El presidente del Gobierno está plenamente convencido de que “España vive uno de sus mejores momentos” y probablemente sea cierto si nos atenemos a las cifras macroeconómicas. Este año la economía crecerá un 3%, cuatro veces más que la media de la Unión Europea.
Y todo esto se debe en buena medida al Gobierno de coalición progresista que preside. Por tanto, se podría decir que el “milagro económico español” es él, como en su día dijo al Wall Street Journal , José María Aznar: “España va bien”.
Crecemos más que nuestros socios, pero esa riqueza no está llegando a las familias
Sin embargo, este triunfalismo mostrado por Pedro Sánchez es poco compatible con el informe Foessa para Caritas. En él se constata la existencia de 9,4 millones de personas en exclusión social. Un 19,3% de la población son pobres que no llegan a final de mes. Dos millones más de los que había cuando estalló la burbuja inmobiliaria en el 2008, durante el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero.
A esta situación de pobreza habría que añadir la crisis social de la vivienda. La inmensa mayoría de los españoles valoran negativamente la gestión realizada por el Gobierno de Pedro Sánchez en esta materia. En estos seis últimos años somos el país con menos vivienda social, a pesar de ser uno de los que tiene mayor déficit y más deuda pública. El dinero público se ha destinado a otras cosas.
Es cierto que crecemos más que nuestros socios, pero esta creación de riqueza no está llegando a la economía familiar. Las cifras son contundentes: la renta per cápita disminuye en vez de aumentar. Desde la llegada al poder de los socialistas, hace más de seis años, el poder adquisitivo de una buena parte de la población ha disminuido. El nivel de vida ha subido más que los salarios a pesar de los continuos incrementos del Salario Mínimo Interprofesional o de las pensiones.
¿Qué está pasando? Simplemente que el motor del crecimiento económico español no proviene de un incremento de la productividad, sino de la población debido a la entrada masiva de inmigrantes. En los dos últimos años la población extranjera se ha incrementado en más de un millón de personas y estamos a las puertas de una regulación masiva de otros 900.000 que viven en España sin papeles.
Este incremento de la población hace crecer el empleo más que en cualquier otra parte de Europa. Los inmigrantes ocupan los trabajos que los españoles no quieren realizar ni en la construcción, ni en la agricultura y mucho menos en la hostelería o en el servicio doméstico. Así lo refleja la Seguridad Social, donde se constata que la afiliación de los extranjeros crece tres veces más que la de los nacionales.
Este fenómeno explica que haya más consumo, más empleo, más demanda de vivienda y salarios más bajos. Ciertamente se crea más riqueza, pero también hay más población para repartirla. Quienes ganan son Hacienda y la Seguridad Social, que recaudan más, pero quienes pierden son los sectores más débiles, que cada vez viven peor.