Maribel Verdú sopla 50 velas
Cumpleaños feliz
La actriz llega al medio siglo disfrutando de su trabajo y de la vida al lado de su marido, Pedro Larrañaga
Disfrutona, auténtica, espontánea y cero engreída. Así se definía a si misma Maribel Verdú en una entrevista hace pocos años. El viernes sopla 50 velas sintiéndose “mejor que nunca”. Porque el medio siglo que celebra la actriz le llega en un momento en el que la pandemia la ha llevado a una reflexión: “Carpe diem es mi frase de cabecera y realmente la llevo bastante a cabo”, ha declarado en una entrevista concedida a Efe con motivo de su cumpleaños.
Nacida en Madrid el 2 de octubre de 1970, la bautizaron como Isabel pero en su casa siempre la han llamado Bel. Su padre, Gregorio, era vendedor de coches, y su madre, Isabel, ama de casa y modelo ocasional. Tiene dos hermanas gemelas, cinco años menores, Carlota y Marina. Estudió en un colegio de monjas y solo de chicas. Cuando a los 13 años, después de haber rodado varios anuncios, fue elegida por Vicente Aranda para interpretar a la hermana de Victoria Abril en El crimen del capitán Sánchez, un episodio de la serie La huella del crimen, las religiosas se escandalizaron. “Hay una manzana podrida en esta clase que va a contagiar a todas las demás”. Y aun faltaban por llegar sus famosos desnudos. El primero llegó con Fabio Testi en El sueño de Tánger, de Ricardo Franco. “No sólo era virgen, sino que no había tenido ningún novio. Yo lo he hecho todo antes en el cine que en la vida”. Y es que debutó en el cine con apenas 14 años. Con 15 decidió abandonar definitivamente los estudios y dedicarse por completo a la interpretación.
En 35 años de carrera lleva rodadas más de 80 películas y entre sus muchos premios destacan la Medalla de Oro de la Academia Española de Cine, el Premio Nacional de Cinematografía, dos Goyas a la mejor actriz (además de 11 nominaciones, siendo la actriz que más veces ha estado nominada) y saboreó el Oscar a Belle Epoque como mejor película extranjera.
Pero los mejores premios son los amigos que ha hecho en este mundillo. En El año de las luces (1986) coincidió por primera vez con Jorge Sanz, del que ha dicho que es su hermano del alma. “Nunca le gusté y eso es fantástico, porque hemos podido ser amigos de verdad”. En su círculo de amigos también se cuentan José Coronado, Ariadna Gil, Aitana Sánchez Gijón, Cayetana Guillén Cuervo, Natalia Verbeke o Emma Suárez.
Dice que conocer a su marido es lo mejor que le ha pasado en la vida; llevan más de 20 años juntos
Su vida sentimental ha sido discreta. Con 17 años tuvo una relación con el director Antonio Giménez Rico, que tenía 50, y la acababa de dirigir en Soldadito español. Estuvieron juntos algo más de un año y, tras la ruptura, siguieron siendo amigos. Después mantuvo una relación de seis años con el cámara Pablo Hernández. Y en septiembre de 1999 contrajo matrimonio con el productor teatral Pedro Larrañaga, hijo de los actores Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo, al que conocía de toda la vida. Maribel ha declarado que conocerle es lo mejor que le ha pasado nunca. ¿El secreto de su relación? “Hay complicidad, hay respeto, hay admiración y solo discutimos por gilipolleces –yo soy súperordenada y él no, imagínate–. Pero nos lo tomamos con humor”, ha contado en alguna ocasión.
No tiene hijos porque no ha querido y está harta de que le pregunten por el tema. Pero sí es abuela, ya que Carlos, el hijo que su marido tuvo cuando sólo tenía 17 años, fue padre de un niño en el 2011.
No le gusta cocinar ni madrugar, es muy puntual y una obsesionada del orden y la limpieza. Y la lectura ocupa un lugar primordial en su vida. “Es lo único que hago: no tengo ordenador, no tengo tele; me quedan los libros y la música”. Y, por supuesto, el cine, donde va dos días por semana y se atiborra de palomitas.
No le gusta cocinar ni madrugar, es muy puntual y una obsesionada del orden y la limpieza; le encanta leer, ir al cine y odia los gimnasios
Aunque está en plena forma, odia el ambiente de los gimnasios por lo que prefiere hacer deporte en casa con una entrenadora personal y correr por el Retiro dos veces por semana para tonificar, además de un día de yoga. “Con los años, me voy consumiendo... yo ya me visualizo como Bette Davis, con 90 años, toda pellejo”, bromea.