No ha sido fácil este inicio de año para la casa real británica, que se encontraba a medio gas debido a las operaciones del rey Carlos III y de la princesa de Gales, sumado a la cancelación temporal de la agenda del príncipe Guillermo para cuidar a su esposa y a los hijos de ambos.
Tras el anuncio de cáncer del monarca, su heredero retoma hoy la representación institucional en un momento en que se le necesita más que nunca para que se convierta, en ausencia de su padre, en la cabeza visible de los Windsor.
A pesar de que Carlos III seguirá ejerciendo, ha suspendido todas sus funciones públicas, aquellas que resultan vitales para visualizar la monarquía y acercarla a la población. Es en este aspecto en el que Guillermo, el más valorado de los miembros de la casa real británica, deberá demostrar su compromiso y deber con la corona, más allá del que tiene como padre y esposo.