Manu Tenorio (Sevilla, 1975) no da problemas, no grita, no arma una trifulca. Prefiere continuar trabajando en silencio y con paso firme. Si le cierran una puerta, no la derriba de un empujón sino que se fabrica él mismo otra de igual tamaño. Así viene haciendo desde que las multinacionales miraron para otro lado, tal como explica en esta entrevista. El artista sevillano, de los más exitosos de la generación original de Operación Triunfo, presenta La verdad: así se llama su nuevo álbum y una gira por 40 ciudades españolas que acaba de arrancar en Barcelona.
Son 20 años de carrera haciendo lo que me gusta y ese es de los más inalcanzables logros en la vida. Aunque los artistas somos muy vulnerables y dados a la frustración si uno no obtiene el reconocimiento que cree que merece
Diez discos, veinte años. Con La verdad celebras 20 años en los escenarios. ¿Te das cuenta? Veinte años ya…
Estoy contento, analizo cómo estoy, miro por el retrovisor de la vida y creo que tengo muchas cosas por las que dar las gracias. Son 20 años de carrera haciendo lo que me gusta y no ha habido año sin dar al menos un concierto. Y vivir de lo que a uno le gusta es de los mejores y más inalcanzables logros en la vida. Incluso a veces me siento ingrato si me canso de esta profesión o si las cosas no salen como uno quiere. Los artistas somos muy vulnerables, dados a la frustración si uno no obtiene el reconocimiento que cree que merece.
Cuando salís de OT, sois más famosos en España que Julio Iglesias o los Stones. ¿Cómo hiciste para que la fama no te torciese? En realidad, todos lo gestionasteis muy bien.
Fue complicado. Si te fijas en carreras de grandes artistas como Julio Iglesias o Raphael, pero también Alejandro Sanz, lo habitual es que uno vaya ganando popularidad a medida que tu carrera va creciendo y por lo tanto, vas aprendiendo tu rol. En nuestro caso no hubo curso de preparación, fue muy extremo. Algo radical. Yo pasé de cantar en La Carbonería de Sevilla y en bodas, bautizos y comuniones a ser conocido en Latinoamérica. En mi caso, creo que me pilló con cierta madurez; era joven, 24 o 25, pero ya hacía unos años que me ganaba la vida cantando.
Nuevo disco el 8 de abril. ¿Qué vamos a encontrar en este trabajo que abres con La nave del olvido?
Es la primera hoja de un tríptico que voy a publicar. Se trata de canciones con las que crecí en un barrio de Triana, en esa generación que aún escuchaba a tu abuela cosiendo en una Singer y con el tocadiscos al lado. Yo le ponía Dyango, Julio Iglesias, Lucho Gatica… y decidí que era el momento de hacer este disco homenaje. Y como han sido tantas las canciones que han ido engrosando esta pasión, no descarto hacer dos discos más. Sin prisa.
Este disco es la primera hoja de un tríptico que voy a publicar. Se trata de canciones con las que crecí en un barrio de Triana viendo a mi abuela en su máquina de coser
¿Por qué se llama La verdad? No me digas que hasta ahora nos has estado engañando.
(Risas) No, no. He tenido la suerte de contar con músicos cubanos extraordinarios como Pepe Rivero o Yuri Nogueira que tienen una muletilla. Cuando algo está perfecto, dicen “olvídate mi hermano, eso es la verdad, no hay que tocarlo para nada porque es la verdad”. Y por eso perduran.
¿Cuál es la mentira más grande que has contado?
Que voy todos los días al gimnasio (risas). Bueno, y que por apellidarme Tenorio y tener los ojos azules creen que soy un Sandokán pero qué va.
¿Es autoproducido también? ¿Por qué decidiste hacerte empresario autónomo?
Yo soy autotodo. Me hace gracia cuando oigo lo de “música independiente” vendiéndolo de modo que uno se imagina solo a gente grunge. Yo soy perfectamente independiente y es algo muy difícil: no es guay, genera angustia y mucho trabajo. Pero nos vamos abriendo camino y tenemos por delante una gira con más de 40 ciudades en España, y capitales de provincia, así que estoy supercontento. Será de la mano de Onda Cero. Es muy estimulante generar esa coyuntura entre la radio y la música con un estilo que se aleja de lo que hoy se escucha más.
Cuando uno canta de modo sensible, con personalidad, ¿no da cierta rabia que tanta gente joven prácticamente solo escuche reguetón todo el tiempo?
