Inversiones ausentes frente a la dana

Opinión

La catástrofe que ha sufrido sobre todo Valencia como consecuencia de la dana del 29 de octubre obliga a extraer lecciones para evitar que se repita la fatídica experiencia. Recordemos que se ha cobrado muchas vidas humanas y que sus costes económicos se prevén multimillonarios, sobre todo por la pérdida de activos públicos (carreteras, puentes, instalaciones educativas...) y privados (de empresas y familias). A esas pérdidas hay que añadir las que se deriven de la paralización de la actividad económica de miles de empresas y autónomos.

Las lecciones son muchas, me centraré solo en una: la falta de inversiones en infraestructuras hidráulicas durante demasiados años. Esas inversiones han sido tan escasas que ni siquiera han permitido reponer la parte del capital que se ha ido depreciando en la última década.

La base de datos que aporta la Fundación BBVA-Ivie contiene información tanto de inversiones como de stock de capital por tipo de activo y con desagregación provincial desde 1964 a 2020. Vamos a centrar nuestra atención en las infraestructuras hidráulicas, que incluyen presas, embalses, canales, sistemas de drenaje, etc. En definitiva, inversiones necesarias para hacer frente a las inundaciones.

“En etapas de expansión, conviene aprovechar la mayor recaudación para acometer inversiones que se han postergado”

Si ponemos el foco en el esfuerzo inversor de lo que llevamos de siglo XXI, hay dos etapas claramente diferenciadas, cuyo punto de inflexión lo marca el estallido de la gran recesión. Así, mientras que de 2000 a 2008 la tasa de crecimiento media anual (en términos reales) de la inversión en infraestructuras hidráulicas en España fue del 5,2%, en los años posteriores hasta 2020 cayó con tal intensidad que fue negativa del -7,7%. Tantos años de recortes en la inversión suponen un deterioro en el stock de capital, de forma que el valor de esas infraestructuras alcanza su máximo en 2011 y cae de forma ininterrumpida desde entonces. Así, el valor de ese stock de capital en 2011 es un 31% superior al de 2000, mientras que el de 2020 es un 5% inferior al de 2011. Por tanto, las inversiones realizadas desde 2011 no llegan a cubrir la depreciación.

Esta visión agregada para toda España se repite en casi todas las comunidades autónomas. Así, en el periodo 2008-2020, la tasa media de crecimiento de las inversiones en infraestructuras hidráulicas es negativa en todas salvo en Balears, Navarra y La Rioja, y lleva a valores negativos cercanos al 10% en Cantabria, Extremadura y Castilla La Mancha. Si descendemos al ámbito provincial, es negativa en 38. De nuevo, en la gran mayoría de las provincias el valor del capital en 2020 es inferior al de una década antes, lo que implica no reponer todo lo que se deprecia.

La gran recesión pasó una factura demasiado elevada en la inversión pública que ha tenido un elevado impacto en el estado de las infraestructuras hidráulicas. El mensaje desgraciadamente se aplica al resto de infraestructuras. Se optó por proteger el Estado del bienestar, pero con un coste demasiado elevado sobre las inversiones. Por tanto, hay que buscar un mejor equilibrio entre el gasto corriente y las inversiones, necesarias para generar el capital que alimenta el crecimiento económico y protege nuestra seguridad. Y una segunda lección: en etapas de expansión, conviene aprovechar la mayor recaudación para acometer inversiones que se han postergado, algo muy alejado de lo que se ha hecho en España.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...