Tsunami en el Este

Tsunami en el Este

Finalmente, la tormenta ha estallado y en Ucrania se ha iniciado un conflicto de inciertas consecuencias para todos: tanto para el futuro de la UE como para la estabilidad inmediata de precios y cotizaciones de bonos y acciones y, por tanto, con importantes efectos sobre las decisiones del BCE.

En el medio y largo plazo, sus negativos impactos sobre el proyecto europeo son claros, con una preocupante ausencia de unidad sobre el conflicto: Alemania, Italia y Francia, por un lado, han defendido una política de contención y acuerdo diplomático con Rusia, mientras los países del Este (con la excepción de Hungría), los bálticos y los nórdicos han mantenido una posición distinta. Los efectos de estas disparidades no se notarán de inmediato, pero el futuro que dibujan no es halagüeño. Porque algunos de los retos que afronta la UE son formidables, comenzando con las relaciones con esa nueva Rusia y pasando por las tensiones con Polonia o Hungría, la inmigración o el cambio climático, entre otros.

Debemos situar, cuanto antes mejor, las finanzas del país en bases más sólidas

Más cerca de nuestras preocupaciones cotidianas emerge el alza de los precios de la energía, sea el petróleo (el Brent ha superado los 100 dólares/barril por primera vez desde el 2014 y con previsiones apuntando a los 125) o el gas natural, añadiendo más leña a la inflación. Cierto que Lagarde ha defendido que alzas de tipos de interés o reducciones de las compras de bonos en nada afectarían a las cotizaciones de la energía; un argumento válido, aunque también tramposo: una crisis energética es peligrosa porque afecta los costes de producción, se traslada a los precios al consumo y la inversión y provoca inevitables efectos de segunda ronda (alzas salariales incluidas); y, porque, además, tiene efectos recesivos de sobra conocidos.

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Gran bandera de la Unión Europea en Bruselas

YVES HERMAN / Reuters

Los mercados ya avanzan lo que puede suceder: las caídas bursátiles ahí están, y los de deuda muestran aumentos de las primas de riesgo (en España, hasta los 100 puntos básicos, no vistos desde junio del 2020, mientras en Italia superan los 170). Y aunque la presidenta del BCE ha defendido que no permitirá que aquellas se eleven en demasía, una cosa son los deseos y otra las realidades: si el BCE ha de forzar la mano a una inflación más elevada, la subida de tipos acentuará la presión sobre las finanzas de los países más endeudados del sur, como nosotros.

Este huracán procedente del Este ha ensombrecido, de golpe, el cielo europeo. La alegría que nos generaba el aparente final de la pandemia se ha visto reemplazada por la congoja sobre lo que nos aguarda. Habrá que reajustar nuestras expectativas porque, inevitablemente, las ondas de choque del conflicto nos alcanzarán. ¿Podemos hacer algo para mitigar su impacto? Si. Tomar consciencia de lo que nos aguarda y situar, cuanto antes mejor, las finanzas del país en bases más sólidas. Los turbulentos tiempos que se avecinan no van a darnos tregua.

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