El rey y la alegre divorciada: cuando Eduardo prefirió a la señora Simpson

HACE 75 AÑOS

Eduardo VIII rey de Inglaterra emperador de la India, abdica para contraer matrimonio con la divorciada estadounidense Wallis Simpson, tras tan sólo 325 días de reinado

'Todos conocéis los motivos que me han impelido a renunciar al trono, pero quiero que sepáis que al renunciar a mis derechos jamás olvido a mi país y al Imperio, que como principe de Gales y como rey he servido siempre fielmente.

Pero debéis creerme cuando os digo que me era imposible, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo, soportar la pesada carga de las responsabilidades y cumplir mis deberes de rey'

Con estas palabras anunciaba a su pueblo Eduardo VIII, rey del Reino Unido, los dominios de la Mancomunidad Británica y emperador de la India, su decisión de abdicar a fin de contraer matrimonio con la ciudadana estadounidense Wallis Simpson. Su decisión sigue siendo tan sorprendente hoy como el día que la anunció con este discurso.

Eduardo era un hombre apuesto, a quien su rango, talante jovial y soltería  habían convertido en un personaje muy popular. Su irresistible atractivo para el sexo opuesto hizo de él un mujeriego compulsivo. Sus devaneos amorosos, e imprudentes conductas habían preocupado a su padre, el rey Jorge V, y al primer ministro Baldwin en la década 1920- 1930. Fue este último año cuando el rey cedió a Eduardo una casa, Fort Belvedere. Esta se convirtió en escenario de sus conquistas. El mes de diciembre de 1933 una de sus amantes, Lady Furness, estadounidense de ascendencia chilena, le presentó a Wallis . Divorciada en 1927 de su primer marido, esta se hallaba ahora casada con Ernest Simpson, un empresario angloamericano. El flechazo fue inminente. Poco tiempo después se convertían en amantes. Definida por el famoso fotógrafo Cecil Beaton como una mujer “atractivamente fea” es indudable el poder que su fuerte personalidad ejercía en el príncipe.

Eduardo era bisnieto de la reina Victoria. Desde su nacimiento se le conoció como Su Alteza Príncipe Eduardo de York, hasta que en 1910 su padre le concedió el título de Príncipe de Gales al cumplir los 16 años.

De pobre formación académica, se había retirado de la carrera naval antes de graduarse y salió de Oxford tras ocho trimestres sin recibir ningún tipo de credencial académica. Sus biógrafos señalan su baja preparación intelectual, y ya sus coetáneos tildaban de inocua su conversación. Pero su natural rebeldía, e independencia resultaban innegables.

Tras la muerte de su padre Jorge V el 20 de enero de 1936, un día después Eduardo VIII sube al trono, tiene 42 años. Profundamente enamorado de Wallis, rompe el protocolo real al ver su proclamación desde una ventana del palacio de St. James en su compañía estando ella todavía casada.

Este es el principio del fin de su reinado. El 16 de noviembre de ese mismo año, anuncia al Primer Ministro su deseo de contraer matrimonio con Wallis una vez que ésta se haya divorciado. Baldwin, escandalizado, le informa de que sus súbditos no aceptarían el enlace, dada la situación civil de su prometida: el pueblo jamás toleraría a Wallis como reina. Hay que tener en cuenta que Eduardo como rey es el Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra y ésta condena su matrimonio. Rechazada también la posibilidad del matrimonio morganático, el conflicto entre Baldwin y Eduardo se recrudece. Jamás sabremos si el ministro aprovechó dicha situación para deshacerse del inmaduro monarca. Finalmente el espíritu de la sociedad victoriana sale vencedor, y pese al apoyo de grandes personalidades como Winston Churchill la abdicación se hace efectiva. Eduardo pasa a protagonizar así uno de los reinados más breves de la historia contemporánea, tan sólo 325 días en el trono sin tiempo siquiera para celebrar su coronación.

Tras su abdicación, Eduardo se convierte en Duque de Windsor. El 3 de junio de 1937 contrae matrimonio en una ceremonia privada con la señora Simpson. El nuevo Rey Jorge VI prohíbe la asistencia de la familia real a la ceremonia. Las relaciones entre ellos siempre fueron tensas. El matrimonio se exilia a Francia y el nuevo rey amenaza con cortar el apoyo económico a la pareja en el caso de su retorno a Gran Bretaña sin invitación previa. A la duquesa se le niega del tratamiento de Alteza Real.

El comportamiento de los duques  siempre ha sido cuestionado, la aparentemente idílica historia de amor se ha censurado reiteradamente con el paso del tiempo.

Se les tachó de filonazis a raíz de una entrevista que mantuvieron con Hitler  en octubre de 1937. Como excombatiente de la Primera Guerra Mundial, el duque apoyaba la política de apaciguamiento. Finalizada la contienda el duque admitiría en sus memorias: “El Führer me pareció una figura un tanto ridícula con sus posturas teatrales y sus pretensiones grandilocuentes”. En 1995 un documental del Canal 4 de televisión junto a la prensa inglesa de izquierdas le condenan sin remisión acusándole de que sus contactos con Hitler provenían de su afán por recobrar el trono.

En 1940 Eduardo y Wallis huyeron de Francia, visitando España, (Barcelona) y Portugal. Destinado a las Bahamas por Churchill, el duque de Windsor ejerció allí el cargo de gobernador hasta marzo de 1945. Presuntamente realizó negocios ilegales de tráfico de moneda, con los que amasó una considerable fortuna. Tras una agitada vida social y sin conseguir reconciliarse con la familia real un cáncer acabaría con su vida el 27 de mayo de 1972, tenía 77 años. Wallis, su gran amor le sobreviviría 14 años. No consta que Eduardo se arrepintiera nunca de su decisión y, sin lugar a dudas, sua sorprendente historia de amor le hace acreedor de una singular posición en la historia de la realeza del siglo XX.

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