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Jornada de reflexión con Yo-Yo Ma

El chelista de los 19 Grammy dedica la jornada posconcierto en Barcelona a interactuar con músicos jóvenes de la ciudad

El Raval amanecía ayer con las chicas del proyecto social Xamfrà limpiando de jeringuillas y suciedad los jardines de Sant Pau del Camp. Había que dejarlo listo para montar una mini carpa bajo la que Yo-Yo Ma cogería el chelo y tocaría, así, de manera libre y espontánea, para la gente que se acercara. De cara al cuartel de la Guardia Civil y de espaldas a los manteros que viven instalados en tiendas de campaña, el cellista que encabeza todos los rankings –19 Grammy sin ir más lejos–, declaró que iba a empezar la mañana como hacía Pau Casals, esto es, tocando Bach. Y así fue que encaró la suite núm. 1, sin importar que de repente pasaran todos los camiones de la limpieza generando todo tipo de ruidos. Las nubes, eso sí, retuvieron la llovizna hasta que el músico hubo presentado a “mi gran amiga” Andrea Motis y hubieran repetido el bis de la noche anterior en el Palau, un delicioso Cant dels ocells en el que ella canta en canon con el cello y luego coge la trompeta.

“Es muy generoso por su parte que invite a colaborar a alguien mucho más joven y que no es de la clásica. Pero él está muy abierto a todo tipo de música. Yo no le conocía y he visto que ha colaborado con Bobby McFerrin y tiene un disco de brasileira, Obrigado Brasil...”, comentaba Motis. Luego por la tarde, ensayarían y tocarían juntos en el Conservatorio del Liceu Samba em preludio, de Vinicius de Moraes, con Joan Chamorro al contrabajo.

Yo-Yo Ma se lleva un grato recuerdo de Barcelona a juzgar por su intensa dedicación, ayer, a interactuar en el Raval con organizaciones sociales y proyectos pedagógicos, como Xamfrà, el Conservatori del Liceu y la Sant Andreu Jazz Band. Le interesa eso de tomarle el pulso a la repercusión que tiene la cultura en la sociedad, y allá donde va se reúne con músicos locales y asociaciones por la inclusión social.

Yo-Yo Ma en la mañana de ayer interpretando El cant dels ocells con Andrea Motis a la trompeta, en la plaza de Sant Pau del Camp

“Me siento como en casa, porque Barcelona y el Liceu eran la casa de Pau Casals. Hace dos días fui a su museo en El Vendrell y descubrí que, a mis 63 años, sigue siendo mi héroe. Casals pensó que la belleza es un derecho humano, y se aseguró de que llevar esa belleza a todo el mundo en el peor de los tiempos, para dar esperanza. Eso que siempre decía él de que en primer lugar era un ser humano, en segundo músico y en tercer lugar cellista, lo creo de veras. Y lo que estáis haciendo hoy me hace profundamente feliz”, dijo a los jóvenes que ocupaban el escenario del Conservatori.

La suya sí que era una jornada de reflexión. Y sin embargo, ningún político de la ciudad asomó la nariz para verle compartir, cooperar, construir. O visibilizar, como es el caso de la pareja siria que forman el guitarra Ahmad Dyab y la cantante Assel Massoud –“hola, soy médico y estudio en el Conservatori, voz soprano y guitarra flamenca”– que con su música enlazaron Barcelona al Mediterráneo y la ruta de la seda.

La séptima maravilla en maridaje estilístico sonó al incorporarse Yo-Yo Ma al inclasificable dúo Marco Mezquida-Chicuelo. “Le hemos propuesto tocar La canción de Tina, de nuestro segundo trabajo juntos No hay dos sin tres, porque es una melodía romántica en la que el cello se podrá lucir”, comentaba el primero . “Sí, al ser una partitura nuestra el que va más perdido aquí es él, pero lo disimula porque es un artista muy expresivo”, bromeaba Chicuelo. “Cuando son músicos de verdad no se necesitan las palabras”.

Sí, sí. Yo-Yo Ma se dedicaba a todo esto con frescura y buen humor tras haberse entregado la noche antes a la integral de las Suites de Bach, que este músico estadounidense, nacido en París y de origen chino, hace invariablemente sin pausa y sin partitura. Eso sí, arengaba al público al final de cada suite, cual futbolista que acaba de marcar el penalti de su vida o que necesita ánimos para remontar el partido.