Excavando
Hacía mucho tiempo que no pasaba por las excavaciones de Catalina, ya saben, aquella isla del archipiélago Patreuro, situado entre el Océano Atlético y el mar Intermediario, en la que hace 3.000 años hubo una civilización. Quería hablar con el profesor Onesone, el americano que dirige la excavación, antes de que se fuese pasar las fiestas de Navidad y, para los americanos, Año Nuevo.
Lo encontré muy preocupado con el presidente Trump. En su universidad le habían dicho que todo lo que no fuese estudiar la historia de América no era importante en opinión de Trump, y no debía financiarse con fondos americanos. Para Onesone, los cientos de niños americanos, pero también de otros países, porque su universidad era muy internacional, que habían pasado por las excavaciones de Catalina viniendo a España de intercambio entre su universidad americana y universidades españolas, habían salido muy contentos de pasar un tiempo en Barcelona, pero, sobre todo, de contribuir a descubrir lo que ocurrió en Europa hace 3.000 años.
Me enseñó el último mosaico que habían limpiado. Se veía al rey de la isla Catalina en un rincón del mosaico. El rey Updemountain seguía en otra isla y parecía establecido en un palacio allí porque al profesor Onesone ya le había salido así en otros mosaicos. No entendía nada. ¿Cómo es posible que el rey de una isla esté viviendo en una isla de otro imperio que tiene su idioma y cultura distintos? Además para dirigir Catalina desde allí tenía que enviar a sus alféreces recorriendo a caballo la distancia importante entre las dos islas. Al profesor le llenaba también de confusión que en Catalina parecía que se hubiese establecido otro rey, Torrano I, y todo esto pasando olímpicamente del emperador del Archipiélago Patreuro, Pietro Sanchano, y de sus reyes y visires.
Afortunadamente, los escribas, usureros, filósofos, mercaderes, artesanos, profetas, curanderos catalinos seguían dedicándose a lo suyo aunque los curanderos y los filósofos que en un alto porcentaje recibían buena parte de sus piastras del imperio Patreuro (que entregaba esas piastras a Catalina) se sorprendieron al ver reducida la aportación y organizaron una protesta impidiendo el paso de carros y caballos en algunos lugares de Patreuro. Los soldados patreuros robaban piastras a los habitantes del archipiélago y con esto, aparte de proporcionar una buena vida al emperador, reyes y visires de las islas de Patreuro, entregaban piastras a los filósofos y a los escribas que enseñaban a los niños a pensar y escribir y a los curanderos para que atendiesen a los esclavos catalinos que estaban libres y por tanto sin un amo que los cuidase.
El profesor Onesone no entendía por qué los gobiernos de Patreuro y de Catalina, que habían robado a sus ciudadanos como siempre, pagaban menos piastras a escribas, filósofos y curanderos. Finalmente, Onesone había encontrado un mosaico en el que parece que hace 3.000 años ya se pudo llegar a un acuerdo razonable para escribas, filósofos y curanderos.
El profesor Onesone había evitado limpiar mosaicos en los que apareciese la Nueva Ruta de la Seda que demostraba cómo hace 3.000 años mercaderes y artesanos chinos ya vendían productos en Patreuro y en el resto de archipiélagos que luego se fueron uniendo y dieron lugar a Europa. Parece que estos mercaderes que hacían un largo recorrido con sus camellos eran bien recibidos en el Archipiélago Patreuro y en la isla Catalina donde se valoraban bien los ropajes de seda que vendían por pocas piastras. El profesor Onesone estaba muy preocupado porque la divulgación de estas cosas no gustaría a Trump, que seguro que se
enteraría y haría que lo echaran. No tendría sentido para Trump que un profesor americano demostrase que hace 3.000 años chinos y catalinos tenían ya una civilización.