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Amanda Seyfried y sus batallas con la salud mental

Trastorno obsesivo compulsivo

La actriz quiere ser ejemplo de cómo superar esos problemas

La actriz, a principios de agosto, en la presentación del filmeEl arte de vivir bajo la lluvia

AP

Lleva ya varios años aprovechando cada ocasión para hablar de sus batallas con la ansiedad y el trastorno obsesivo compulsivo, quizás porque a los 33 años Amanda Seyfried está en un lugar muy diferente que cuando recién cumplió los 20. Hoy tiene una carrera sólida, un matrimonio feliz con el actor Thomas Sadoski y una niña de tres años, Nina, a la que crían en una granja a dos horas de Nueva York.

Consciente de que puede ser un buen ejemplo de que se pueden dominar esos problemas, la actriz de Los miserables y Mamma Mia incluso ha admitido que ha tomado antidepresivos desde hace más de una década para combatir sus síntomas, a lo que sumó terapia para ir abandonando los rituales que había desarrollado en su niñez y adolescencia. Durante la gira de promoción de su más reciente película, El arte de vivir bajo la lluvia, que llegó a los cines sin mayor suerte a principios de agosto en Estados Unidos y por ahora no tiene fecha de estreno en España, Amanda aprovechó que uno de los coprotagonistas del filme es un golden retriever llamado Enzo para contar que fue un perro el que la ayudó a superar muchos de sus dilemas.

La actriz de Los miserables y Mamma Mia incluso ha admitido que ha tomado antidepresivos desde hace más de una década

“Cuando yo tenía 24 años me sentía muy sola y estaba siempre asustada. Quería que mi madre estuviera conmigo todo el tiempo lo cual me ponía muy mal porque a la vez yo sentía que no podía funcionar como una adulta”, recordó en una entrevista y luego agregó: “Pero cuando adopté a Finn, todo cambió. Dejé de sentirme sola en mi apartamento, y a la vez me ayudó a disfrutar de esa soledad. Antes de adoptarle, todo el tiempo temía tener un ataque de pánico”.

Seyfried explicó también que en la época que grababa la serie Big love le aterrorizaba que uno de esos ataques arruinara su carrera, y detestaba por esa misma razón tener que asistir a los programas televisivos que se grabasen en directo. “Pero si logré superar todo eso fue porque pedí ayuda”, dijo con orgullo y continuó: “Mi madre trabajó mucho tiempo en una clínica psiquiátrica, por lo que no me avergonzaba admitir que tenía problemas. Cuando me desmoroné, no tuve que mentirle a mi familia sobre lo que me pasaba. Por suerte, todos los problemas desaparecían cuando llegaba al plató. No se bien por qué, pero eso también fue una de mis piedras de salvación”, afirmó.