Rusia envenena la política inglesa
Informe de los Comunes
Londres ignoró la posible injerencia de Putin en el referéndum del Brexit
La gente razonable y sensata no cree en las teorías de la conspiración, pero haberlas, haylas, como las brujas, y con grados distintos de credibilidad. Del cero al diez, la de que Elvis sigue vivo tiene un 0,001 de verosimilitud, las del asesinato de Diana o que la llegada del hombre a la luna fue grabada en un estudio de televisión digamos que un dos o tres, que el establishment industrial estadounidense mató a Kennedy un seis o un siete, y la injerencia rusa en el Brexit o las elecciones británicas un ocho o nueve. El informe publicado ayer por el Comité de Inteligencia de la Cámara de los Comunes no ha hecho nada para desmentirlo, más bien todo lo contrario.
El documento de cincuenta páginas, con más tachones en negro que frases completos por supuestas “razones de seguridad nacional”, es demoledor. No tanto por las acusaciones contra Moscú -que no las hay como tales- sino por las que hace contra Londres, y en concreto los gobiernos de Theresa May y Boris Johnson, que “tuvieron razones para pensar en una injerencia extranjera para violar el proceso democrático de este país y optaron por hacer la vista gorda”.
Que individuos llamados Dimitri, Vladímir o Tatiana jaquearon ordenadores, crearon bots (voces automatizadas de internet) y utilizaron las redes sociales para influir en los referéndums de Escocia y del Brexit, y en las elecciones británicas del 2017 y el 2019, es una especulación que viene de largo, alimentada por lo que pasó en las norteamericanas del 2016 con los e-mails de Hillary Clinton, y por pruebas circunstanciales de diversa naturaleza. El esperado informe del comité parlamentario, elaborado en base a investigaciones de inteligencia y la opinión de analistas independientes, no dice ni que sí ni que no. Pero que puede ser, y el Gobierno, por las razones que sea, ha preferido mirar hacia otro lado.
Entre esas “razones que sea”, tiene considerable peso que tanto en las consultas de Escocia en el 2014 como del Brexit en el 2016 ganó la opción que deseaba y por la que había hecho campaña el establishment, que ni May ni Johnson quisieron poner en tela de juicio la validez de sus triunfos electorales. Y que cuestionar la “decisión del pueblo” de divorciarse de la UE ha sido convertida por los triunfadores euroescépticos en una herejía, ya sea las violaciones del tope legal de gastos o las falsedades y desinformaciones realizadas por los partidarios de la salida, el uso inapropiado de bases de datos para llegar a los votantes, o la injerencia rusa.
DENUNCIA
Los gobiernos de May y Johnson actuaron de manera irresponsable al decidir no hacer nada
Pero el hecho de que el informe del Comité de Inteligencia fuera elaborado hace ya dieciocho meses, y que Boris Johnson lo haya tenido bloqueado desde marzo del año pasado, habla por sí solo. También que ayer el ministro de Asuntos Exteriores, Dominic Raab, decidiera desoír la recomendación de investigar el tema más en profundidad, “porque no hemos visto ninguna prueba de interferencia exitosa por parte del Kremlin en el referéndum del Brexit o en las elecciones del 2017, no disponemos de ninguna nueva información para pensar lo contrario, y hacer un análisis retrospectivo no es necesario”. Boris se lava las manos, como Pilatos. Pero, en cambio, su cuadrilla de euroescépticos no ha tenido pelos en la lengua al acusar a Putin de haber intentado ayudar al líder laborista, Jeremy Corbyn, en las elecciones del pasado diciembre, filtrándole documentos sobre las negociaciones comerciales con Washington.
El devastador documento compara la investigación realizada en Estados Unidos en cuestión de un par de meses después de los indicios de injerencia rusa en sus comicios con la actitud de balones fuera de las Administraciones de Johnson y May; resalta la exagerada influencia del establishment de Moscú en los estamentos de poder del Reino Unido mediante donaciones al Partido Conservador, trabajos bien remunerados ofrecidos a los miembros de la Cámara de los Lores y acceso casi ilimitado del dinero ruso, a través de personas del
círculo del presidente Putin, a organizaciones políticas, culturales, académicas y caritativas de este país; el blanqueo de rublos en la City de Londres; la enorme presencia de oligarcas de la antigua URSS en la capital británica, a la que se apoda Londongrado ; y hace constar el asesinato del espía Alexander Litvinenko en noviembre del 2006, y el intento contra la vida de Sergei Skripal y su hija hace dos años .
“El Brexit siempre fue un regalo para Putin porque ha dividido y aislado tanto al Reino Unido como a la Unión Europea”, ha tuiteado el político belga y miembro del Parlamento Europeo Guy Verhofstadt, que nunca tiene pelos en la lengua, y por lo menos en este caso parece pensar que ha habido juego sucio. Sin llegar tan lejos, la primera ministraescocesa, Nicola Sturgeon, y los partidos británicos de oposición han criticado la irresponsabilidad del Gobierno al ignorar las alegaciones e indicios de interferencia rusa.
El Gobierno Johnson y sus seguidores no creen en la teoría de la conspiración de la injerencia de Putin, pero sí en la de una campaña proeuropea para impedir todavía a estas alturas que se implemente el Brexit, y sobre todo para desacreditar como poco democrático el resultado del referéndum, para ellos el primer mandamiento de la biblia política contemporánea. “La interferencia rusa se ha convertido en un mito de los remainers duros para pasar por alto la voluntad del pueblo”, dice el multimillonario rusófilo Arron Banks, uno de los principales donantes de los tories .
DEFENSA
Downing Street alega que nunca ha habido pruebas o indicios claros de interferencia
El informe del Comité de Inteligencia de los Comunes concluye que ha habido un claro intento del Kremlin de influir en el proceso democrático británico, probablemente desde el referéndum de independencia escocés, pero que no puede afirmar si ha tenido o no éxito, porque los gobiernos de turno han mirado hacia otro lado en vez de intentar defender las instituciones.
¿Tiene el primer ministro las manos limpias? ¿Ha actuado de acuerdo a los intereses nacionales? ¿Es Putin un supervillano con poder para meter cuchara en las elecciones de otros países, o se trata de intentos patosos de hacerlo por parte de una burocracia estatal caótica? ¿Seguiría el Reino Unido en Europa de no haber habido trampas en el referéndum? ¿Ha sido corrompida la democracia británica? Las respuestas dependen de cuánto crea uno en las teorías de la conspiración.