Ramoncín, el chico del barrio de Las Delicias
ESTRENO EN AMAZON PRIME
El cantante reivindica sus orígenes, su trayectoria y sus decisiones en el documental ‘Una vida en el filo’
“Un guerrillero urbano”, “un quijote de la música” “un hombre de rok”, “un creador”... así es como definen a José Ramón Martínez Márquez, alguno de sus amigos (Felipe González, Juan Echanove, Miquel Ríos, Loquillo...) Aunque para muchos, Ramoncín era un joven punk con un rombo pintado en el ojo, que a finales de los setenta cantaba Marica de terciopelo, tiraba huevos al público y se le conocía como el rey del pollo frito. “Se han contado muchas mentiras sobre mí, y creo que ahora era un buen momento para realizar un documental sobre mi biografía, pero contada por mí”, explica el propio cantante en una conversación telefónica. El resultado es Una vida en el filo, dirigido por Charlie Arnáiz y Alberto Ortega, y que puede verse desde hoy en Amazon Prime.
“El título es una exageración –aclara Ramón–, porque yo nunca estuve metido en drogas y tuve una infancia muy feliz. Hace referencia a uno de los discos del que estoy más satisfecho La vida en el filo (1986)”. El documental arranca en esa infancia feliz que transcurrió en el barrio de Las Delicias, de Madrid. Vivía con su tía (fallecida hace unos años), que le hizo de madre, y su abuelo. El coronavirus se ha llevado a su madre biológica hace unos meses, con la que siempre mantuvo contacto.
Se le nota que disfruta recordando su infancia en aquel barrio. “Era de gente trabajadora, con inquietudes culturales. Había casas y en los bajos,oficios. Los padres y abuelos querían que sus hijos fueran mejores que ellos, que estudiaran, que fueran a la universidad, y si no, que aprendieran un oficio, con alguno de los vecinos”. “Hoy, en cambio, la gente apenas conoce a sus vecinos, pero yo recuerdo que si estaba preocupado venía alguien y me preguntaba ¿qué te pasa? y te daban consejos, o bajaba al piso de abajo y escuchaba a mi tío hablar de sus historias durante la Guerra Civil”, explica el cantante. “Teníamos una relación con la gente mayor muy importante –añade. Ibas a la tienda de ultramarinos o al bar y si había un grupo de hombres hablando, te dejaban que escucharas o preguntaras si tenias interés. Pero hoy esa relación ha desaparecido, y la generación actual conduce sin espejo retrovisor y es difícil”.
Y ese fue el caldo de cultivo con el que Ramoncín se lanzó a los escenarios como solista del grupo W.C. Llegó su primer éxito Rock and roll Duduá (1978) y el cantante se convirtió en todo un fenómeno por las letras de sus canciones y por su estética. “Sí, era un provocador, pero detrás había un tipo con 17 años que había leído suficiente literatura para poder escribir aquellas canciones con un lenguaje determinado, porque la provocación en el arte es inevitable. Si da gusto, no es arte”, afirma. Luego vinieron temas como Marica de terciopelo, Hormigón, mujeres y alcohol y un poco antes El rey del pollo frito, que le valió su apodo, aunque como cuenta en Una vida en el filo, la canción la escribió después de conocer a un prepotente empresario, pero para la rima sonaba mejor escribirla en primera persona.
Músico, escritor, actor y tertuliano, Ramon/Ramoncín defiende que “he hecho lo que he querido en cada momento”. Por eso a principios de los noventa dejó la música para presentar un concurso en televisión (Lingo), y para escribir un libro de jergas Tocho cheli. De esa obra, que continúa siendo un referente, destaca dos palabras para definirse: chamuyate (una persona que habla de todo) y busquero (el que busca palabras).
Fue tertuliano habitual en los programas de Jesús Hermida, donde compartía mesa con Camilo José Cela, Francisco Umbral, Eduardo Haro Tecglen, Adolfo Marsillach o Juan Barranco. También participó en Crónicas marcianas “en sus inicios, hasta que se incorporaron los concursantes de Gran Hermano y el programa se convirtió en otra cosa”.
De la televisión actual prefiere la ficción: “no soporto los programas que se pelean o que te dicen como tienes que cantar o cocinar”. Y destaca las series Raides by wolves, Fargo, Los Soprano, Breaking Bad, Billions, Outlander, Pájaro carpintero, Estoy vivo, Arde Madrid, La peste e Inés del alma mía.
A punto de cumplir 65 años (el próximo 25 de noviembre) Ramoncín asegura que “si echara la vista atrás lo único que no haría sería dedicar tantos años y tanto esfuerzo a defender los intereses de un colectivo insolidario, como son los músicos”, y es que Ramoncín, desde la SGAE, lideró una cruzada contra la piratería musical y se encontró con el rechazo del público y de muchos compañeros de profesión. También fue acusado de apropiación indebida, aunque fue absuelto.
Pero si de algo se siente orgulloso Ramoncín es de su faceta como padre: “He podido fallar en otras cosas, pero creo que como padre no he fallado. Desde el primer momento entendí esa responsabilidad, a pesar de ser un crío”. Con 19 años tuvo a su primera hija, Ainhoa (44), luego nacieron Andrea (40), Joel (26) y Alenka (24). Y aunque dice que le encantan los críos no tiene ganas de ser abuelo.
“No es el fin, es el principio del nuevo principio”, es la frase con la que Ramoncín termina su documental. “Porque hay que tomarse la vida de esa manera. Se supone que estoy en edad de jubilación y tengo los mismos planes que cuando tenía 30 años”, concluye.