Entre las montañas suizas y austriacas existe un pequeño principado regido por una familia real discreta e ignorada pero muy poderosa. El príncipe Juan Adán II de Liechtenstein, que mañana celebra su 80.º cumpleaños, es el rico soberano de este microestado con poco más de 39.000 habitantes, pero que es sede de más de 73.000 compañías y fundaciones debido a los bajos impuestos y las permisivas leyes bancarias. Lo que antaño fue un paraíso fiscal de cuento opera ahora como un atractivo centro financiero.
La constitución de Liechtenstein asigna importantes poderes al príncipe desde un referéndum impulsado por él en el 2003. Entre esos nuevos poderes, el soberano puede vetar las leyes aprobadas por el Parlamento, destituir al gobierno electo y nombrar jueces, por lo que, aunque en la práctica es una monarquía constitucional, se la suele definir como una excepcional monarquía absoluta en Europa.
Su hijo, el príncipe Luís, y su esposa, Sofía de Baviera, son ahora la cara visible del pequeño principado
Juan Adán también es dueño de un exclusivo banco privado, LGT Group, que mueve vastos capitales y cuyas ganancias le erigen como el monarca reinante más rico del Viejo Continente, con una fortuna personal de 9.500 millones, según la asesoría financiera Bloomberg.
Se casó con una prima lejana, la condesa Marie Kinsky von Wchinitz und Tettau, fallecida en agosto del 2021, con quien tuvo a sus cuatro hijos, de los cuales el heredero es el príncipe Luís (Alois, en alemán), quien desde el 2004 actúa como regente.

El príncipe Juan Adán II de Liechtenstein junto a su esposa, la condesa Marie Kinsky von Wchinitz und Tettau, de la que enviudó en el 2021.
En la actualidad, Juan Adán, a quien se define como un hombre defensor del libre mercado, católico y muy astuto, se ocupa sobre todo de la gestión de sus bienes empresariales y artísticos –posee obras de Rembrandt y Rubens, entre muchas otras–. Historiador especializado en el origen de los estados, en el 2009 publicó su primer libro, El Estado en el tercer milenio (Ariel), en el que resumió su visión de la privatización y el liberalismo.
Mientras tanto, es su primogénito y heredero quien actúa como representante del jefe del Estado y se encarga de las tareas de Gobierno. El príncipe Luís está casado con la princesa Sofía de Baviera, tataranieta del último rey de Baviera, siendo él el único heredero europeo que eligió esposa de estirpe real. En los últimos años son ellos, y no el soberano, quienes asisten a las reuniones de la realeza, como la coronación de Carlos III del Reino Unido o la boda del heredero al trono de Jordania, el príncipe Husein.

El príncipe Luís (Alois) y su esposa, Sofía de Baviera.
El segundo de los hijos de Juan Adán, Maximiliano, es quien gestiona junto a él las actividades empresariales. El siguiente hijo de la pareja, Constantino, falleció a los 51 años en diciembre del 2023 en Vaduz en extrañas circunstancias que la familia no aclaró. Y la benjamina, Tatiana, quien, antes de casarse con un barón alemán, cursó estudios en Madrid y fue pretendiente del ahora Felipe VI. Entre todos le han dado al soberano de Liechtenstein quince nietos.
Otra curiosa conexión de esta familia real con España fue el matrimonio en 1988 de la princesa Nora de Liechtenstein, hermana de Juan Adán, con Vicente Sartorius, marqués de Mariño y padre de Isabel Sartorius.

El castillo de Vaduz en Liechtenstein.
La residencia oficial del príncipe soberano de Liechtenstein, el castillo de Vaduz, es una fortificación cuya construcción original data del siglo XII, pero que fue ampliado en los siglos posteriores y remodelado exhaustivamente en el siglo XX por el padre del actual soberano, Francisco José II, quien fue el primer príncipe en establecer su residencia en el principado.
Juan Adán no solo siguió los pasos de su padre al convertirse en pieza clave del desarrollo económico de Liechtenstein y luego ceder la mayoría de sus funciones a su hijo reservándose la jefatura del Estado. También ha repetido la triste historia de su progenitor en cuestiones vitales que escaparon a su control. Francisco José II enviudó de su esposa y, dos años después, también falleció el hijo varón más joven del príncipe en extrañas circunstancias, aunque para entonces él ya había muerto tras quedar sumido en el desánimo por la pérdida de su esposa.