Isabel Preysler: 70 años de un mito también unido a asuntos de Estado

Aniversario 

La socialité filipina ha tenido un vida de leyenda que en ocasiones se ha mudado de la prensa del corazón a la primera línea informativa 

Isabel Preysler, Irene Rosales y la guerra entre Carmen Borrego y su sobrina, protagonizan las portadas

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Isabel Preysler en una foto de archivo.

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Es la famosa por excelencia que vuelve y vuelve a ser noticia aunque, en realidad, nunca ha dejado de serlo. Se ha repetido hasta la saciedad que Isabel Preysler es guapa, elegante y se ha convertido en la reina del papel cuché, pero este título no lo ha ganado solo por virtudes vanidosas y refinadas declaraciones. Su vida familiar ha sido de escándalo y la ha mantenido en portada de la prensa del corazón por más de 50 años, y esto, sumado a que su historia ha conectado en múltiples ocasiones con asuntos de Estado de lo más variados, ha hecho de ella una leyenda viva.

Desde que llegó a España con 17 años enviada por sus padres con intención de impedir un romance con un Playboy en Filipinas, Isabel ha saltado a la primera línea informativa sin planteárselo. Su presentación ante los medios fue como novia del entonces cantante eurovisivo Julio Iglesias, con el que se casó ya embarazada. Con él tuvo tres hijos, Chábeli, Julio José y Enrique, pero, aunque a su separación la llamaron el divorcio de la década en 1979, cosas más bizarras estaban por llegar. Solo un año después se casó con Carlos Falcó, marqués de Griñón, junto al que tuvo a Tamara, y dos meses más tarde de dar la bienvenida a su cuarta hija, fue cuando la seguridad de la familia se convirtió en tema de debate nacional.

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La boda. Isabel y Julio se casaron en 1971 en Illescas. A la boda no acudió el padre de la novia, no le gustó que su hija se casara con un cantante.

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Se dice que en 1981 fue la propia Isabel quien llamó a Julio Iglesias a su casa de Miami para comunicarle que el padre del cantante, el doctor Iglesias Puga, conocido como Papuchi, había sido secuestrado por ETA. Al poco tiempo de acabar esas tres semanas de cautiverio del doctor, los tres hijos mayores de Isabel, todavía menores de edad, se mudaron a Estados Unidos junto a su padre para asegurar su protección.

Pero si hubo un tiempo en que el nombre de Isabel Preysler destacó mudándose de las revistas de colorines a las páginas de color salmón, las de la prensa económica, fue durante los primeros años de su tercer matrimonio, con Miguel Boyer, cuando se vio salpicada por la controvertida expropiación del holding Rumasa que practicó el gobierno de Felipe González, del que formaba parte su marido. Las sospechas de presuntas intermediaciones de Isabel en las ventas de Galerías Preciados y Loewe en 1983 las desestimó el Tribunal Supremo, pero en ese momento incluso fue mencionada en el Congreso de los Diputados, con el objetivo de aclarar su implicación. Fruto del matrimonio con Boyer nació su benjamina, Ana.

También en esa época, las acciones rocambolescas de la campaña de desprestigio, agresiones y amenazas frecuentes que ejecutó durante años José María Ruiz-Mateos y su familia contra el matrimonio Boyer-Preysler abrían los noticieros de televisión. “Tómate un Trapa Isabel, pero que no se entere Miguel”, decía un José María Ruiz-Mateos disfrazado de marqués a una mujer parecida a Isabel durante un anuncio de bombones para televisión de Nueva Rumasa. Ese anuncio, en otras circunstancias, hubiera sido motivo de una querella por uso comercial de la propia imagen, pero entonces Preysler no quería ver a Ruiz-Mateos ni en los tribunales.

En otra ocasión en que Isabel consideró que su derecho a la intimidad había sido vulnerado, sí demandó a Lecturas. La revista publicó en 1989 un reportaje en el que una antigua empleada de hogar, que había sido encargada de los cuidados de su hija Tamara, revelaba asuntos banales de su rutina y hábitos. La famosa damnificada lo llevó hasta última instancia alargando el proceso más de 10 años. En ese momento, el Tribunal Supremo y el Constitucional dictaron sentencias muy diferentes, dando el más alto tribunal la razón a la famosa. En ese complicado caso, que se dirimió en el 2000, se asentaron bases legales para el trato de la intimidad de personajes públicos en los medios de comunicación, Antonio Burgos lo llamó “Preyslerprudencia”.

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Ha pasado por tres bodas, pero se resiste a casarse con Mario Vargas Llosa, dice que el secreto es que entre ellos no hay compromiso. 

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Isabel estuvo junto al exministro hasta su último día, cuidándolo en su larga enfermedad, pero, tras su muerte en 2014, la socialité no tardó en volver acompañada a las cenas de Estado en el Palacio Real de Madrid de la mano de otro marqués y también premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Su historia de amor a la tercera edad revolucionó la crónica social en 2015 y todavía hoy ella bebe los vientos por el autor peruano. Aunque parece que para ella no pasen los años, sí que pasan, y también para sus hijos, que ya la han convertido en abuela de seis.

En este repaso, más de su vida pública que de la privada, queda claro que las parejas de Isabel han sido calve en su camino deseado o no hacia la primera línea informativa. Que Isabel sea una cazafortunas es un relato injusto, pues a la pregunta de por qué se ha casado siempre con hombres con relevancia pública y no, por ejemplo, con un camionero, ella responde: “No conozco a ninguno”. ¡Qué nivel, Isabel!

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