BP reduce la inversión en energía verde y vuelve a centrarse en las fósiles

Energía

El cambio de estrategia responde a la presión de los accionistas para ganar más

LONDON (United Kingdom), 26/02/2025.- A BP (British Petroleum) sign at a BP petrol station in London, 26 February 2025. In a company statement, BP announced a reduction of over 5 billion dollars in its renewable energy investments annually, focusing on an increase to nearly 10 billion dollars for gas and oil production. (Reino Unido, Londres) EFE/EPA/ANDY RAIN

Un surtidor en una gasolinera de BP en Londres

ANDY RAIN / EFE

Bajo fuerte presión de sus accionistas, que ven como la competencia (Shell, Exxon...) gana mucho más dinero con una estrategia menos consciente de los problemas del medio ambiente, la multinacional British Petroleum (BP) ha reducido significativamente la inversión en energía verde, para concentrarse en la explotación y búsqueda de nuevos yacimientos de petróleo y gas natural.

En los dos últimos años BP ha perdido un 25% de su valor de mercado y se dispone a vender algunas de sus divisiones y activos (la marca de lubricantes Castrol, su red de estaciones de servicio...), así como despedir a 4.700 trabajadores (un 5% de su fuerza laboral), a fin de reducir una deuda de 20.000 millones de euros a unos 15.000 para finales del 2027. Sus ingresos netos el año pasado fueron de 8.500 millones de euros, 14.000 menos que en el anterior ejercicio. Esos resultados comparativamente mediocres han hecho circular rumores de que podría ser objeto de una opa.

La decisión coincide con la pérdida de preocupación por el medio ambiente en Washington y Londres

Como consecuencia de ello, BP ha optado –en palabras de su máximo ejecutivo Murray Auchincloss– a “lo que mejor sabe hacer” y con lo que se hizo nombre y ganó dinero a mantas antes de que la transición a formas de energía verde se volviera un dogma. La llegada a la Casa Blanca del presidente Donald Trump con su lema de drill, baby, drill (perforar a destajo) ha cambiado la dinámica, e incluso el gobierno laborista de Londres está considerando conceder nuevas licencias para la explotación de yacimientos en el Mar del Norte.

“Tenemos que hacer la transición de una manera más inteligente y más eficiente, para maximizar los rendimientos de nuestros accionistas, cuyo dinero es el que financia los proyectos”, dice Louise Kingham, vicepresidenta de la compañía para Europa y el Reino Unido. Hace cinco años, la empresa anunció a bombo y platillo la meta de reducir en un 40% la producción de petróleo y gas para el 2030, dentro del objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados en comparación con los niveles preindustriales. Pero ahora BP ha dado la vuelta a la tortilla.

La multinacional incrementará en un 20% la inversión en combustibles fósiles, a alrededor de 11.000 millones de euros al año (de los que espera un rendimiento del 15%), y a 2,5 millones la producción diaria de barriles de petróleo, al mismo tiempo que va a recortar el dinero para la energía verde en unos cinco mil millones de euros anuales (un 70% respecto a sus planes anteriores).

Una treintena de proyectos ya han sido puestos en el dique seco, y entre los que se enfrentan a la tijera figuran los relacionados con los biocombustibles y la carga de vehículos eléctricos, para los que busca socios con los que repartir la inversión y el riesgo, como ya hecho con los de energía eólica, marina y solar. La idea es concentrarse en el petróleo y el gas, siguiendo la doctrina Trump, para beneficiarse de la subida de su precio desde la pandemia.

Los accionistas de BP se han vuelto impacientes al ver que las acciones de Shell subían de valor un 82% en cinco años, y las de Exxon un 160%, mientras que ellos se tenían que conformar con un 36%. A la presión para cambiar de dirección ha contribuido el fondo de cobertura Elliot Investment, que posee un importante de paquete del 5% del capital.

Para los accionistas se trata de maximizar el valor de la compañía, pero algunos más mentalizados respecto al cambio climático han reunido firmas en contra de la nueva estrategia, alegando que se trata de una táctica cortoplacista que se volverá en contra de BP cuando el petróleo y el gas se conviertan en bienes inutilizables sin valor comercial alguno.

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