Jaume Guardiola: “Catalunya sigue muy enredada y perdemos oportunidades”
Entrevista
El presidente del Cercle d'Economia considera “imprescindible” una mesa de diálogo entre los partidos catalanes
Jaume Guardiola, flamante presidente del Cercle d’ Economia tras las elecciones de julio pasado, destaca su preocupación sobre la situación política en Catalunya. “Catalunya sigue muy enredada en el eje nacional y se van perdiendo oportunidades”, subraya. Consejero delegado del Banc Sabadell (2007-2020) y antes alto directivo del BBVA, Guardiola considera “imprescindible” una mesa de diálogo entre los partidos catalanes y ofrece el Cercle para ayudar.
Menos influencia
“La Catalunya ilustrada que quería mover España hoy es solo una ficción”
¿Cómo ve el momento político catalán?
En el Cercle no hemos tenido oportunidad de hacer una valoración colectiva, pero creo que compartimos la misma preocupación. Catalunya sigue muy enredada con lo que llamamos eje nacional, que acaba condicionando todas las decisiones políticas. Y mientras tanto, la vida sigue y se van perdiendo oportunidades. Y pongo un ejemplo, que son las renovables. Llevamos diez años sin hacer ni un solo proyecto. Hemos pasado de ser una comunidad pionera en este aspecto a ser la última del Estado. Se habla de si hay declive, decadencia, y con los números del PIB total y en relación con España no se ve, solo un poco en la batalla Madrid-Catalunya. Pero el riesgo es que toda esta inacción de los últimos años se acabe traduciendo a medio plazo en una pérdida de competitividad. Y creo que esa línea tan clara entre catalanes constitucionalistas y soberanistas en realidad es mucho más borrosa. Del lado constitucionalista, muchos son conscientes de que Catalunya necesita cambiar su statu quo, que el modelo de financiación no es el adecuado, que hay un déficit de infraestructuras y que el reparto de poder no es el correcto. Y del lado soberanista, muchos piensan que nos tenemos que poner a trabajar y no estar todo el día concentrados en el eje nacional.
La sensación es que el Cercle estuvo muy cómodo con los gobiernos convergentes. Ahora parecería que no tiene representación política. ¿Está de acuerdo?
Sí que la tiene, estamos en una interacción permanente con los representantes políticos. Sí que hubo un momento, el más estresante del procés , en el que se perdió la interlocución. Yo lo experimenté como representante del Banc Sabadell. Desde que hemos entrado en esta fase de normalización, si se puede decir de esta manera, el Cercle ha mantenido reuniones productivas con mucha gente del Govern. Estábamos cómodos con el Govern de Pujol, de Maragall, de Montilla y también lo estamos ahora. Me preocupa mucho más la sensación de estar metidos en un bucle del que no sabemos salir.
¿Cree que se puede dar por finiquitado el procés ?
Se consiguió un movimiento transversal entre dos partidos que defendían una posición y ahora se ha demostrado que es químicamente imposible que gobiernen juntos. Por lo tanto, el procés tal como se había concebido se ha acabado. En todo caso ha llegado a otra fase.
¿Cuál sería la propuesta del Cercle para superar esa inacción que denuncia?
El día que fui elegido presidente cité a Vicens Vives cuando decía que hay momentos de recomposición del país. Y este es uno. No niego que sea necesaria una mesa de negociación entre el Govern y el Gobierno. Pero me parece mucho más imprescindible una mesa de negociación entre los partidos catalanes, y el Cercle hará todo lo posible con esta vocación. No podemos perder más tiempo.
Repasando los leitmotiv históricos del Cercle, la liberalización económica, la integración europea y el desarrollo económico integrador...
¡Y la democracia! En pleno siglo XXI tenemos que defender el modelo de democracia liberal porque vuelve a estar en peligro y muy cerca de nosotros: vemos Suecia, vemos Italia, Estados Unidos...
¿Añadiría algún otro leitmotiv vinculado a la realidad catalana?
