Una de las heridas abiertas y más profundas en el seno de la burguesía catalana como consecuencia del procés es que casi seis años después del cambio de la sede social de miles de empresas, en plena crisis política tras el referéndum del 1 de octubre del 2017, ninguna de ellas, ni grande ni pequeña, ha emprendido el viaje de vuelta a Catalunya. Motivo de disputa en sus propias filas y también de tensión con un amplio sector del independentismo, encabezado por el propio Carles Puigdemont, el expresident de la Generalitat refugiado en Waterloo, que en aquel momento lo tildó de traición.
El gran empresariado catalán, principal protagonista de esa huida, considera que la condición sine qua non para el retorno, incluso paulatino, es un acuerdo político global de largo alcance entre el Gobierno central y las principales fuerzas políticas, incluido el Govern de la Generalitat, que excluya explícitamente referéndums no pactados con el poder central y declaraciones unilaterales de independencia.
Según su punto de vista, un compromiso de esas características serviría de revulsivo para el crecimiento y la recuperación del papel de Catalunya como motor de la economía española, al tiempo que abriría la puerta al crecimiento de la inversión. También, no menos importante para la élite económica, haría posible recuperar su influencia política en España. Por eso apuesta a que el posible pacto de investidura de Pedro Sánchez siente las bases para ello.
Empresa y política
Los empresarios llevan tres años tendiendo puentes con líderes independentistas
Algo muy difícil, casi quimérico, al decir de muchos. Desencadenar tal movimiento de retorno empresarial es uno de los objetivos compartido entre los líderes empresariales y el entorno de Puigdemont, líder y hombre fuerte de Junts, el partido de cuyo voto en el Congreso dependerá la nueva investidura de Sánchez como presidente del Gobierno, evitando así la celebración de unas nuevas elecciones generales, según han constatado en las conversaciones mantenidas inmediatamente después del 23J y que transmiten las fuentes consultadas por La Vanguardia.
Estos contactos, vehiculizados sobre todo a través de Josep Sánchez Llibre, el presidente de Foment, la gran patronal catalana, por un lado y el propio Puigdemont, pero también personas designadas por este último, por otro, dejan patente el interés empresarial en consolidar la normalidad política en Catalunya.
El dirigente patronal mantiene asimismo informados a los grandes empresarios catalanes que respaldan el curso de esas conversaciones prospectivas.
Movimientos políticos
La aproximación es más fácil con Junts que con ERC por su visión de la economía
Se trata de unos movimientos tanto más políticos que económicas. Ambas partes quieren sentar las bases para la resolución del conflicto político entre Catalunya y el Estado. La realidad electoral en Catalunya ha cambiado drásticamente desde los años calientes del procés y aunque los escaños parlamentarios de Junts son decisivos para la investidura de Sánchez, los socialistas catalanes se han consolidado como primera fuerza parlamentaria, con 400.000 votos más que las dos grandes fuerzas independentistas juntas, además de los casi 500.000 de Sumar. ERC y Junts, por su parte, han perdido casi 600.000; más de 700.000 si se incluye a la CUP en el cómputo.
Los líderes empresariales han tomado nota de esa situación y se ofrecen a Junts como palanca o muleta compensatoria de esta debilidad política, más necesaria ahora que el electorado ya no parece estar mayoritariamente tras las propuestas independentistas más unilateralistas. Puigdemont está ahora en el centro del escenario como kingmaker de la investidura, pero en una hipotética legislatura su papel estaría mucho más diluido a causa de su limitado peso parlamentario.
Obviamente, los empresarios, también constatan su propia impotencia para actuar y por ello también pretenden desbrozar el camino que permita germinar un brazo político del que ahora carecen. Es su propia vía de reconstrucción del antiguo tándem entre el pujolismo y la burguesía, incipiente con el resultado de las pasadas elecciones municipales, el buen resultado de Xavier Trias. El candidato de Junts, al que ese empresariado acabó dando su apoyo mayoritario, también mediante el voto.
Rechazo a la unilateralidad
La condición es un acuerdo político que excluya referéndums no pactados
Expectativas truncadas con el pacto a tres de PSC, Comuns y PP que aupó a Jaume Collboni a la alcaldía. Una decisión que generó tensiones entre los dirigentes socialistas, en primer lugar Salvador Illa y los prohombres de la burguesía. Aunque esto no ha impedido que tras el 23J se hayan reanudado los contactos entre ambas partes, siempre con la idea de apoyar el avance del pacto para la investidura de Sánchez.
La representación empresarial lleva casi tres años tendiendo puentes con los líderes independentistas, tanto de ERC como de Junts. Se movió entre bambalinas para empujar el indulto a los presos del procés, encabezados por Oriol Junqueras, el presidente de ERC. También postuló desde el primer momento, entre otras instancias ante el presidente Sánchez, la búsqueda de una salida para Puigdemont que asegurase que no irá a prisión y por lo tanto despejase el camino para la incorporación de Junts a la vida política normalizada.
Sánchez Llibre ha ido al menos dos veces a Bélgica a reunirse con Puigdemont. Y de la evolución de esos contactos los protagonistas quieren extraer indicadores positivos. Desde el rechazo inicial a que se hiciera cualquier gestión en su nombre para un indulto, que el expresidente transmitió al líder patronal, en enero del 2022, cuando este le fue a explicar lo que estaba haciendo tras reunirse con los presos de Lledoners, hasta la discusión más concreta sobre los posibles escenarios de una negociación con el Gobierno central, en este caso en mayo pasado, a las puertas de las generales.
Otro tiemp
La realidad electoral en Catalunya cambió drásticamente desde los años del ‘procés’
La aproximación es más fácil con Junts que con ERC. La visión de la economía de la primera converge a grandes rasgos con la de los empresarios. Ambas partes comparten su apoyo a la ampliación del aeropuerto de El Prat, son partidarias de notables rebajas de impuestos y en general coinciden en sentirse cómodos con una economía más liberalizada y desregulada. Esa proximidad se ha concretado en diferentes encuentros con empresarios; incluso con La Caixa, principal referencia de la economía catalana, la galaxia dirigida por Isidro Fainé. Como resultado, fuentes cercanas a ambas partes han coincidido en asegurar que “existe una situación de respeto institucional”.
Con el Govern de la Generalitat, encabezado por el president Pere Aragonès, no sólo divergen en la mayoría de los temas mencionados. Tampoco han conseguido alcanzar un mínimo clima de confianza o proximidad. El último encuentro entre varios empresarios destacados y Junqueras, a principios de este año, afloró esa tensión sin que se produjera ninguna aproximación concreta.