Luis Cobos: “Un triunfito está en una academia unos meses pero para tocar un violín se necesitan doce años”
‘¡Va por México!’
Combatió contra el prejuicio para convertirse en director de referencia y codearse con Paul Simon, Eric Clapton y Paul McCartney. Solo así se consigue en poner a la Royal Philarmonic Orchestra de Londres al servicio de un mariachi
Solo oyendo, mejor escuchando, un disco como este es posible creer que una sinfónica interprete rancheras sin que suene extraño. El milagro ocurre bajo la batuta de Luis Cobos (Campo de Criptana, Ciudad Real, 1948). Recibido como un intruso cuando incorporó bases de ritmos a perlas de la zarzuela –alguno firmó su crónica tildándolo de “asesino en serie”– Cobos consiguió con aquel experimento acercar la clásica a los oídos de los jóvenes en plena Movida. Y de la Movida venía, en realidad: músico, compositor y arreglista, por su estudio de grabación (Scorpio) pasaron todos quienes en Madrid fueron. Allí grabaron Almodóvar y McNamara Voy a ser mamá, un no va más de la irreverencia que hoy haría las delicias de la fiscalía.
Luis Cobos vendió un millón de copias de su Zarzuela (1982) y se ganó la enemistad del talibanismo musical. Aún hay quien no se lo perdona pese a (o tal vez por ello) que lleve unos 15 millones de discos vendidos, más de cien de Platino y cinco de Diamante, con una lista de premios internacionales más larga de lo que el formato web soporta (léanla aquí). Ahora, sale unos días del estudio, donde acaba de componer la música para la serie Bandolero sobre la vida del verdadero Curro Jiménez, para presentar su último trabajo, ¡Va por México! En el disco, grabado en Abbey Road, pone nada menos que a la insigne Royal Philarmonic Orchestra de Londres al servicio del mariachi Tecalitlán.
Existe la llamada 'nota roja' en los informativos pero también un México lejos de la violencia que es tranquilo, pacífico y acogedor en el que la gente adora la música, paga entradas por asistir a conciertos, le gusta las bandas de música, el mariachi, la música norteña, el reguetón y los nuevos sonidos modernos”
No es su primer disco mejicano sino el tercero. Del anterior vendió un millón. La pregunta inicial y la principal: ¿por qué México?
Es un país que me toca mucho la fibra. He hecho muchos conciertos allí y de los 33 estados solo me falta uno por conocer. Me atrae también el mosaico musical de este país. Su música es mucho más variada de lo que pensamos en España; de hecho, comencé a tocar la guitarra con temas que pensaba que eran españoles y pertenecían del acervo popular mexicano. Es un país muy humanista, buenos escritores, pintores y todo tipo de artistas. Además, han ido haciendo muy bien el relevo en la música popular, tanto en compositores como intérpretes, de José Alfredo Jiménez a Armando Manzanero, Juan Gabriel y etc. que quizá ahora en España no tienen la influencia que los 50 tuvo Jorge Negrete pero son de primer orden.
Hay una especial dedicatoria a Juan Gabriel. ¿Qué ha significado para usted este artista, el más importante de los últimos años en México y el único gay conocido adorado por todos allí?
Es un artista histriónico, imagínate a 14.000 personas de pie viendo como cantaba en el Grammy Latino... Pero, sobre todo, era un grandísimo compositor. Y salió de la calle, era un niño muy pobre que se crió en Ciudad Juárez, el lugar más peligroso de México; yo actué allí con seis personas de seguridad.
¿Cuándo lo conoció?
Juan Gabriel me recibió en su casa de Santa Mónica y en dos días que estuve con él comprobé su inmensa cultura musical y un amor por la música folclórica y regional formidable. Me regaló como 40 discos. Por cierto, que estaba entonces inmerso en la grabación de un disco, así que me llevó a su estudio y me encontré con que había colocado los muebles de casa, tresillos, mesas, de todo. Y allí cantaba. Juan Gabriel era muy generoso. Una vez actué con Isabel Pantoja, con quien he hecho dos discos sinfónicos y la música para sus dos películas, y nos mandó un mariachi con su avión para que lo tuviésemos en el estreno. Encantador, supereducado, respetuoso y con un éxito tremendo no solo con las mujeres, también con los hombres. Como locos.
El México actual está lejos de aquel sueño en el que triunfaban los artistas españoles hace 20 o 30 años. Hoy es un país muy difícil, el narco campa a sus anchas, la violencia parece imposible de erradicar y los medios traen diariamente ‘la nota roja’. ¿Hay lugar para la esperanza?
