Ya en agosto del 2020, la profesora Mariana Mazzucato presentaba su trabajo Mission Italia. Investment, Innovation and Imagination. A Report for the Italian government. Tal como ya había hecho para la Comisión Europea, el trabajo de la profesora Mazzucato, especialista en economía de la innovación, se centraba en la utilización del concepto de misión como herramienta para guiar el proceso de recuperación post pandemia de Italia hacia un nuevo renacimiento económico y social.
Aunque se ha abusado mucho del término, el concepto de misión, inspirado en el proceso que llevó a EE.UU. a ser los primeros en poner a un hombre en la luna en 1969, se tiene que entender como una herramienta para generar transformaciones orientadas a solucionar retos cruciales desde el punto de vista social, medioambiental o tecnológico, mediante un proceso basado en la fijación de objetivos mesurables y en la involucración del sector público, el sector privado y los ciudadanos.
No solo se trata de intentar que la economía vuelva a crecer lo antes posible, sino de orientar este esperado crecimiento hacia donde queremos como sociedad.
Dicho de otra manera, siguiendo la metodología propuesta, tendríamos que definir de forma consensuada qué sociedad queremos ser en el medio plazo y fijar misiones que nos impulsen a avanzar hacia este propósito. Por naturaleza, estas misiones no pueden ser centenares sino que, para poner una cifra, no tendrían que llegar a la decena y tendrían que estar relacionadas directamente con los grandes retos que tenemos como sociedad.
Otra característica del concepto es que las misiones son transectoriales. Es decir, no se trata de ver qué sectores de la economía tenemos que salvar sino qué retos o problemas son prioritarios y cómo los queremos abordar. En las soluciones a estos retos se tendrán que involucrar e interactuar entre ellos múltiples sectores de actividad económica.
Una misión, por ejemplo, sería tener en el 2030 “n” ciudades neutrales desde el punto de vista de las emisiones. La consecución de una misión como esta implica sectores como la construcción, los materiales, la energía, la movilidad y la logística, el comercio y la alimentación de proximidad, el turismo, el sector social, entre otros, y requiere del compromiso de empresas, administraciones y ciudadanos.
Por otra parte, Europa ya ha insistido en los necesarios marcos de referencia para estas misiones. La sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático, la digitalización, la industria basada en el conocimiento y la efectividad y resiliencia del sistema de salud son ejes estratégicos en los cuales encajar las citadas misiones.
Me cuesta imaginar una situación en la que la fijación de esta hoja de ruta sea más necesaria. Los estragos de la pandemia están adquiriendo dimensiones extraordinarias en la salud, la economía, la equidad social, la cultura... pero, por otra parte, en breve empezaremos a disponer de importantes recursos para financiar la tan esperada y necesaria recuperación.
Aunque los detalles sobre estos recursos se van conociendo muy poco a poco, la preocupación sobre si seremos capaces de gastarlos y el llamamiento a la generación de proyectos ha sido la tónica general. Se ha hecho y todavía se está haciendo un intenso ejercicio de planteamiento de proyectos, algunos del todo consistentes y con capacidad transformadora y otros sin ninguna de estas características.
Desgraciadamente este proceso carece, por el momento, de una necesaria visión de conjunto y de la indispensable coordinación y liderazgo.
Aunque la coyuntura actual es especialmente compleja desde muchos puntos de vista, es indispensable y urgente innovar también en políticas, haciendo decididamente las políticas científicas, tecnológicas, industriales y sociales necesarias, en el marco de una visión estratégica y holística de país, que nos permita poner las bases para una recuperación sólida, equitativa y sostenible.
La definición de misiones de país puede ser un marco de referencia para hacerlo. Tenemos el talento, la iniciativa, las instituciones, las empresas y parece que también tendremos los recursos. ¿Tendremos la visión estratégica y el liderazgo para no dejar escapar esta oportunidad?