Antonio de la Torre: “En el más absoluto de los silencios puedes escuchar cómo chillan las hormigas”
Estreno de cine
En ‘La noche de 12 años’ uno de los más respetados actores españoles encarna al expresidente uruguayo Pepe Mujica durante sus años de reclusión y tortura
No importa en cuántas películas intervenga un actor si de él (o ella) brota el talento de Antonio de la Torre. Hace cualquier cosa y lo hace muy bien. El año pasado viajó a Uruguay para rodar los exteriores de La noche de 12 años, de Álvaro Brechner, en que da vida al expresidente uruguayo Pepe Mujica. El veterano político, que en sus años jóvenes fue guerrillero tupamaro, consiguió sobrevivir junto a dos compañeros, Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof –que interpretan Alfonso Tort y Chino Darín– a 12 años de cautiverio en los que fueron torturados psicológicamente. Los carceleros tenían orden expresa de no dirigirles la palabra, fueron privados de sueño, de higiene, de luz, de cualquier tipo de elemento que les recordase su condición de seres humanos.
Los tres pudieron vivir para contarlo. La llegada de la democracia a Uruguay les devolvió la libertad y si Mujica llegó a presidente del país, Huidobro fue ministro de Defensa con él y con Tabaré Vázquez. Rosencof ejerció como director de Cultura de la Intendencia de Montevideo y continúa hoy con su labor como escritor y columnista. Los tres nos explican en este filme cómo se las ingenia el ser humano para escapar de la locura.
Gente del equipo con quienes había trabajado antes me decían que parecía otra persona. Cuando estás muy muy delgado, tienes dos comportamientos: aletargamiento y el contrario, una ansiedad tremenda”
Antonio de la Torre es, entre muchas otras cosas, un actor capaz de engordar 20 kilos y de perderlos si el guión lo exige. ¿Ha sido especialmente duro este rodaje?
El rodaje siguió un cierto orden cronológico. Los interiores fueron en España y los exteriores en Uruguay. Cortamos para recuperar peso, particularmente para los flashbacks en Uruguay. No quiero darte una respuesta fácil; en realidad, lo más difícil es pillarle el alma al personaje. Así, hubo que practicar el acento y estudiar su cultura. El director me pidió que quería escucharme hablar en todo momento. Que le hablase de qué había desayunado, del fútbol, de lo que fuese, pero que tenía que hablar con acento uruguayo todo el tiempo, lo que me pareció muy bien. Naturalmente está la pérdida de peso y la dieta, que puede ser terrible. Llega el momento en que te obsesionas y lo pasas realmente mal. Gente del equipo con quienes había trabajado en otras ocasiones me decían que parecía otra persona. Cuando estás muy muy delgado, tienes dos comportamientos: uno es de aletargamiento y el otro, justo el contrario, una ansiedad tremenda. Sale el hombre primitivo que llevas dentro, como dijo Mujica.
Imagino que ese estado también te ayuda, en un guión como este, a construir el personaje. Recuerdo la escena encerrado en el palomar, dando vueltas y volviéndote loco.
Me alegro mucho de que recuerdes precisamente esa secuencia. En guión era solamente una línea: “Secuencia 37. Mujica empieza a escuchar voces”. Y el director le dijo a acción y no cortó hasta 33 minutos después ¡Rodó 33 minutos dando vueltas en el palomar!
¿Has podido conocer en persona a Pepe Mujica?
Sí estuve dos veces con él en su casa, en el campo. Hablamos de cómo fue su experiencia, cómo se sentía… Naturalmente, además hay mucho material de él, he leído mucho y he visto muchos vídeos.
¿Cómo crees que consiguió superar todo aquello y ser un buen presidente? Gobernó también sobre aquellos que lo torturaron durante 12 años.
Él experimentó una evolución política. Venía de ser guerrillero, aunque él decía “éramos políticos en armas”. Mujica evolucionó, tomó conciencia de hacia dónde debe dirigirse el ser humano. Llegó a decirme: “Para mí la violencia, la guerra, es algo primitivo. La humanidad con la que yo sueño debe resolver sus conflictos de forma no violenta”.
¿Coincidió tu percepción con lo que transmitía Mujica en aquel reportaje de Jordi Évole o viste en él alguna sombra?
Nadie es perfecto y Mujica es un ser humano. Yo lo calificaría de un ser sin ninguna vanidad. Nos ayudó con la película porque entendía que la hemos hecho con alma, según sus palabras. Que nos acercamos a su vivencia con esfuerzo y pasión. Nos ayudó por eso, no porque a él le importe un pito salir en una peli. Cuando le dijeron que yo lo interpretaría, me miró, levantó una ceja y dijo. “¿Vos? Bueno alguien tiene que hacerlo” (risas).
Mujica evolucionó, tomó conciencia de hacia dónde debe dirigirse el ser humano. Llegó a decirme: “Para mí la violencia, la guerra, es algo primitivo. La humanidad con la que yo sueño debe resolver sus conflictos de forma no violenta”
Vayamos de nuevo a la película. “Los vamos a volver locos”, dice un militar. Y esa era la intención última, al privarlos de todo elemento físico y cambiarlos cada cierto tiempo de lugar. Con Mujica estuvieron a punto, ¿verdad? Quiero decir que llego a perder la conexión con la realidad.
Él estuvo siete años sin leer nada. Y durante dos años, sumido en una paranoia. Estaba convencido de que le leían en el pensamiento, que no pensaba con claridad porque le habían puesto un aparato que le interfería, o que no podía parar de pensar, que le grababan…
Esto se mezcla con flashbacks antes de ser capturado.
