Ensayada con éxito la terapia con perros en menores con trastornos psiquiátricos

El hospital de Mataró estudia cómo las mascotas ayudan a los pacientes ingresados

“Dame la patita”. Un gesto tan simple para un perro puede ser de gran ayuda para mejorar la autoestima y la gestión de las emociones en un adolescente. La acción es sólo un ejemplo de los avances que el hospital de Mataró ha consolidado gracias a las intervenciones asistidas con perros aplicadas como psicoterapia complementaria en niños y jóvenes ingresados en la unidad de Psiquiatría infantojuvenil.

Diez meses de prueba han bastado para consolidar la participación de los perros en las terapias asistidas en el centro de referencia del Maresme. A partir de esta experiencia se ha iniciado un estudio sobre los beneficios de la terapia asistida con perros adiestrados. Según Maite Román, terapeuta ocupacional de salud mental, el éxito de la iniciativa en internos adolescentes da pie a “iniciar la terapia con perros en pacientes adultos” también ingresados en la unidad de psiquiatría del Hospital de Mataró.

La terapia con perros se plantea como complemento psicoterapéutico para trabajar objetivos predefinidos que forman parte de un tratamiento. Permite trabajar áreas motivacionales, físicas, cognitivas, co-municativas, sociales y emociona-les de los menores afectados por distintos trastornos mentales.

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Profesionales de salud mental del hospital de Mataró, con los perros adiestrados para el tratamiento

Todos los menores tratados, que están ingresados una media de 45 días en la unidad psiquiátrica, habitualmente por trastornos de la conducta, de personalidad, de hiperactividad, depresiones o autismo, se han mostrado satisfechos de las sesiones con perros y han requerido estar más horas con ellos. Se constata, por tanto, que la intervención del animal permite al paciente dejar de focalizar la atención en sus propios problemas y muestra un cambio motivacional y conductual.

Entre los beneficios observados en las terapias con perros, Maite Román destaca una mejora de la autoestima, con “cambios en los niveles de motivación y de conducta”. La presencia de los perros en las unidades psiquiátricas ayuda a mejorar el concepto de hospitalización positiva, que intenta paliar en los pacientes el impacto de estar privados de libertad y sometidos a vigilancia durante las 24 horas del día.

Al tratar con las mascotas, los niños aprenden a controlar sus impulsos, sostiene Román. “El simple hecho de aguantar al perro con la correa y hacerlo estar quieto” ya genera un autocontrol que permite al terapeuta trabajar la empatía e incluso ayudar a gestionar la frustración. “A medida que el perro evoluciona con sus piruetas, el niño también mejora” y aprende que es capaz de hacer lo que se proponga.

En cambio, dar una orden negativa y tajante al perro, al menor le ayuda a trabajar la tolerancia a los límites al tomar conciencia de la necesidad de acatar órdenes de los adultos. Los pacientes que en las terapias “se suelen aislar del grupo” se muestran más integradores con los perros. Los especialistas del hospital de Mataró también esperan poder demostrar que, cuando se estimula el olfato del animal con juegos en los que se le insta a buscar golosinas escondidas, en el menor se están estimulando sus propias habilidades,la memoria, la atención y la concentración.

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