Quiero creer que hay lugar para la esperanza. Ahora el narco está más deslocalizado, existe efectivamente la nota roja, pero también existe la vida en el interior y en otras muchas ciudades que no está tan afectada por eso y es completamente diferente. Es un México tranquilo, pacífico y acogedor en el que la gente adora la música, paga entradas por asistir a conciertos, le gusta las bandas de música, el mariachi, la música norteña, el reguetón y los nuevos sonidos modernos. Los grupos de rock respetan la música tradicional, la mayor parte del público de los Grammy Latinos son mexicanos... Ese México existe y convive con el otro, el del narcotráfico y la violencia, que es terrible. Pero a México se puede y se debe ir sabiendo adonde no ir.
Me consideraron un intruso y creían que ganaba más dinero del que en realidad ganaba”
Ha definido a los músicos de las orquestas sinfónicas y las bandas como “guardianes de la excelencia”. ¿Cree que prestamos demasiada atención a productos en detrimento de la música verdadera?
Una banda sinfónica es a la música lo que una biblioteca a los libros o una pinacoteca a los cuadros. Ellos son quienes la mantienen viva. Un cuadro en casa puedes admirarlo pero una partitura en un cajón… No dice nada. Tiene que ser interpretada. Sí, un triunfito está en una academia unos meses pero resulta que para tocar un violín se necesitan doce años. Son los guardianes de la excelencia por eso y porque han estudiado para interpretar cualquier partitura que alguien pueda escribir, lo que sea, sobre un pentagrama.
Lleva 30 años acudiendo a los estudios Abbey Road de Londres. ¿Por qué?
Para mí es la catedral del sonido para orquesta sinfónica. Hay otros estudios buenísimos, como La Granja de Hamburgo para la Deutsche Grammophon, pero hazte esta pregunta: ¿por qué John Williams [autor de las BSO de Star Wars, Supermán, ET, Tiburón, Indiana Jones, entre muchísimas otras] viaja de Los Ángeles a Londres para grabar allí? Los músicos ingleses, además del oficio de tocar, tienen el de grabar. Jamás podrás culpar a los ingleses de que aquella grabación salió mal. El primer concierto que hice fue con ellos, en 1982 en el Auditorio de Palma, con el disco Zarzuela. En 1985 hice otro en el Bernabéu para 80.000 personas. He hecho publicidad, he grabado para otros… Me conocen muy bien, yo a ellos y es mi orquesta de referencia. Cuando se celebraron los 60 años de Abbey Road invitaron a doce o catorce artistas ya allí estaba yo con Paul Simon, Eric Clapton, etc. Un honor.
En una entrevista, Joaquín Cortés vino a decirme que en España sí se sentía querido pero no lo suficientemente respetado en comparación con la admiración que genera en el extranjero. ¿Tiene usted una sensación parecida?
Es que la valoración es distinta. Paul McCartney, con el que he colaborado durante diez años, me entregó el Friends Honour Award del Liverpool Institute for Performing Arts. Es un ejemplo. Con decir “Este señor es director de orquesta”, ya la actitud cambia. Porque fuera, la valoración del trabajo musical y de la danza está en otro punto. Yo me siento en España muy a gusto, he vendido muchos discos y la gente me reconoce. Creo que Joaquín se refería a algo como lo que te digo. En España, en general, somos muy intensos; tenemos el número 1 del tenis o nada. O el mejor patinador. No hay un tercero o un quinto. Somos así.
¿Sobran talent shows y faltan programas musicales? Absolutamente. Es una falta de responsabilidad social de las televisiones, aunque sean empresas privadas”
¿Sobran talent shows y faltan programas musicales en televisión?
Absolutamente. Es una falta de responsabilidad social de las televisiones, aunque sean empresas privadas. Están matando el crisol del que nace lo que ahora mismo ellas enfatizan: si los concursantes versionan canciones o aspiran a cantar como alguien y ese alguien no dispone de un espacio para mostrar su trabajo… Un canal temático de música, no solo para emitir videoclips sino que incluya entrevistas, charlas TED, etc., está haciendo falta.
Ha trabajado como director, arreglista o compuesto con Plácido Domingo, Antonio Flores, José Carreras, Julio Iglesias, Paco de Lucía, Tino Casal, Nino Bravo, Mecano… Incluso Almodóvar McNamara grabaron en Scorpio, su estudio, el tema Voy a ser mamá. ¿Quién es más grande entre los grandes?
Hay un ser que es estratosférico y es Plácido Domingo, de quien además tuve el honor de organizar su 70 cumpleaños. He trabajado con él y es extraordinario. Todo lo que hace. Y el tenor que más arias y óperas ha grabado. Él otro sería Paco de Lucía. Y luego, los demás. Y en ese inmenso grupo tenemos artistas buenísimos. Cuidado, que en nuestro trabajo también necesitas la suerte.
