Los robots no destruyen empleo

La cuarta revolución industrial

Nuevas investigaciones desmienten que la tecnología perjudique al mercado laboral

Robot que hace de guia en el Museu Europeu d’art Modern

Yo, robot.Un robot hace de guía en el Museu d’Art Modern. Nuevos estudios minimizan el impacto de la robotizaciónen el empleo. Su uso es frecuente en la industria de la automoción, pero se extiende a otros sectores

Mané Espinosa

No. Los robots no van a robarnos el empleo. Una investigación del NBER (National Bureau of Economic Research) de esta semana rompe el tópico de que las máquinas quitarán el puesto de trabajo a los humanos, tal como ha advertido la literatura (no solo económica) más reciente.

En el 2019, según afirmaba el estudio How robots change the world , realizado por Oxford Economics, la implantación de cada nuevo robot industrial suponía la pérdida de casi dos empleos en Europa. En el 2017, dos aclamados economistas del MIT, Daron Acemoglu y Pascual Restrepo, tras examinar un periodo histórico de dos décadas, calcularon que en promedio por cada robot que se incorpora al proceso productivo se pierden seis puestos de trabajo. Más atrás aún, un trabajo de los economistas de Oxford Carl Frey y Michael A. Osborne del 2013 pronosticó que el 47% del empleo en EE.UU. estaba sujeto a riesgos de automatización.

Sin embargo, el estudio del NBER, firmado por Efraim Bemmelech y Michal Zator, ha llegado ahora a conclusiones radicalmente diferentes. Tras analizar datos del mercado laboral de Alemania, han demostrado que el impacto de la adopción de los robots en el empleo en varias regiones e industrias es muy modesto, de tan solo el -0,03% y en sectores, además, donde hay cierta abundancia de puestos de trabajo. “Estos hallazgos sugieren que las predicciones de un impacto transfor­mador y de grandes pérdidas de empleo impulsadas por la robotización pueden ser injustificadas”, defienden los autores.

Un estudio realizado en Alemania minimiza la pérdida de empleo y muestra que los robots solo cubren vacantes

Los datos indican que la entrada de los robots en las empresas es más potente cuando estas se encuentran con problemas de escasez de mano de obra. Es decir que ante la dificultad en contratar a personal, las compañías valoran la implantación de máquinas.

Por lo tanto, más que sustituir al empleado, los robots ocuparían un vacío. Permitirían a las firmas crecer cuando tienen dificultades para encontrar candidatos que cumplan con los requisitos necesarios para ciertas ofertas laborales. Y como las fábricas complejas necesitan máquinas, pero también trabajadores cualificados que las supervisen, al final la estabilidad del empleo mejora.

Los dos investigadores hacen notar que la inversión en robots se ha sobreestimado. Es verdad que hoy se venden más que nunca: unos 300.000 en todo el mundo, casi el doble que hace una década.

Hoy se venden más máquinas que nunca, pero es una inversión reducida sobre el total para las empresas

Pero, según sus valoraciones, en el sector manufacturero el porcentaje de robots sobre el gasto de capital apenas llega al 2%, mientras que para el conjunto de la economía se llega a un diminuto 0,3%. En términos relativos, los robots son una inversión pequeña entra las muchas que lleva a cabo una compañía. De hecho, en los países occidentales la fiebre por la robotización parece haberse enfriado. La única excepción es el sector de la automoción, donde hay una elevada densidad, pero en el resto de los sectores el peso de la robótica es aún poco significativo.

De manera que los recientes incrementos en la adopción de las máquinas proceden en gran medida de China y otras naciones en vías de desarrollo que aspiran a cerrar el gap con los países más ricos. “La inversión en robots, aunque está aumentando, sigue siendo una pequeña parte de la inversión total. El uso de robots es casi nulo fuera de la industria manufacturera, e incluso dentro de ella, la robotización es muy baja, excepto en el sector de la automoción. Tampoco hay evidencias de que esta situación vaya a cambiar en un futuro cercano”, afirma el estudio.

La investigación del NBER también compara el impacto de los robots con el desarrollo que ha tenido a lo largo de las últimas décadas la implantación de la tecnología de la información (TI). Tras un repaso histórico se demuestra que, en el año 2015, después de 20 años de vida, las inversiones en robótica seguían teniendo un peso menor que el que tenía la TI en el año 2000, cuando se desató la burbuja de internet.

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Imagen del Optimus Human Robot

¿Y España? El país mantiene el cuarto puesto en instalaciones en el mercado europeo de la robótica industrial (tras Alemania, Italia y Francia) y en el 2020 ha recuperado un puesto en el ranking mundial de la International Federation of Robotics (IFR), hasta situarse en la décima posición. Nuestro país viene de un bajón, porque sufrió en el 2020 un descenso del 15%, situándose con 3.387 instalaciones en niveles de hace seis años. En cuanto a densidad –número de robots instalados por cada 10.000 trabajadores–, España supera los 200, muy por encima de la media mundial.

En lo que se refiere al mercado laboral, más del 20% de los empleos pueden acabar en manos de robots y máquinas, según decía la OCDE en abril del 2019. Pero otra investigación centrada en el mercado español del mismo año, de Michael Koch, Ilya Manuylov y Marcel Smolka para el CEPR, utilizando datos de 1.900 empresas manufactureras españolas de un periodo de 27 años (1990-2016), llegó a un veredicto opuesto.

Gracias a la robotización, las firmas se vuelven más competitivas, crecen y contratan más

“Hay pruebas sólidas de que las empresas más grandes y productivas tienen más probabilidades de implantar robots en sus procesos productivos, mientras que las más intensivas en capital humano tienen menos probabilidades de hacerlo. La utilización de robots genera ganancias de producción sustanciales cercanas al 20%-25% en cuatro años, reduce los costes laborales entre 5 y 7 puntos porcentuales y [aquí se encuentra el dato más llamativo] lleva la creación neta de empleo a una tasa del 10%. También observamos pérdidas sustanciales de empleo en empresas que no tienen robots”.

El razonamiento es que gracias a los robots las firmas se vuelven más competitivas frente a las que no los tienen, lo que repercute en el empleo: al crecer más, se ficha a más personal. Quien se queda atrás pierde terreno y acaba despidiendo trabajadores.

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