La revolución china que hoy infunde respeto es la revolución tecnológica. De ahí que el presidente Xi Jinping haya querido rodearse este lunes de las vacas sagradas del sector, exhibiendo de paso el rostros menos estatista de la economía china. El simposio, en Pekín, ha servido para rehabilitar al fundador de Alibaba y Alipay, Jack Ma, tras años de ostracismo. Pero Xi ha estrechado la mano de muchas otros jefes de multinacionales, hoy conocidas en el mundo entero, que también han aplaudido su aparición en el Gran Palacio del Pueblo. Antes de tomar la palabra, no obstante, Xi ha escuchado sus argumentos y observaciones.
Para demostrar que la República Popular de China aprieta pero no ahoga a la empresa privada, ahí estaban los primeros directivos -y en varios casos fundadores- de Huawei o Xiaomi (mucho más que ordenadores y móviles), BYD (coche eléctrico) o Tencent (videojuegos). O el todavía joven Liang Wenfeng, que el mes pasado trastocó el tablero mundial con la última versión de DeepSeek (IA). Tampoco faltaron los primeras espadas de firmas menos conocidas, pero con mucho recorrido, como CATL (baterías), Will (semiconductores) y Unitree (robótica). Todos hombres, como los jerarcas que tenían enfrente.
Una ausencia estudiada era la del primer ejecutivo de ByteDance, propietaria de TikTok, cuya foto con la cúpula del Partido Comunista de China podría hacerle más mal que bien en su actual litigio en Estados Unidos. Aunque de algún modo, fue Donald Trump quien abrió fuego al invitar a su toma de posesión en fila privilegiada a la plana mayor de Silicon Valley, incluidos Mark Zuckerberg, Jeff Bezos (Amazon), Tim Cook (Apple), Sergey Brin y Sundar Pichai (Google). Elon Musk, como es sabido, se ha permitido muchas más libertades.
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Xi ha estrechado la mano de Liang Wenfeng, fundador de DeepSeek (IA) en un simposio que ha abierto los noticiarios
Nada parecido a la perorata de este en el Despacho Oval se verá en Pekín. Fue Xi Jinping quien hoy llamó a los altos ejecutivos a dar lo mejor de si por “la modernización de China” y por “el socialismo con características chinas”.
Uno de los encargos de Xi Jinping, desde que fuera escogido como secretario general del PCCh a finales de 2012, ha sido evitar la aparición de una élite económica capaz de disputarles la dirección política. Algo de eso pudo barruntar Jack Ma cuando cayó en desgracia hace un lustro.
El simposio de hoy en Pekín pretende servir de estímulo al sector privado chino, reconociendo sus aportaciones y animando a los jefes de las empresas a ir más allá en la internacionalización, al hilo de la pugna tecnológica entre China y Estados Unidos, al rojo vivo tras la irrupción de la IA china Deepseek. Valga decir que incluso en Estados Unidos, hay más ingenieros chinos (38%) que estadounidenses (37%) trabajando en las empresas punteras de IA, en lugares como Silicon Valley.
Paradójicamente, Masayoshi Son, el empresario japonés que ahora promete inversiones descomunales en la IA estadounidense a través de Softbank, hizo la parte más sustancial de su inmensa fortuna como inversor de primera hora de Alibaba, a lomos del despegue de China.
La reunión de hoy debe interpretarse como un gesto conciliador del poder político hacia el sector privado. Xi, por ejemplo, se mostró comprensivo con las quejas sobre la lucha desigual con las empresas públicas en las adjudicaciones de obra pública o en la obtención de determinados materiales y recursos, por no hablar de créditos. El presidente también se ha mostrado sensible a las quejas sobre la morosidad de las administraciones o sobre las multas arbitrarias con las que, a entender de estos, las administraciones locales intentan sustituir los ingresos que antes procedían de la cesión de suelo a las constructoras inmobiliarias, ahora de capa caída.
“Las dificultades a las que se enfrenta el sector privado son producto de la modernización industrial”, valoró Xi Jinping, “por lo que son temporales y pueden ser superadas”.
Aunque Xi intervino en el simposio, este estuvo presidido por el cerebro gris del régimen, Wang Huning. El cónclave contó con la presencia del primer ministro Li Qiang y el viceprimer ministro, Ding Xuexiang y para que no quedara duda sobre el rango del acontecimiento, la noticia abrió los telediarios chinos.
No en vano, para encontrar una reunión de este nivel con el gremio tecnológico habría que remontarse a 2018. El desencandenante, también entonces, fue la batería de aranceles lanzada desde Washington por Donald Trump. Esta vez se han quedado en el 10% y han sido rápidamente replicados, aunque de forma selectiva, por Pekín.
Jack Ma
El fundador de Alibaba sale de la cueva
Jack Ma, fundador de la plataforma china Alibaba y en su día hombre más rico del país, ha reaparecido en un acto con autoridades chinas cinco años después de alejarse de los focos. Ma se distanció de la esfera pública en el 2020, tras criticar el sistema bancario chino, lo que le valió un enfrentamiento con las autoridades del gigante asiático y que se abortara la salida a bolsa del brazo financiero del grupo, Ant, que controla Alipay. Esta iba a ser la mayor salida a bolsa de la historia: le hubiera reportado unos 34.500 millones de dólares a la empresa y habría situado su valoración en 314.000 millones de dólares. Pero Xi Jinping la frenó con solo 36 horas de antelación.
La caída en desgracia de Ma data justamente de finales del 2020, cuando pronunció un polémico discurso en el que se mostró muy crítico con la estrategia de Pekín de minimizar los riesgos en el sistema financiero y con los bancos tradicionales, de los que aseguró que se seguían gestionando como “casas de empeño”.
Hasta entonces, Ma era el hombre más rico de China. Hoy su fortuna, calculada en unos 26.000 millones de euros -un 44% menos que en 2021- es la octava del país. Era la cara más popular del empresariado chino y algunos le creían intocable por ser miembro del partido.
Tras su encontronazo con Pekín, Ma se ha mantenido en un segundo plano, hasta el punto que llegó a especularse con que las autoridades le hubieran prohibido salir del país o que incluso le hubieran detenido. Rumores que se apagaban cada pocos meses con apariciones sueltas en eventos como visitas a escuelas rurales, su otra pasión. A ellas ha dedicado la filantropía de sus últimos años. La clave para el acercamiento, según los expertos, llegó a principios del 2023, cuando el grupo Ant cumplió con la exigencia de Pekín de disolver el poder de voto de Ma. Algo que fue interpretado como el final de la campaña reguladora que se había saldado con multas antimonopolio contra Alibaba y otras destacadas empresas como Tencent o Didi, el “Uber chino”.
En los últimos tres meses, Ma había vuelto a dejarse ver, por ejemplo en el campus de Alibaba en su ciudad natal, Hangzhou, que es también la cuna de DeepSeek.