Hace un año, el 19 de diciembre a las 20.02 horas, un terrorista islamista irrumpió con un camión robado en el mercado navideño de Breitscheidplatz, en Berlín, y arrolló a la multitud. Murieron doce personas, once de ellas en el mercado; la duodécima fue el chófer del camión. Ayer, primer aniversario del atentado, se inauguró en el lugar de los hechos un memorial por las víctimas, en una fría jornada de lluvia fina y sentimientos que iban de la tristeza a la indignación, pues los damnificados sostienen que las autoridades no les asistieron como debían.
La canciller, Angela Merkel, presente en los actos de ayer, admitió los fallos y prometió mejoras, mientras que el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, habló así de las autoridades: “Debemos aclarar las negligencias y aprender de nuestros errores”. También se disculpó el alcalde gobernador de Berlín, Michael Müller, pues la administración local, con su conducta burocrática, causó también dolor añadido a las familias.

El lugar del memorial acogió una vigilia en recuerdo de las víctimas
El memorial inaugurado consiste en una grieta de 14 metros de metal dorado que recorre la escalera de la plaza, simbolizando las vidas rotas por el asesino. En la escalera está grabada la frase: “En memoria de las víctimas del ataque terrorista del 19 de diciembre del 2016. Por una pacífica coexistencia de todas las personas. En esa noche murieron…”. Y en los peldaños figuran grabados los nombres de los doce fallecidos, con sus países de origen: Alemania, Israel, Italia, Polonia, República Checa y Ucrania.
En torno al memorial, la gente fue depositando flores blancas y velas encendidas. “Durante todo este año ha venido gente a traer flores y velas a la iglesia, a escribir sus pensamientos en el libro de condolencias; lógicamente más en los primeros días, pero ha sido bastante sostenido en el tiempo”, explicó recientemente a los corresponsales extranjeros Martin Germer, uno de los pastores de la moderna iglesia luterana del Recuerdo del Káiser Guillermo, que está en la misma plaza. Según Germer, “eso ha añadido nuevo significado al que ya tenía este lugar respecto a las guerras mundiales, la paz y la reconciliación”. En efecto, la iglesia antigua homónima, que se yergue junto a la moderna, fue bombardeada en la Segunda Guerra Mundial, y mantenida en ruinas como llamada de alerta por la paz.
Por la mañana, los actos conmemorativos se celebraron a puerta cerrada con familiares de fallecidos, personas que resultaron heridas en aquel día fatídico (hubo 70 heridos), y mandatarios. Por la tarde, la vigilia se amplió a los berlineses y visitantes que se acercaron al mercado, cuyas casetas cerraron todo el día por duelo. A las 18.30 horas hubo una ceremonia interreligiosa en la iglesia nueva. A las 20.02 horas, momento preciso del atentado, se encendieron velas, y las campanas repicaron durante doce minutos, uno por cada una de las vidas perdidas.