Un consumo privado que no se recupera al mismo tiempo que la economía es un misterio que lleva tiempo intrigando a los economistas del Banco de España que comprueban, una y otra vez, que la realidad no coincide con lo que indican los cánones. Y a fuerza de estudios, ya han esbozado las primeras explicaciones sobre el caso.
El consumo de los hogares es el que tira de la actividad y el que permitirá el crecimiento del 3,1% este año y del 1,5% en el 2025, según las previsiones del Banco de España publicadas hoy. A este consumo lo animan el mercado de trabajo, las mejores condiciones de financiación y unos niveles elevados de ahorro. Sin embargo, a partir de ahí, algo no cuadra. De entrada, el proceso de recuperación del consumo privado va con retraso respecto al del PIB, y si se examina a nivel medio por hogar continua por debajo del de la prepandemia, mientras que el ahorro sigue elevado.
Hoy, el Banco de España ha apuntado las posibles razones de este retraso. Se trataría de una diferencia entre la situación real de los hogares y la percepción que ellos mismos tienen. Sea por las sensaciones producidas por la visita recurrente al supermercado, con los precios de los alimentos disparados hasta hace poco; o por otros sensaciones en la compra habitual, lo cierto es que los hogares españoles perciben que su nivel de ingresos es peor que el que es en realidad. Es decir, habría una tendencia a relacionar la inflación con los productos que más se compran. Y a partir de aquí, a consecuencia sería menor consumo.
La tesis se base en la encuesta CES del Banco Central Europeo, que muestra como los hogares españoles perciben un mayor deterioro de sus ingresos reales en los últimos meses del que se ha producido en realidad. Más de un 60% de hogares españoles perciben un descenso en sus ingresos cuando la realidad muestra que solo ha empeorado en poco más del 20%, en la comparativa entre septiembre del 2023 y el mismo mes de este año.
Por otro lado, otra tesis es la de un desvió de potencial consumo a hogares que prevén comprar una vivienda. A partir de la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) y de la Encuesta de Competencias Financieras (ECF), el Banco de España detecta cambios en los patrones de consumo y en concreto, un cierto freno entre niveles de renta altos y hogares que viven de alquiler.
Lo hace al examinar las respuestas a la pregunta “¿Qué proporción de un premio de lotería equivalente a un mes de ingresos gastarían en los siguientes 12 meses? ”, que permiten cifrar la propensión marginal al consumo, y con ella, las potenciales deducciones.
Una es la posibilidad de que hogares que ven aumentados sus rentas y son inquilinos deciden ahorrar para comprar vivienda, y frenan en su contribución al consumo. Lo que no se observa es ningún cambio en función de la edad, sin variación en los patrones de consumo de jóvenes y mayores.
En cualquier caso, son de momento teorías para intentar explicar este retraso en la recuperación del consumo privado, que ciertamente impulsa el crecimiento, pero no al nivel que los economistas esperaban y siguen esperando.