La inflación desbocada (cerró en octubre en un 5,4% interanual) amenaza con dinamitar la negociación colectiva en los próximos meses puesto que las subidas salariales que pedirán los sindicatos para mantener el poder adquisitivo obviamente estarán en línea con esa cifra mientras las patronales y empresas aceptarán solo incrementos modestos. La falta del marco de referencia sobre cuáles han de ser las subidas que da el Acuerdo Nacional de Convenios (ANC) –caducado hace
un año– augura una fuerte conflictividad que ha tenido su primera expresión en las negociaciones del sector del metal de Cádiz.
Los sindicatos rechazan dar una cifra sobre la subida salarial pero insisten en que como mínimo debe garantizar el mantenimiento del poder adquisitivo y la recuperación de lo perdido en los años de la crisis con cláusula de revisión. La patronal CEOE por ahora ha cerrado la puerta a los sindicatos a sentarse a hablar sobre el acuerdo marco de subidas salariales ANC. Aunque nadie quiere mostrar sus cartas, fuentes consultadas afirman que los empresarios quieren un incremento de entre un 1,5% y un 2,5%, mientras los representantes de los trabajadores optan por entre un 3% y hasta un 5% con revisión salarial.
El director de relaciones laborales de la patronal Foment, Javier Ibars, alertó de que hay mucha inquietud entre las empresas y piden que la CEOE pueda pactar algún tipo de referencia con los sindicatos de subida salarial. “Si no hay una guía veo que la negociación colectiva puede ser muy conflictiva y complicada porque hay muchos nervios en las empresas”, añade.
El Banco de España propone repartir los costes energéticos entre empresarios y trabajadores
En lo que va de año, las subidas pactadas en convenio son del 1,55% mientras que la inflación está en el citado 5,4%. Y solo el 17% de los convenios cuentan con una cláusula de revisión salarial. Por lo tanto, en el resto los trabajadores perderán poder adquisitivo pese a haber cerrado el convenio este mismo año.
El cambio de escenario en sólo unos meses ha sido inimaginable. “Mientras en agosto durante la negociación de un convenio los sindicatos nos pedían subidas de un 1%, ahora solicitan entre un 5% o un 6% para cubrir la inflación”, explica Josep Ginesta, secretario general de la patronal de pimes Pimec.
Esta semana el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, explicó que del 5,4% de inflación, alrededor de un 4% corresponde a costes de la energía que se pagan fuera de España. Por lo tanto, en su opinión ese 4% debería repartirse entre empresarios y trabajadores con ayuda del Estado.
CC.OO. y UGT piden que la recuperación llegue a los trabajadores sin perder poder adquisitivo
En este mismo sentido, Ibars asegura que los problemas de alta inflación o de los costes disparados de la energía afectan igual o más a los empresarios y a los trabajadores. En cambio, Núria Gilgado, secretaria de Política Sindical de la UGT Catalunya, advierte que las ayudas que recibieron las empresas durante la crisis y que les han permitido afrontar la actual recuperación deben llegar también ahora al bolsillo de los trabajadores. Es el mensaje que lanzan los sindicatos desde haces semanas para que los trabajadores puedan participar de la recuperación.
Hay otro elemento que incorpora Fernando Luján, secretario confederal de UGT, que advierte que el resultado de cómo quede la reforma laboral puede afectar en buena medida a los procesos de negociación colectiva de los próximo meses. En opinión de uno de los negociadores de la reforma laboral en Madrid, la eliminación de la preeminencia del convenio de empresas o la vuelta a la ultraactividad para evitar que los convenios decaigan en caso de falta de acuerdo entre las partes pueden favorecer la negociación colectiva.
El responsable de negociación colectiva de CC.OO. Catalunya, Jorge Moraleda, asegura que más allá de qué cifra se pida de aumento salarial, ese crecimiento “no puede ser anecdótico”, debe incorporar un salario mínimo para cada convenio y cláusulas de recuperación o revisión salarial.
