Hay expectación por conocer el contenido de la intervención esta tarde de Alberto Núñez Feijóo, el presidente del PP, en las jornadas anuales del Cercle d’Economia. En realidad, el interés se centra en saber cuál de las diferentes versiones que el político gallego ha explicado en este mismo foro en el corto periodo que lleva al frente del PP presentará.
Se estrenó en el Cercle como líder de la derecha hace tres reuniones, en mayo del 2022. En aquel momento, todo fueron buenas palabras y como gallego se definiió como un periférico que entendía las quejas sobre la centralización en Madrid de la vida pública española. Cargó contra el procés, pero no así contra la burguesía que tenía delante. Y coqueteó con el concepto de las nacionalidades e incluso avanzó cierta defensa del uso del catalán. Aunque justo diez días después, desde Ceuta, se desdijo: “España no es un estado plurinacional”.
¿Qué versión de las relaciones de Catalunya con el resto de España presentará este año?
El año pasado, volvió aún más conciliador. Admitió errores de su partido en Catalunya y anunció que esta comunidad sería en adelante su prioridad política. Regaló los oídos del auditorio -”sois estupendos porque pagais más impuestos que nadie- y evitó decir que no a nada, aunque hábilmente no se comprometió con ninguna de las reivindicaciones que le expuso el presidente del Cercle, Jaume Guardiola: un nuevo modelo de financiación autonómica; la recuperación de las inversiones del estado en Catalunya y la mejora del autogobierno.
El clima de esta reunión era especial. Vísperas de las elecciones generales de julio, Pedro Sánchez ya había convocado, y Feijóo aparecía como seguro vencedor y el futuro presidente del Gobierno. Su visita pues tenía como objetivo captar votos para su candidatura entre las elites económicas catalanas. Sus palabras se siguieron con arrobado silencio.
Ayer en su carga desbocada en el Congreso contra el Gobierno, el líder del PP pasó de puntillas por la economía, más allá de algunas referencias genéricas y casi paternalistas a los esfuerzos de los españoles para llegar a final de mes por la subida de los precios.
Por eso, probablemente, recuperó virulentas referencias a la amnistía, que volverá la semana que viene a la Cámara para su aprobación definitiva y que su partido ha guardado en la nevera durante la campaña catalana.
Esta tarde en Barcelona, Feijóo dejaría estupefacto a su auditorio si presentase el diagnóstico catastrofista sobre la economía que desplegó en sus dos visitas anteriores. No se confirmó y ahora sería claramente un desvarío.
Por eso cabe preguntarse si echará mano, como ayer, de la amnistía como encarnación del mal y fisura insuperable contra la igualdad de los españoles. Como es sabido, el auditorio, los empresarios catalanes, de diferentes maneras y medidas, han apoyado las medidas de gracia como una vía adecuada para superar la crisis política en Catalunya y en España. Y de hecho no le hacen ascos, otro cosa es que nos ea posible, a que el partido del amnistiado Carles Puigdemont, pudiera entrar en el Govern de la Generalitat.
¿Les invitará a la manifestación del domingo en la madrileña puerta de Alcalá contra la amnistía convocada por su partido?