Desastre militar, victoria política
La ofensiva del Tet de 1968 fue un fracaso para el Vietcong pero marcó el inicio de la derrota de EE.UU. en Vietnam
Numerosos ciudadanos de Ho Chi Minh City, la antigua Saigón, se sorprendieron la última semana cuando se toparon con decenas de artistas y de acróbatas disfrazados de soldados y campesinos de medio siglo atrás. La escenografía formaba parte de los actos oficiales que se han celebrado en la capital económica de Vietnam para conmemorar el 50.º aniversario de la ofensiva del Tet de 1968, la oleda de ataques que los guerrilleros del comunista Frente de Liberación Nacional de Vietnam (Vietcong) lanzaron contra Vietnam del Sur y EE.UU.
Aquella operación, desencadenada bajo la luna nueva del cambio de año, fue un desastre militar, que se saldó con decenas de miles de muertos entre las filas comunistas. Sin embargo, se convirtió en una victoria política al conmocionar a la sociedad estadounidense con los horrores de una guerra que tenía lugar a 10.000 kilómetros de su país y motivarla para exigir a Washington el fin del conflicto. Fue el principio del fin de la aventura de EE.UU. en Vietnam y su primera derrota militar. Una gesta que llevó a Nguyen Thien Nhan, secretario general del Partido Comunista de Ho Chi Minh City, a declarar el pasado miércoles: “Siempre nos sentiremos orgullosos de la ofensiva del Tet de 1968”.
El Tet Nguyen Dan o Año Nuevo Lunar es la fiesta más importante para los vietnamitas. Es una fecha que se celebra en familia bajo el estruendo de petardos y fuegos artificiales y un intenso olor a pólvora. Aquel año de 1968, en plena guerra de Vietnam, las tropas estadounidenses y de Vietnam del Sur esperaban la llegada del Tet para una tregua fugaz. El olor a pólvora lo inundó todo, pero no eran petardos lo que estallaba. La noche del 30 al 31 de enero de 1968, aquella anhelada pausa se convirtió en un infierno.
Las tropas de Vietnam del Norte y los guerrilleros del Vietcong lanzaron un ataque sorpresa a gran escala, con más de 80.000 hombres, contra cientos de objetivos por todo Vietnam del Sur. Asaltaron ciudades, aeropuertos, bases militares e instalaciones gubernamentales. Nadie se lo esperaba. “Al principio nos pensábamos que eran petardos y fuegos artificiales para celebrar el Tet, pero luego nos dimos cuenta que eran balas y bombas del Vietcong”, explicó Jackie, un guía turístico que entonces tenía 18 años y colaboraba con los estadounidenses.
El entonces secretario general del Partido Comunista vietnamita, Le Duan, había ordenado la ofensiva para forzar la situación. Estaba convencido de que la población de Vietnam del Sur se levantaría en armas y saldría en su apoyo. Se equivocó. Nadie les secundó y en pocos días el ataque fue repelido en casi todos los frentes y murieron más de 50.000 combatientes comunistas.
Pero esta derrota militar se convirtió en una victoria política para el Vietcong. Fue un episodio cuyas imágenes conmocionaron a la opinión pública de EE.UU. y fueron decisivas para que Washington iniciara aquel mismo año una retirada progresiva de sus tropas. El asalto a su embajada de Saigón, que fracasó pero dejó a cinco estadounidenses muertos, y la foto de la ejecución a sangre fría de un prisionero comunista por el jefe de policía de Vietnam del Sur fueron determinantes.
Aun hoy, cincuenta años después, la imagen del general Nguyen Ngoc Loan apuntando a la cabeza del guerrillero del Vietcong Nguyen Van Lem, es una de las fotos más icónicas de la guerra de Vietnam. “Estos hombres matan a mucha gente de nuestro pueblo, y creo que Buda me perdonará”, le dijo Loan a Eddie Adams, el fotógrafo de Ap que inmortalizó aquella ejecución el primero de enero de 1968 y luego la explicó en una entrevista.
Fue un acto que el jefe de policía justificó porque al prisionero lo atraparon junto a una fosa común con 34 cuerpos de policías, amigos y seis ahijados de Loan. El general, un militar mujeriego al que le gustaba leer poesía y tener rosas rojas en su despacho, no se lo pensó dos veces y disparó a bocajarro. Al final de la contienda, huyó a EE.UU. y regentó una pizzería en Virginia hasta 1991 en que fue reconocido y amenazado. Cerró el negocio y se trasladó a Washington, donde murió de cáncer en 1998. Cincuenta años después su gesto perdura como una de las imágenes más representativas de la guerra de Vietnam.