Los economistas alertan de conflictos por la tormenta perfecta del alto IPC con años de desigualdad
Los economistas creen que la inflación desbocada de los últimos meses es la última de las capas de crisis que se han superpuesto sobre un magma de desigualdad social creciente en España que encontró una vía de escape como si fuera un volcán en el conflicto de Cádiz de estos últimos días. En opinión de Josep Oliver, catedrático de Economía Aplicada de la UAB, en determinados ámbitos de la sociedad española se acumulan años de desigualdad creada en la crisis del 2008 que la posterior recuperación truncada por la covid no fue capaz de cubrir. Oliver añade que la incertidumbre sobre el futuro con la reforma de las pensiones, del cada vez más difícil acceso a la vivienda, de la pérdida de entre un 10% y un 15% de los salarios por los procesos de ERTE puestos en marcha en el 2020 por la covid crean un escenario propicio para generar un conflicto grave como el de Cádiz. “Hemos interiorizado como sociedad que es normal la desigualdad cuando en realidad no lo es”, precisó.
Francia
Movimiento huelguístico y solidaridad del Gobierno
La opinión pública francesa es extremadamente sensible a la pérdida de poder adquisitivo. No se acepta y puede ser un factor potencialmente demoledor en las urnas. De ahí que el Gobierno, a poco más de cuatro meses de las elecciones presidenciales, insista, mostrando sus estadísticas, en que los franceses no han perdido nivel de vida, pese a los duros embates de la pandemia. Sin embargo, la sensación en la calle es diferente y el poder lo sabe. El propio ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, que procede de la derecha, ha pedido a las empresas que suban “significativamente” los salarios en los sectores donde hay gran escasez de mano de obra, como la construcción, la restauración, los servicios médicos y la informática. “El crecimiento debe beneficiar a todo el mundo, también a los más débiles, también a los menos cualificados, todos aquellos que estuvieron en primera línea durante la crisis”, dijo Le Maire. El Gobierno puso de su parte, con la prima de 100 euros a quienes ganen menos de 2.000 euros netos al mes para compensar la inflación y el costo de la energía. Desde el primero de octubre se produjo, además, un aumento automático del 2,2% del salario mínimo. No obstante, desde hace semanas existe un movimiento reivindicativo fuerte, incluidas huelgas, en sectores de la gran distribución, en compañías emblemáticas como Decathlon, Leroy Merlin o Sephora, en demanda de un incremento de la remuneración. En el caso de Decathlon, una huelga de estas características no tenía precedentes. En cambio, en el sector informático, de tecnología de la información, análisis de datos, comercio electrónico y seguridad cibernética, las empresas se han visto forzadas ellas mismas a subir salarios para retener al personal o cubrir vacantes. Según el estudio Aravati 2021, la remuneración en esos campos se ha incrementado en un 10,6 de media después de la pandemia. / Eusebio Val. Corresponsal en París
Alemania
Primeros síntomas de intranquilidad salarial
Si bien hay todavía tranquilidad en el ámbito de la negociación colectiva en Alemania, en las últimas semanas los sindicatos han ido transmitiendo que, en vista del rápido aumento de la tasa de inflación, los precios más altos deberían compensarse con incrementos salariales. “La próxima ronda de negociación de convenios colectivos en la industria del metal y la electricidad toca en otoño del 2022 y sin duda estaremos atentos a la evolución de los salarios”, declaró Jörg Hofmann, presidente del sindicato del ramo, IG Metall, en una entrevista a finales de septiembre con Wirtschaftswoche . Según Hofmann, “por supuesto, los trabajadores ahora esperan que haya otro aumento decente y que no haya pérdidas salariales reales”. IG Metall es el mayor sindicato de Alemania, pero también el segundo más grande, Verdi, se mueve en la misma dirección. “Dado que las subidas de precio de los alimentos, la energía y la gasolina afectan particularmente a las personas con ingresos bajos y medios, nuestras demandas de incremento incluyen montos mínimos que permiten que los aumentos salariales tengan un efecto superior al promedio en estos trabajadores”, arguyó Frank Werneke, presidente de Verdi, a la cadena de medios regionales RND el pasado octubre.
El Bundesbank cree posible un aumento de la inflación en Alemania a poco menos del 6% en noviembre, según su informe mensual, el penúltimo a cargo de su presidente saliente, Jens Weidmann, que por voluntad propia dejará el cargo al concluir el año. El pasado octubre, el índice armonizado de precios de consumo (IAPC) –el indicador estadístico sobre los países de la eurozona y que utiliza el Banco Central Europeo (BCE)– subió ya al 4,6% en Alemania. Con todo, los expertos del Bundesbank estiman que la inflación irá disminuyendo en los primeros meses del 2022, pero que “podría permanecer bastante por encima del 3% durante mucho tiempo”. / María-Paz López. Corresponsal en Berlín