Una Europa débil

Opinión

La incertidumbre es el signo de la época que nos ha tocado vivir. Desde la crisis económica de 2008 nos hemos instalado en una “nueva normalidad” en la que, un año sí y otro también, se producen acontecimientos difícilmente predecibles, ya sean cambios políticos, guerras comerciales, conflictos bélicos o emergencias sanitarias, que ralentizan el crecimiento económico, tensionan los precios de la energía y, en definitiva, acaban afectando a la vida de la gente.

La única certeza que tenemos para el nuevo año es que la Unión Europea (UE) seguirá perdiendo peso en la economía mundial y que la brecha respecto a Estados Unidos y China, cuyas economías son más productivas e innovadoras, va a seguir agrandándose. Además, en el horizonte se vislumbran diversas amenazas a las exportaciones europeas, como la aplicación de aranceles por parte de la nueva administración de Donald Trump o una posible guerra comercial con el gigante asiático a cuenta del coche eléctrico.

El informe Draghi puede ser la última oportunidad para la industria de la UE

La UE se enfrenta a este entorno tan inestable en una situación de debilidad. La principal razón es que en los últimos años no hemos sido capaces de garantizar nuestra autonomía estratégica, lo que nos convierte en un continente excesivamente dependiente de terceros países en cuestiones básicas para nuestra economía, como el suministro de energía o el desarrollo de las tecnologías bajas en emisiones de carbono.

El primer paso para alcanzar la autonomía estratégica es tener una industria fuerte y competitiva. Sin embargo, la realidad es que la UE lleva décadas suspendiendo esta asignatura, debido al elevado precio de la energía, las insuficientes inversiones en innovación y la compleja regulación comunitaria, que lleva años centrada en reducir las emisiones de CO₂, sin tener en cuenta su impacto en la competitividad del sector.

El impuesto sobre las emisiones de CO2  de los coches es un ejemplo de la fiscalidad verde que promueve Europa.

Bruselas empezará a sancionar a los fabricantes por las emisiones en el 2025

EP

Sin ir más lejos, el día 1 de enero Bruselas empezará a imponer sanciones a los fabricantes europeos de automóviles que incumplan el nuevo umbral de emisiones medias de CO₂, un nuevo ejemplo de cómo las políticas comunitarias tienden a penalizar a su industria, aunque esto suponga debilitar su posición a la hora de competir en los mercados globales.

Este tipo de situaciones pone de manifiesto la urgencia de revisar la política industrial europea en el 2025. Para ello, el nuevo ejecutivo comunitario, que acaba de iniciar su mandato, tiene a su disposición una herramienta inmejorable, como es el informe sobre el futuro de la competitividad europea presentado hace unos meses por el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que incluye una amplia batería de medidas para impulsar la actividad de la industria.

El informe Draghi puede ser la última oportunidad para evitar la definitiva desindustrialización de la UE, donde sectores como la automoción, el acero o la petroquímica llevan años perdiendo peso específico. El tiempo se agota y nuestra industria necesita hechos concretos.

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