¿Cuál fue el momento de su vida en que la suerte lo cambió todo?
Una noche me senté en una cena al lado del presidente de CBS Europa. Mis discos orquestales salían muy caros en comparación a lo que se esperaba vender: un número 1 vendía 50.000 y el coste de mi proyecto ascendía a 100.000. Yo ya había tenido éxitos con CBS, por ejemplo, con Mecano, pero… Hablaba el inglés justo para hacerme entender y ese directivo me preguntó si tenía algún proyecto. Le expliqué este añadiendo que sabía que no era viable. Al término de la cena dijo en la mesa: “El proyecto de Luis Cobos comienza el lunes”. Él veía que a nivel europeo era asequible. Y vendí no 50.000 copias sino un millón. Se me abrieron las puertas del negocio.
Luis Cobos hizo algo prohibido por popularizar la música clásica y particularmente la zarzuela en España, acercándola a un público que no puede permitirse acudir a ver una sinfónica. Fue número 1 absoluto. Su atrevimiento, incluir bases de batería, no fue recibido con aplausos por muchos puristas. ¿Le han perdonado?
No sé si eran puristas de fumar puros (risas). Yo estaba en el núcleo de la música pop, en aquel estudio, Scorpio, que se convirtió en un lugar de culto. El único modo de que la música llegase al público era a través de la FM. Sabía que si grababa un disco de clásica no se iba a vender a menos que incluyese un elemento que la gente joven reconociese. Tenía toda la tecnología para introducir la bases de ritmos, así que mezclé las perlas de la zarzuela por afinidad y estructura compositiva. Sonaba tan fuerte el ritmo porque el ingeniero, mi amigo John Kurlander –ahora está en Los Ángeles con George Lucas–, quiso que sonara así de alto. Yo no lo veía y él insistió. Sin que lo viera subió el potenciómetro. ¡Yo pensaba que me echarían del planeta! Lo enviamos a España desde Londres y enseguida se vendieron las primeras 200.000 copias y subió a número 1 de los 40 Principales.
Este disco es emocional y yo he convencido a la orquesta para seguir el estilo y autenticidad del mariachi y no al revés. No es fácil convencer a la mejor orquesta del mundo que deben tocar como tocan esos de ahí”
¿Ha recibido alguna disculpa de quien le criticase por aquello?
Bien, algunos colegas pensaron que de dónde había salido yo, porque no estaba en el circuito. Y me he ido convirtiendo en el director de referencia cuando las orquestas o bandas quieren hacer una campaña, como la de este lunes en Madrid para reclamar que se reconozcan las patologías que se les generan a los músicos cuando tocan, que son muchas.
¿Lo consideraron un intruso?
Me consideraron un intruso y creían que ganaba más dinero del que en realidad ganaba (risas).
Y eso en este país, duele.
Así es. En América, en cambio, no pasa esto. Kurlander me explicó la diferencia entre un europeo y un estadounidense: “Mira, nos paramos en un semáforo y mientras yo voy en un utilitario, el de al lado lleva un Rolls Royce. Si soy inglés, diré que ese señor un día irá en un coche como el mío mientras que si soy americano, diré que un día tendré un coche como el suyo”.
Si todos los músicos de la orquesta conocen la pieza de memoria e incluso tienen la partitura delante, ¿cómo podemos distinguir la marca de un director? Me refiero a cómo distinguir a Luis Cobos de Zubin Mehta, Baremboim, Karajan o Bernstein?
Escuchando. La labor de un director no es marcar, en realidad vamos un poquito por delante de la orquesta. Tú eres la referencia visual y los ves a todos a un tiempo. Lo más importante es transmitirles la emoción de una partitura y la de ellos, transmitirla al público. Este disco es emocional y yo he convencido a la orquesta para seguir el estilo y autenticidad del mariachi y no al revés. No es fácil convencer a la mejor orquesta del mundo que deben tocar como tocan esos de ahí. Les pido que lo oigan y claro, es difícil, no les sale. Pero ese el desafío. Esa emoción que te llega a través de la música cuando conduces solo en tu coche, eso es lo que hay que lograr.
¿Y no le salen músicos díscolos?
También hay una pelea psicológica: te pones sobre la tarima y a unos les caes bien y a otros no; debes convencerles de que no les vas a llevar como un GPS malo a un pantano (risas). Hay que generar confianza los primeros minutos, si bien tú eres la autoridad, conocen la disciplina. Son excelentes, no puedes engañarles sino hacerles entender que lo que les pido es lo que necesita ese concierto. Es un trabajo fascinante.