Parto de que es preocupante de que en los 50 primeros puestos de Spotify prácticamente no haya ningún instrumento orgánico, que todo sea cortar, pegar, samplers y autotune. Que detrás de la música no haya músicos es preocupante. Una satisfacción de este disco es que todo es orgánico, artesano y manufacturado. Hay gente con su pulso tocando los instrumentos aunque luego haya un tratamiento.
Con Nuria Fergó hay una química incuestionable que no puede falsearse, si la magia existe, existe. Cuando cantamos algo juntos saltan chispas
¿Al final aquella participación en la película The Spanish Sting salió adelante?
Se iba a rodar en Frigiliana (Málaga) y estamos pendientes de retomarla porque se paralizó con la pandemia.
Participaste en la serie Gym Tony. ¿Te gustaría probar como actor más en serio?
Siempre está uno cómodo en la zona de confort pero también es aburrida. Si me llaman me lanzaría, claro. Cuando te involucras en un proyecto que sale de esa zona, te involucras, te preparas, te rodeas de los mejores profesores y escuelas y vas a por ello. No es garantía de que salga bien, pero ese el modo.
¿Cómo ha sido colaborar con Nuria Fergó? Te amaré no es una canción fácil.
Ha sido maravilloso, me sentí muy orgulloso de que quisiera revivir esa magia que hay entre nosotros en su disco, un trabajo espectacular. El disco es una pasada. Tuvo mucho ojo para escoger la canción y llevársela al terreno de los mariachis. Es muy interesante.
La cosa no llegó a mayores, que supiéramos, pero hay un beso por ahí circulando del reencuentro de 2016 hay un beso precioso. Llevasteis muy bien esa química, es bonito que permanezca.
Mucho. Hay una química incuestionable que no puede falsearse, si la magia existe, existe. Cuando cantamos algo juntos saltan chispas, nos entendemos muy bien y usamos siempre el humor como vehículo.
¿No habéis tenido nunca problemas con las parejas respectivas?
No, para nada. Tenemos todos ya una madurez y sabemos dónde colocar las cosas, lo artístico y lo personal.
Admiro profundamente a mi mujer y me ha demostrado todos estos años un compromiso incuestionable, indiscutible. Con el tiempo siempre ha estado ahí, ese empezar desde cero aguantando leña...
¿De quién has aprendido más?
De las hostias que me ha dado la vida. Me refiero a las inclemencias y desaprensivos que uno se encuentra por el camino. Nada es vitalicio ni todo sale bien siempre. Hay una intrahistoria que no se cuenta; tampoco me gusta contar penas, eso debe quedar para uno pero me he llevado desencuentros en esta profesión. Hablo contigo porque los he superado pero tuve un momento en que me cerraron las puertas de muchas multinacionales. Y yo venía de dar 80 conciertos, vender cientos de miles de copias y no encontraba adónde ir. Yo proponía con unos números, una fama y un trabajo hecho pero me cerraban las puertas.
¿Cuál es el momento más feliz que recuerdas?
El nacimiento de mi hijo.
¿Qué balance haces de tu relación con Silvia Casas? ¿Volverías a escogerla si te borrasen la memoria?
Seguro. Es una mujer espectacular, muy inteligente, la admiro profundamente y me ha demostrado todos estos años un compromiso incuestionable, indiscutible. Con el tiempo siempre ha estado ahí, ese empezar desde cero aguantando leña... Fue un bastión. Y además, ¡es un espectáculo de tía!
Me gustaría insistir en que se le haga a Álex Casademunt el homenaje que se merece. Por él y por su familia
Quiero que me des una palabra de cariño para Álex Casademunt.
Me gustaría insistir en que se le haga el homenaje que se merece. Por él y por su familia. Mucha gente ha sentido esta pérdida como suya. Un homenaje con sus padres y su hermana delante sería algo precioso. Era el más polifacético de todos nosotros y se fue completamente a destiempo. Con la cantidad de horas de programación que hay en TVE, ¿no cabe un homenaje para él?
¿Es España un país desagradecido?
En México los artistas no se hacen viejos, se hacen leyendas: Juan Gabriel, Armando Manzanero o José José, que subía al escenario ya casi sin voz y el público cantaba sus canciones. Aquí decimos “Mira, está más gordo” o “Ya no tiene la misma voz…”.