Loading...

La armonización de los horarios laborales con la vida personal apenas avanza en España

Según el barómetro del CIS del pasado marzo, más del 40% de trabajadores afirma que tiene pocas o ninguna facilidad para compaginar la vida laboral con la familiar

Soledad Alonso habla por teléfono mientras su pequeña María, de sólo un mes, duerme. A los 39 años está disfrutando al máximo de su maternidad recién estrenada, aunque meses antes de que se le agote el permiso de maternidad y las vacaciones que se había reservado ya ha empezado a organizar la vuelta al trabajo. “Lo primero que tengo que hacer en cuanto me reincorpore al trabajo es negociar un cambio de horario. También he de tomar toda una serie de decisiones logísticas, desde buscar guardería o una señora que me ayude en el cuidado de mi hija hasta cubrir los huecos con la ayuda de mi familia”, explica.

Es precisamente el día siguiente a la finalización del permiso de maternidad cuando las mujeres y sus parejas –si la tienen– retoman el ritmo habitual de la vida cotidiana y se enfrentan de lleno a las dificultades de sacar adelante a los hijos. Desde ese momento, hay que poner en marcha un complicado juego de equilibrios, condicionado por jornadas laborales interminables y que puede quedar en cuestión de un plumazo por una contagiosa conjuntivitis o una gripe.

El baño de realidad llega cuando buena parte de los padres y las madres trabajadores sufre las dificultades que supone una cultura laboral que en España sigue basada en el presencialismo. Según el barómetro del CIS del pasado marzo, uno de cada cinco trabajadores reconoce que prolonga su jornada laboral todos o casi todos los días. Más del 40% afirma que tiene pocas o ninguna facilidad para compaginar la vida laboral con la familiar.

Expertos como Nuria Chinchilla llevan años insistiendo en que la flexibilidad en el trabajo conlleva menor absentismo, mayor productividad horaria, mayor compromiso y más competitividad, cuestión nada baladí en un país que continúa a la cola entre las economía avanzadas. También se pierde talento: “Para tener un horario compatible con el cuidado de mi hija deberé hacer un trabajo más mecánico y menos reconocido”, admite Alonso.

Los beneficios están ahí, pero los cambios en las empresas, si llegan, se producen muy poco a poco. En la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe) hacen un balance bastante negativo de los avances experimentados en conciliación: el plan Concilia para los funcionarios, puesto en marcha en el año 2005, se ha quedado en papel mojado, mientras todavía son muy pocas las empresas que se han decidido a abreviar la pausa para comer e incluso eliminarla.

Además, la sombra de la crisis económica ha dejado también la racionalización de los horarios fuera de la agenda política. Hasta tal punto, que hace unas semanas diputadas del PSOE y del PP reconocieron el desinterés de sus propias formaciones por la cuestión y pidieron que se recurriera a la iniciativa popular para forzar al Parlamento a legislar.