La aerolínea TAP pone patas arriba la política portuguesa

Aerolíneas

El descontrol en la gestión de la empresa pública deja al Gobierno contra las cuerdas y enfrenta al primer ministro con el presidente

TAP figura en el número 67 en la lista de mejores aerolíneas del mundo

TAP figura en el número 67 en la lista de mejores aerolíneas del mundo

Horacio Villalobos / Getty

En la mañana del 24 de diciembre del año pasado los portugueses recibieron un regalo envenenado, como si estuviese pensado para alimentar la indignación en las sobremesas familiares. Lo publicaba el diario de más audiencia, el sensacionalista Correio da Manhã. Pronto se confirmó su plena veracidad. La recién nombrada secretaria de Estado del Tesoro, Alexandra Reis, había cobrado medio millón de euros de indemnización por marcharse a petición propia de la aerolínea pública TAP, en la que impulsó severos ajustes.

Se trataba del inicio de un vendaval político, como si una flota de aviones hubiese sobrevolado la lisboeta plaza del Comercio, el símbolo del poder político portugués, dejando tras de sí un torbellino de viento endemoniado.

Ya cayó un ministro, otro lo salvó Costa contra viento y marea y hay un tercero en una posición delicada

Cuando no han pasado ni cinco meses, por la TAP ya han caído dos secretarios de Estado, empezando por la propia Reis, así como Pedro Nuño Santos, titular de Infraestructuras. Era uno de los ministros estrella y presumible candidato del aparato del gobernante Partido Socialista (PS) a la eventual sucesión del primer ministro António Costa. Se halla más que en la picota el sustituto, João Galamba, salvado por Costa en público enfrentamiento con el presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa. Y está tocado otro peso pesado, el ministro de Finanzas, Fernando Medina, favorito de Costa como delfín.

En medio de un gran desgaste del PS, que de su mayoría absoluta de hace 16 meses ha pasado a caer más de 10 puntos en las encuestas, el dossier de la TAP, como se diría en Portugal, constituye dinamita pura. Además, se suma al deterioro del Gobierno en otros frentes, como el sanitario, con una crisis postpandemia seguramente más intensa que la española que se llevó por delante a la ministra de Salud.

Christine Ourmières-Widener, cesada en marzo

Christine Ourmières-Widener, consejera delegada cesada en marzo

Horacio Villalobos / Getty

TAP aparece en el puesto 67 de las mejores aerolíneas del mundo. Pero si se midiese el peso simbólico que tiene cada una en su país, escalaría muchos lugares. Opera en los cielos pero atesora una base marinera. Aparece como la heredera de las proezas exploradoras oceánicas de hace más de cinco siglos que convirtieron en cierta manera a este pequeño país atlántico, como gusta reivindicar en Portugal, en pionero de la globalización. También remite al importante imperio ultramarino, sobre todo africano, que la dictadura mantuvo hasta hace casi medio siglo, cuando Europa ya había renunciado a la gran mayoría de estas anacrónicas posesiones coloniales. Y representa el vínculo directo del país de origen con sus amplias colectividades de emigrantes y descendientes.

Medio millón de euros fue la indemnización que percibió de TAP la después secretaria de Estado del Tesoro; tiene que devolverla

Ese carácter estratégico para los intereses nacionales se convirtió en el principal argumento para que el Estado recuperase la mayoría en el 2016, en el primer gobierno de Costa, en alianza parlamentaria con el Bloque de Izquierda y los comunistas. Se trataba de revertir, parcialmente, la privatización que había ordenado la troika durante el rescate internacional de Portugal. Así, en el 2016 el Estado pasó del 35% al 50% en el accionariado, con un 5% de los trabajadores, si bien se mantenía la gestión privada. Después la pandemia llevó a la nacionalización completa, con un plan de rescate de 3.200 millones.

Ahora el Gobierno ha iniciado el plan de reprivatización. En el 2022 TAP tuvo 65,6 millones de beneficios, pero en el primer trimestre de este año fueron 57,4 millones de pérdidas, si bien supone algo menos de la mitad que en igual periodo del 2022.

En marzo António Costa cesó a la consejera delegada de TAP Christine Ourmières-Widener por la indemnización a Alexandra Reis. Antes la empresa había rectificado para aclarar que no había salido a petición propia, sino por sus diferencias con su jefa. En cualquier caso, Reis va a tener que devolver 450.000 euros del medio millón de la indemnización, según dictaminó la Inspección General de Hacienda de Portugal.

La comisión de investigación se ha convertido en un sin parar de escándalos

En la comisión de investigación parlamentaria, un tipo de órgano que en Portugal suele dar más frutos y se toma más en serio que en España, ya han aparecido rastros de más casos similares al de Reis, si bien se está a la espera de información completa sobre ellos.

La comparecencia de Ourmières-Widener acabó siendo radioactiva, pues según el entonces asesor del ministro Galamba Frederico Pinheiro se ensayaron las preguntas socialistas y las respuestas. Galamba lo cesó de inmediato y empezó el esperpento. Pinheiro quiso llevarse del ministerio su ordenador, lo que impidieron miembros del gabinete. Él trató de salir golpeando la puerta de vidrio del ministerio con su bicicleta. Hasta intervinieron los servicios secretos en la recuperación del ordenador. Sin embargo, Costa no quiso entregar la cabeza del ministro Galamba. Ni se plantea hacerlo con su protegido Fernando Medina, quien nombró a Reis secretaria de Estado del Tesoro.

Todo gira ahora en torno a la comisión de investigación, a cuyo término hasta podría haber elecciones, si bien es más probable que se espere a después de las europeas.

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