En este vídeo el profesor Pablo Foncillas nos explica cómo cada vez más, los consejos de administración enfrentan un dilema digno de una serie de ciencia ficción corporativa: ¿seguir confiando en analistas financieros, o dar el gran salto de fe hacia los modelos de machine learning que prometen precisión milimétrica?
La cuestión no es menor, es casi como un conflicto filosófico entre lo analógico y lo digital. Enrico Diecidue, profesor en Insead, lo plantea bien en su artículo Trusting the Algorithm: a decision under ambiguity: los modelos de machine learning ofrecen pronósticos financieros más precisos que los humanos.
Y, sin embargo, ahí están los consejeros, enredados en una duda que parece eterna. ¿Por qué? Aunque los algoritmos puedan acertar en sus pronósticos, la opacidad de su proceso genera una inquietud que no termina de cuajar en los niveles altos. En los consejos no hace ni pizca de gracia que haya algo que no pueda analizarse detenidamente o explicarse con una buena presentación en PowerPoint.
Y aunque los algoritmos generen buenos resultados, eso no significa que inspiren automáticamente confianza. Aquí entra en juego un fenómeno llamado “a-insensibilidad”: una tendencia por la que los consejeros ejecutivos no siempre logran distinguir claramente entre los aciertos y los errores de los modelos. De hecho, tienden a desconfiar más de ellos precisamente porque no pueden pedirles explicaciones directas, como harían con un analista humano.
Es curioso, también, que mientras más expertos son los consejeros en finanzas, más ambigüedad perciben en los modelos de machine learning. Sería lógico pensar que estos perfiles técnicos serían los primeros en adoptar las herramientas avanzadas; pero no. Ocurre algo similar a lo que pasó con las ordeñadoras automáticas de vacas: cuando surgieron, la leyenda dice que los ganaderos menos inclinados a usarlas fueron precisamente los más experimentados en la cría de vacas.
¿Qué puede provocar todo esto? La respuesta, en el vídeo...

En esto aún ganan las personas frente a los algoritmos | Pablo Foncillas