La tecnología, el estrés y la gallina

Análisis | Recursos humanos

El uso indiscriminado de las nuevas herramientas digitales puede lastrar productividad y bienestar

La digitalización exige criterios y reglas de juego para estar al servicio de las personas

La digitalización exige criterios y reglas de juego para estar al servicio de las personas

Xavier Cervera

Esopo creó una de la fábulas más conocidas y perdurables de la historia: la gallina de los huevos de oro. La obra explica cómo una pareja de humildes campesinos descubre que una de sus gallinas pone un huevo de oro cada día. El hallazgo podía acabar definitivamente con las preocupaciones económicas de la familia, pero una noche deciden acelerar el enriquecimiento matando a la gallina para acceder a la mina de oro que creían que existía en su interior. El problema es cuando se dan cuenta de que dentro del animal no hay nada y que, por tanto, han destruido por completo su principal fuente de bienestar.

La metáfora se suele asimilar a los riesgos inherentes a la avaricia humana, aunque la profesora Maty Tchey hace otra lectura muy interesante aplicada a la gestión empresarial y basada en la convicción de que todos somos gallinas que ponemos huevos de oro, entendidos como el resultado de nuestro trabajo, sea cual sea la posición que ocupamos. Dicho de otra manera: que las personas somos el activo más importante de cualquier organización, así que existe una responsabilidad (tanto individual como colectiva) de cuidarnos para seguir avanzando sin necesidad de perder el plumaje. Y es que, tal y como refleja la fábula, sin gallinas no hay oro.

Situaciones

Con la pandemia, la tecnología ha venido a engrosar el problema de la sobredosis de reuniones, que pueden tener un impacto negativo

Después de más dos años de crisis sanitaria global, con todas las turbulencias personales y profesionales que ha implicado, es imprescindible tomarse muy en serio el cuidado de la gallina de los huevos de oro que todos poseemos. Y es que, a la fatiga pandémica acumulada, hay que sumar como mínimo dos grandes cambios en las dinámicas profesionales, derivados de una digitalización medio improvisada, que están impactando de lleno en la calidad del trabajo: la multiplicación de los canales de comunicación y el incremento de reuniones telemáticas.

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Zoom, Teams, Meet, Hangouts, Slack, Skype, Jitsi... En enero del 2020 estas herramientas digitales eran prácticamente desconocidas para la mayoría de las empresas, pero hoy en día tienen un grado de implantación altísimo en las rutinas de muchos sectores. Son tecnologías de intercambio de información (interna o externa) que se suman a las que ya se utilizaban masivamente en la era precovid, como el correo electrónico, Whatsapp o LinkedIn. Así que la situación actual en algunas organizaciones es la de una amalgama de canales de comunicación, superpuestos sin demasiado orden, que deriva en una cantidad ingente de mensajes circulando por tierra, mar y aire. Esto no solo provoca descontrol y estrés en la gestión de tareas, sino que también puede agravar el lastre de la improductividad. Y es que varios estudios sitúan en un 30% el tiempo de trabajo que perdemos en labores inútiles, principalmente a causa de las interrupciones imprevistas.

Empleados

Las personas somos el mayor activo de cualquier organización sea cual sea nuestra posición

La tecnología aplicada a las relaciones laborales también ha engrosado el problema de la sobredosis de reuniones infructuosas. De hecho, según un estudio publicado en la Harvard Business Review , hemos llegado a un punto en que 7 de cada 10 reuniones de trabajo no sirven para nada. El mismo informe, realizado a través de encuestas a 76 empresas de distintos países, advierte que las citas ineficaces pueden tener un impacto negativo en el bienestar físico y mental del trabajador. Y es que el efecto Zoom facilita que podamos mantener hasta 10 reuniones en una misma mañana (algo impensable en formato presencial), pero no garantiza la calidad adecuada, ya que los encuentros realmente provechosos son los que tienen una preparación previa, un espacio para la reflexión y una buena planificación posterior.

La digitalización acelerada de las organizaciones es una de las pocas cosas positivas que nos puede dejar la pandemia, pero ahora las empresas tienen que trabajar para dotar este proceso de criterios y reglas de juego, ya que la tecnología siempre debe ser un medio al servicio de las personas (y no al revés). Tanto los nuevos canales de comunicación como las reuniones a distancia tienen un gran potencial de mejora, pero hay que atender el refranero popular cuando dice aquello de que “el veneno está en la dosis”.

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