Catalunya y el modelo territorial han estado muy presentes en la vida del Cercle. Ahora nos encontramos con paradojas, como que el concepto de pasar página y no parecer autonomista ha hecho que ya ni reivindiquemos los desequilibrios de la financiación y de las infraestructuras. O se reivindican por parte de la sociedad civil de vez en cuando, pero no hay una acción colectiva, aunque el problema sigue siendo exactamente el mismo que cuando empezó el procés . El Cercle cree que el modelo de financiación tal como está diseñado no funciona, que la situación ya está afectando al bienestar de los catalanes, y queremos reivindicar un modelo de Estado diferente. Costará mucho. La tradición de la Catalunya ilustrada que trataba de mover España es hoy solo una ficción con muy pocas posibilidades de éxito porque España ya está muy hecha. Es un país democrático, que funciona bien y que compite, que tiene gente muy formada, internacional.
¿Catalunya ha perdido capacidad de influencia en la política española?
Sí, y eso se tiene que recuperar. La sociedad civil y sus instituciones tienen que buscar la manera
de hacerlo. Y el Cercle tiene que hacer un esfuerzo de explicación en Madrid.
¿Cuáles son hoy las fortalezas del tejido empresarial catalán?
Es muy resistente, a pesar de todas esas dificultades estructurales y el poco acompañamiento de los gobiernos, autonómico, central y también municipales. Está la aparición de la nueva economía, vinculada a lo digital, pero también
a las ciencias de la salud, el hecho de tener aquí un ecosistema
universitario que compite internacionalmente, centros de investigación, parques tecnológicos, el
supercomputador, el sincrotrón ALBA... toda una acumulación
de activos que nos deja muy bien posicionados. Tenemos el atractivo de Barcelona, que hace que
mucha gente se instale aquí. Y después la crisis geopolítica nos lleva hacia una reindustrialización europea en la que Catalunya va más adelantada con respecto al conjunto de España.
¿Y las debilidades?
Uno de los dramas es la burocracia administrativa, estamos en los últimos lugares del ranking por los días que tardamos en obtener permisos de todo tipo. En este aspecto siempre habíamos sido más ágiles que el conjunto de España, pero hoy todo va más lento que nunca. La Cecot denunció hace unos días lo que cuesta instalar placas fotovoltaicas en los techos industriales, por ejemplo. Y en segundo lugar, la falta de estrategia. O más bien que se hacen muchos planes estratégicos, pero te los miras tres años más tarde y no se han hecho, porque otra vez la clave nacional ha dominado la agenda.
¿Será posible ampliar el aeropuerto?
Creo que sí. El tema es si seremos capaces de tener el aeropuerto que el país necesita y que pasa necesariamente por generar vuelos intercontinentales. Y si no lo hacemos, perderemos la oportunidad de tener un país basado en la economía del conocimiento y que aspira a tener puestos de trabajo bien pagados. Posiciones cerradas al 100% no hay. Faltó debate el año pasado, en un proceso un poco acelerado al final. Pero dejemos que sean los expertos los que nos dibujen la manera de hacerlo.
En política tributaria, el Gobierno finalmente ha solucionado la competencia entre comunidades igualando por la parte de arriba. ¿Qué opina?
Eso de los impuestos se ha convertido en un sainete. Empieza con Madrid, que tiene una posición privilegiada y lo aprovecha para bajar impuestos. Andalucía se apunta pero siendo la comunidad que recibe más de las otras. ¡Y encima hace una apelación directa a los catalanes! Qué marco mental tan diferente se tiene que tener para no ver que eso tiene un punto de ofensa. Después los gallegos, Revilla, Valencia... Y lo acaba rematando el Gobierno con un impuesto general. Un sainete. Y con un asunto central en la construcción de un Estado como son los impuestos. Por otra parte, estoy en contra del impuesto de patrimonio, porque supone una doble carga y castiga al ahorrador.