesó que su hijo le había pedido que no solicitase en ningún caso la intervención de los médicos.
La huelga de hambre era una vieja tradición irlandesa, que data del siglo VIII. En aquellos tiempos, los irlandeses que tenían motivos de queja contra alguna persona de alto rango solían instalarse ante la puerta de la casa de su ofensor hasta que se solucionaba la disputa. La tradición fue reconvertida en protesta política por Thomas Ashe, uno de los líderes de la Insurrección de Pascua de 1916, que tras la derrota de los rebeldes fue encarcelado en Dublín y dejó de comer para conseguir que el y otros nacionalistas fueran tratados como prisioneros de guerra. Murió cinco días después de recibir alimentación forzosa.
Aunque el más famoso huelguista de hambre fue Terence McSwiney, alcalde rebelde de Cork, que murió en la cárcel londinense de Brixton el 25 de octubre de 1920 después de un ayuno de 74 días. Desde entonces, otros siete nacionalistas irlandeses murieron en diferentes protestas. Pese a ello, no fue hasta principios de los años 70 cuando esta arma de lucha saltó a las páginas de los periódicos. Fue en 1972, cuando una huelga de hambre masiva de presos del IRA en la cárcel de Long Kesh, cerca de Belfast, consiguió que el gobierno conservador de Edward Heath concediera a los provos (como eran conocidos los miembros del IRA provisional) un estatus especial, que les permitía vestir su propia ropa, no hacer trabajo penitenciario, derecho a libre asociación en sus celdas, derechos de educación y reducciones de pena.
Este estatus especial fue derogado el 1 de marzo de 1976 por el premier laborista Harold Wilson. Por esa razón, Bobby Sands y el resto de presos de Maze eligieron el 1 de marzo para comenzar su huelga de hambre. En principio, la dirección del IRA no estaba a favor de la acción, pero los presos fueron inflexibles (ya había fracasado un intento similar meses antes) y tuvo que apoyarles. La huelga fue cuidadosamente planeada. Los prisioneros seleccionados para irse incorporando escalonadamente eran originarios de diferentes localidades de Irlanda del Norte, lo que garantizaba la extensión y el apoyo de todas las comunidades católicas. Los presos comenzaron sus ayunos escalonadamente para asegurar que cuando muriera uno, otro estaría ya en estado de avanzado deterioro físico que mantendría la atención de la prensa y el conflicto en las calles.
Sands cumplía una condena de 14 años de prisión por tenencia ilícita de armas, aunque buena parte de su vida adulta la había pasado encarcelado. Era el jefe de los provos en Maze y fue el primero en dejar de tomar alimentos y amenazar con dejarse morir si no se les devolvía el estatus especial. Seguramente su ayuno no hubiera trascendido más allá de Belfast y las prisiones si no hubiera sido por la muerte repentina de Frank Maguire, un diputado católico que representaba el distrito de Fermanagh-South Tyrone en el parlamento de Westminster. La oportunidad política no fue desaprovechada por la dirección republicana, que pactó con el moderado partido católico del SDPL para que no presentase un candidato alternativo a Sands.
La campaña y la estrecha victoria en las elecciones parciales catapultó a la fama internacional al preso republicano y presionó a la líder conservadora Margareth Thatcher para llegar a un acuerdo y no permitir que un miembro de los Comunes falleciera en la cárcel. Pero Thatcher, fiel a su carácter de dama de hierro, aceptó el desafío y se mantuvo firme. Al día siguiente de la muerte de Sands, el 10 de Downing Street emitió un comunicado que no dejaba dudas al resto de huelguistas: “ El señor Sands era un criminal convicto, que optó por quitarse la vida. Fue una elección que su organización no dio a muchas de sus víctimas”.
Al funeral de Sands, bajo la liturgia de las armas del IRA, acudió una gran multitud. Al día siguiente, Joe McDonnell tomó su lugar en la huelga (falleció el 8 de julio). El 12 de mayo, murió el segundo huelguista de hambre, Francis Hughes, y así otros ocho miembros del IRA hasta el 20 de agosto, cuando falleció el último, Michael Devine, miembro fundador de la INLA (Ejército Irlandés de Liberación Nacional). Fueron meses de gran tensión entre católicos y protestantes y de enfrentamientos con la policía y el ejército. Murieron violentamente más de 60 personas, entre civiles, policías y soldados.
Finalmente, algunas familias obligaron a sus presos a renunciar, permitiendo que los médicos del hospital penitenciario los alimentasen por vía intravenosa. La huelga de hambre terminó oficialmente el 3 de octubre, unos días después se aplicaron algunas pequeñas demandas de los huelguistas. Pero sin duda, la muerte de los 10 presos marcó el comienzo de un largo y lento proceso de politización de los republicanos, hasta entonces exclusivamente centrados en la lucha armada. En junio, los republicanos presentaron nueve candidatos al parlamento irlandés y obtuvieron dos diputados. A principios de diciembre de aquel mismo año, el IRA, tras 13 años de violencia política en Irlanda del Norte, aceptaba que su brazo político, el Sinn Fein, se preséntase a las elecciones. Pero solo era el principio del final del conflicto armado. El acuerdo de Viernes Santo (10 de abril de 1998) tardaría en llegar 17 largos años de sufrimiento y muerte. No sabemos si Bobby Sands lo hubiera aprobado o no. Pero su nombre y su rostro siguen en murales y pintadas por toda Irlanda del Norte como icono de la lucha de los republicanos por la unificación de Irlanda.