Si hay una tecnología concreta que Estados Unidos necesita para hacer realidad la “emocionante nueva época de éxito nacional” prometida por el presidente Donald Trump en su discurso de investidura, se trata de la inteligencia artificial generativa. En el escenario menos optimista, la IA contribuirá a las ganancias de productividad de la próxima década e impulsará con ello el crecimiento económico. En el más optimista, propulsará a la humanidad a través de una transformación comparable a la Revolución industrial.
El hecho de que Trump anunciara al día siguiente de la toma de posesión el lanzamiento del “mayor proyecto de infraestructuras de IA de la historia” demuestra que comprende el potencial. Sin embargo, también lo comprenden el resto del mundo y, sobre todo, China. Mientras Trump pronunciaba su discurso de investidura, una compañía china dio a conocer el último e impresionante gran modelo de lenguaje (GML). De repente, la ventaja de Estados Unidos sobre China en IA parece menor que en cualquier otro momento desde que ChatGPT saltara a la fama.

DeepSeek aspira a competir con ChatGPT o Gemini
La puesta al día de China es sorprendente porque el país estaba muy rezagado y porque Estados Unidos se había propuesto contener sus avances. El gobierno de Joe Biden temía que una IA avanzada pudiera asegurar la supremacía militar del Partido Comunista de China (PCC). De modo que Estados Unidos restringió las exportaciones a China de los mejores chips para entrenar la IA y cortó el acceso de ese país a muchas de las máquinas necesarias para fabricar sustitutos. Detrás de su muralla de protección, Silicon Valley ha tenido un comportamiento engreído. Los investigadores chinos devoran los artículos estadounidenses sobre IA; los estadounidenses rara vez devuelven el cumplido.
Sin embargo, los progresos más recientes de China están poniendo patas arriba el sector y avergonzando a los responsables políticos estadounidenses. El éxito de los modelos chinos, combinado con cambios en todo el sector, podría trastocar por completo la economía de la IA. Estados Unidos debe prepararse para un mundo en el que sentirá en la nuca el aliento de la IA china.
China ha conseguido un menor coste para crear nuevos modelos, pero el de utilizarlos crecerá gradualmente
Los GML chinos no son los mejores. Sin embargo, son mucho más baratos de fabricar. QwQ, propiedad de Alibaba, un gigante del comercio electrónico, se lanzó en noviembre y lleva menos de tres meses de retraso con respecto a los mejores modelos estadounidenses. DeepSeek, cuyo creador surgió de una empresa de inversiones, ocupa el séptimo lugar según un índice de referencia. Al parecer, se entrenó utilizando 2.000 chips de segunda categoría, frente a los 16.000 chips de primera del modelo de Meta, al que DeepSeek supera en algunos ránkings. El coste de entrenar un GML estadounidense es de decenas de millones de dólares y no deja de aumentar. El propietario de DeepSeek afirma haber gastado menos de 6 millones de dólares.
Las compañías estadounidenses pueden copiar las técnicas de DeepSeek si quieren, porque su modelo es de código abierto. Sin embargo, el entrenamiento barato cambiará el sector al mismo tiempo que evoluciona el diseño de modelos. Lo que se presentó en China el día de la investidura fue el modelo de “razonamiento” de DeepSeek, diseñado para competir con una oferta puntera de OpenAI. Esos tipos de modelos hablan consigo mismos antes de responder a una consulta. El “razonamiento” produce una mejor respuesta, pero también consume más electricidad. A medida que aumenta la calidad del output, aumentan los costes.

Joe Biden, con el presidente chino Xi Jinping, en noviembre de 2023
El resultado es que, del mismo modo que China ha reducido el coste fijo de construir modelos, el coste marginal de consultarlos está subiendo. Si esas dos tendencias se mantienen, la economía del sector tecnológica se invertirá. En las búsquedas web y las redes sociales, replicar a un gigante establecido como Google implicaba enormes costes fijos de inversión y la capacidad de soportar enormes pérdidas. En cambio, el coste por búsqueda era insignificante. Eso (y los efectos de red inherentes a muchas tecnologías web) hizo que en esos mercados el ganador se lo llevara todo.
Si es posible entrenar modelos de IA lo bastante buenos de forma relativamente barata, los modelos proliferarán; sobre todo, porque muchos países están ansiosos por tener los suyos propios. Y un alto coste por consulta también puede fomentar la aparición de más modelos construidos para fines específicos que den respuestas eficientes y especializadas con un mínimo de consultas.
La otra consecuencia del avance chino es que Estados Unidos se enfrenta a una competencia asimétrica. Resulta ahora claro que China innovará para sortear obstáculos como la falta de los mejores chips, ya sea aumentando la eficiencia o compensando la ausencia de hardware de alta calidad con una mayor cantidad. Los chips chinos de producción propia son cada vez mejores, incluidos los diseñados por Huawei, una compañía tecnológica que hace una generación logró la adopción generalizada de sus equipos de telecomunicaciones con un enfoque económico y agradable.
Si China se mantiene cerca de la frontera, podría ser la primera en dar el salto a la superinteligencia. Y, si eso ocurriera, obtendría algo más que una ventaja militar. En un escenario de superinteligencia, podría afirmarse de repente la dinámica de “el ganador se lo lleva todo”. Incluso si el sector se mantiene en la senda actual, la adopción generalizada de la IA china en todo el mundo podría dar al PCC una enorme influencia política; una influencia al menos tan preocupante como la amenaza propagandística que supone TikTok, una aplicación para compartir vídeos de propiedad china cuyo futuro en Estados Unidos sigue sin estar claro.

La amenaza de la IA es mayor que la de Tik Tok
¿Qué debería hacer Trump? Su anuncio sobre el plan de inversiones en infraestructuras de IA ha sido un buen comienzo. Estados Unidos debe eliminar los obstáculos legales a la construcción de centros de datos. También debe asegurarse de que la contratación de ingenieros extranjeros sea fácil, y reformar las compras de defensa para favorecer la rápida adopción de la IA.
Algunos sostienen que también debe derogar las prohibiciones a la exportación del sector de los microprocesadores. El gobierno de Biden admitió que la prohibición no logró contener la IA china. Sin embargo, eso no significa que no lograra nada. En el peor de los casos, la IA podría ser tan mortífera como las armas nucleares. Estados Unidos nunca enviaría a sus adversarios componentes de armas nucleares, aunque tuvieran otras formas de conseguirlos. La IA china seguramente sería aun más fuerte si ahora recuperara un acceso fácil a los mejores chips.
Más importante es recortar el proyecto de una “norma de difusión de la IA” de Biden, que regularía qué países tienen acceso a la tecnología estadounidense. La norma está pensada para obligar a otros países a entrar en el ecosistema estadounidense de la IA, pero el sector tecnológico ha argumentado que, al poner trabas burocráticas, tendrá el efecto contrario. Con cada avance chino, esa objeción resulta más creíble. Si Estados Unidos da por hecho que su tecnología es la única opción para países como la India o Indonesia, corre el riesgo ir demasiado lejos. Algunos expertos prometen que la próxima innovación volverá a poner a Estados Unidos muy por delante. Tal vez. Ahora bien, resulta peligroso dar por sentado el liderazgo de Estados Unidos.
© 2025 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved
Traducción: Juan Gabriel López Guix