Sí, ahí la película viaja al bar La Vía, donde estaba reunido clandestinamente con unos compañeros y del que al huir, le dieron cinco tiros. Mujica estuvo a punto de morir; perdió el bazo y medio pulmón. En la película lo que pretendemos es que ese hecho real, Mujica lo recuerde de manera alucinógena.
El código casi morse que inventan Huidobro, alias Ñato, y Rosencof, alias Ruso, para hablar a través de golpes en la pared, les salvó de caer en la locura. Es fascinante ver cómo el ser humano se las apaña para tratar de entretener la mente.
Lo primero que se dijeron fue Feliz Navidad. Eso está basado en el libro Memorias del calabozo, de la editorial Txalaparta, que Huidobro y Rosencof escribieron a dos manos para contar sus vivencias. Es el testimonio que ellos dejaron de aquellos años. ¿Sabes que en el más absoluto de los silencios se puede oír chillar a las hormigas? Pepe Mujica hubo un momento en que llegó a escucharlas chillar.
Solo cuando te enfrentas a una situación desesperada, te das cuenta de tu verdadera fortaleza. En una situación así, no sé adónde llegaría la mía”
¿Crees que el speech que su madre le da a Mujica, en que le pide que resista, lo abofetea incluso, le supuso un clavo al que agarrarse?
Mujica decía: “Lo poco que se consiguió, lo conseguían las viejas”. Nos envió un mensaje muy cariñoso , En su nombre y también el de tantos compañeros anónimos. También dijo que no la quería volver a ver, que le recordaba mucho a su madre, a su hermana, que le removía cosas y le resultaba muy duro. La figura de su madre fue muy determinante en la vida de Mujica. A una mujer de mucho carácter y la actriz que la interpreta, Mirella Pascual, es increíble. Te recomiendo Whisky, una película uruguaya sensacional.
La charla de la doctora [Soledad Villamil] también le resulta muy útil. “Agárrese a lo que pueda”, le dice a tu personaje. ¿A qué crees que recurrirías tú si te vieses en una situación semejante?
No tengo ni idea, de verdad. No sé si sobreviviría. Solo cuando te enfrentas a una situación desesperada, te das cuenta de tu verdadera fortaleza. No sé adónde llegaría la mía. Pepe Mujica reflexionaba que, normalmente, los que tenían más conciencia política, resistían mejor. Los otros caían antes, se desmoronaban psicológicamente. La firmeza política, la ideología, ayudaba a resistir: tengo unos ideales y tengo que luchar por ellos. Se lo dice Huidobro al militar: “Yo acepto mi destino. Ni usted ni nadie me va a dar por derrotado”
“La humanidad siempre fue salvada en el último minuto por un pelotón de fusilamiento”. Es una de las frases más inquietantes que he oído. La dice el mismo militar en la película. Lo grave es que hay gente que realmente piensa así y más grave es aún ese fascismo que ya no se esconde.
Hay que intentar no quedarse preso del odio, como decía Mujica. Al violento no se le puede responder con violencia. Entiendo que es difícil pero al fanatismo se le combate con ideas, con moral, con convicción. Yo pienso que la violencia nunca está justificada pero sí que en ocasiones tiene explicación; en zonas muy deprimidas, la gente muy desesperada es caldo de cultivo para el fanatismo. Aparte, está el disparate de las armas. En EEUU suceden tantas matanzas porque la gente tiene armas; habrá muchos locos pero seguro que aquí también los tenemos y cuando se arma, da tiempo a capturarlo, como el que quiso atentar contra Pedro Sánchez.
¿Cuál es tu próximo proyecto?
He rodado La trinchera infinita, con los directores de Handia, inspirada también en hechos reales. Trata sobre los topos, principalmente alcaldes republicanos, que se escondieron a medida que Franco iba ganando la guerra. Construían unos zulos dentro de casa, debajo de la escalera o donde podían, y allí permanecieron hasta 1969, en que Fraga promulgó el decreto de cancelación jurídica de la guerra civil. Hay un libro de Manu Leguineche y Jesús Torbado, que se llama Los topos, que lo documenta muy bien. Yo interpreto a uno de esos alcaldes.
¿Estar en todas las películas? Lo que ocurre es que a veces esas películas tienen mucha visibilidad. Salen nominadas a los Goya, y yo he tenido la suerte de que recientemente he estado en algunas”
¿Cómo se vive siendo uno de los actores más demandados?
No se yo si eso es así como dices. Pero en fin, bien, contento con la humildad de pensar si esto se acabará algún día, tratando de currármelo… La mejor manera de mantenerse es esforzarte y hacer un buen trabajo. Creo que cada película te va a llevando para la siguiente. Dentro de que yo estoy en el 8% de actores que pueden vivir de este trabajo, no hago tantas películas al año. El año pasado hice dos pero este, solo una. En España se hacen unas 100 películas al año y yo estoy en dos. Y es genial, muchos compañeros no tienen esa suerte.
En cualquier caso, vienes haciendo protagónicos muy potentes. Acabamos de verte en El Reino.
Lo que ocurre es que a veces esas películas tienen mucha visibilidad. Salen nominadas a los Goya, y yo he tenido la suerte de que recientemente he estado en algunas: el mismo año estuve en Que Dios nos perdone y Tarde para la ira. Ponías “ mejores películas “ y en las dos se veía mi careto. De hecho, un tío en Twitter hizo una cosa muy graciosa, un montaje en el que en el cartel de Julieta, de Almodóvar, Adriana Ugarte levantaba una tela y en lugar de Emma Suárez salía mi cara, bajo el árbol de Un monstruo viene a verme, también, en El hombre de las mil caras una era la mía… Vamos, que en todas las de ese año salía mi cara (risas).