Poco pensaron cuando se casaron el 22 de enero del 2005 que la celebración de sus bodas de porcelana coincidiría con su retorno en la Casa Blanca, convertidos por segunda vez en presidente y primera dama de los Estados Unidos.
Donald y Melania Trump están de celebración doble. Después de un lunes intenso tras la toma de posesión, hoy vuelven a vivir otro día especial rememorando el 'sí quiero' que se dieron en Palm Beach hace veinte años.
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La boda, que costó unos 2,5 millones de euros, empezó con una ceremonia en la iglesia episcopal construida en estilo gótico de Bethesda-by-the-Sea. Luego, el selecto grupo de invitados de unas 400 personas y los novios se trasladaron a Mar-a-Lago, la espectacular residencia del magnate decorada por la ocasión como si se tratara de un palacio de la antigua Europa.
Melania Trump vestida de Dior el día de su boda con Donald Trump en 2005.
Evidentemente, lo más llamativo fue el vestido de novia de Melania, que no reparó en lujos y espectacularidad. Firmado por Christian Dior, la modelo se enfundó un traje hecho a medida cuya cola medía 4 metros y el velo, 5 metros. El diseño, un palabra de honor con silueta sirena, incluía una voluminosa falda confeccionada con 90 metros de tela. El vestido venía rematado con detalles tan lujosos como 1.500 diamantes y perlas cosidos a mano.
Todo el conjunto pesaba 24 kilos de peso y Melania necesitó ayuda para poder moverse con el traje, cuyo costo superaba los 100.000 dólares. Ya en el banquete, sustituyó el vestido ceremonial por otro de Vera Wang. También se deshizo el moño alto y voluminoso y reapareció con el cabello suelto rematado con una corona de flores.
Melania Trump vestida de Dior el día de su boda con Donald Trump en 2005.
Como curiosidad, la novia no llevó un tradicional ramo de flores. En su lugar, optó por un rosario adornado con rosas blancas.
Entre los invitados al enlace de ensueño, se encontraban rostros conocidos como el Príncipe Alberto de Mónaco, Elton John, Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, Arnold Schwarzenegger, Naomi Campbell, Clint Eastwood, Heidi Klum, Luciano Pavarotti y los Clinton, que no se quedaron al banquete. Por tanto, se perdieron un menú de lujo, a cargo de chefs de renombre como Jean-Georges Vongerichten, y la tarta nupcial de siete pisos, casi una escultura realizada con oro de 24 quilates y con más de 2.000 flores de azúcar.