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¿Negociar por fases?

Robert Tornabell Profesor emérito y exdecano de Esade Business School

En cuestiones de gran calado es difícil imaginar que dos partes que tienen posiciones contrarias, como es el caso de la comisión bilateral entre los gobiernos español y catalán, puedan iniciar algún tipo de negociación desde postulados maximalistas.

El lunes empezó por una sabia disposición, pues las dos partes partieron de lo que es más asequible. De repente y fuera de toda agenda tuvimos una gran sorpresa. El vicepresident Jordi Puigneró se reunió con la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y el director de Aena. Los que estaban reunidos en el Ministerio de Política Territorial y Función Pública, entre ellos la consellera Vilagrà, empezaron su primera sesión de negociaciones bilaterales sobre 56 asuntos concretos que el tiempo y la política dejaron que se acumularan. Nadie mencionó que en septiembre empezaría la deseada Mesa de Diálogo entre ambas partes. Muchos creyeron que serían reuniones dentro del marco de la Constitución y el Estado de derecho. Nadie lo puede asegurar.

Existían rumores acerca de los planes para ampliar una de las pistas de El Prat, incluso poniendo en riesgo la laguna de La Ricarda (esencial para la biodiversidad, que es imprescindible para la UE 27). Es la única forma de que Barcelona sea un hub y un competidor internacional para el talento, la innovación y las grandes inversiones. Pero como dijo quien tuvo que negociar las reparaciones de guerra de los que perdieron (J. Maynard Keynes), “lo inevitable nunca ocurre; solo sucede lo inesperado”.

En esa reunión de Madrid alguien prometió 1.700 millones de euros para El Prat. Pero era poco. Los aeropuertos de Reus y de Girona también tendrían acceso por tren de alta velocidad. Por la tarde, y desde la sede de Blanquerna en Madrid, la consellera Vilagrà y el vicepresident Puigneró dieron su rueda de prensa. Quedó muy claro que los cuantiosos fondos Next Generation no van a distribuirse en proporción a datos de demografía o rentas. Él lo dijo textualmente: “No va a ser un café para todos”. A mayor dinamismo, capacidad de emprender y de ser internacional, mayores fondos para digitalizar la economía, para contribuir a la descarbonización y, en definitiva, para crear una economía resiliente y diversificada, que no tenga que sufrir las consecuencias de tener excesivos activos dedicados al turismo internacional en vez de tenerlos en la industria digital.

Es imposible aventurar una cierta conllevancia, como la que recomendó el filósofo José Ortega y Gasset. El derecho a la autodeterminación y un referéndum pactado destacaron en la rueda de prensa del vicepresidente Jordi Puigneró.