Dinamarca se prepara para dar un paso decisivo hacia la eliminación del dinero en efectivo. El Gobierno anunció hace pocos días su intención de liberar a una parte de los comercios de la obligación de tener que admitir monedas y billetes. En concreto, a partir de enero del 2016, las tiendas de ropa, gasolineras y restaurantes podrán obligar a sus clientes a pagar exclusivamente con tarjeta o a través del teléfono móvil, dejando con las manos vacías a los que sólo tengan suelto.
De momento, quedarán excluidos los supermercados y las farmacias y oficinas de correos, entre otros, que sí deberán seguir aceptando el pago con dinero físico. Además, antes de entrar en vigor, la nueva norma deberá obtener el visto bueno del Parlamento. Un trámite, sin embargo, que no debería encontrar especiales obstáculos dada la alta popularidad del pago electrónico en Dinamarca.
Según datos del año pasado, sólo el 25% de las compras que se lleva a cabo en este país se realiza en metálico, a lo que se añade el uso cada vez más generalizado del móvil para realizar cualquier tipo de compra.
Casi un tercio de la población ya utiliza esta avanzada forma de pago gracias a la rápida implantación que ha tenido en estos últimos años la aplicación MobilePay del Danske Bank, el principal banco del país. Un mecanismo que acorta y simplifica el proceso de compraventa hasta el extremo. La tendencia es tal, que el Banco Central del país ha dejado de producir billetes y monedas. Tareas que, a partir de finales del 2016, asumirán en cantidades mucho menores empresas subcontratadas. De este modo, el organismo prevé ahorrar unos 100 millones de coronas (unos 13,4 millones de euros) hasta el 2020.
La mayor eficiencia económica es también el principal argumento utilizado por el Gobierno de centro-izquierda para justificar su nueva propuesta, dentro del nuevo paquete de medidas para potenciar el crecimiento presentado a pocos meses de las elecciones de septiembre. La paulatina eliminación del efectivo se ve como una forma eficaz de reducir costes y aumentar la productividad. Sus defensores también destacan que es un modo de evitar robos indeseados y reducir las posibilidades de evasión fiscal y corrupción.
En el Norte de Europa, Dinamarca no es una excepción. Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia son otros de los países que más están avanzando hacia la eliminación del efectivo. En todos ellos, los ciudadanos están acostumbrados a pagar con tarjeta hasta los artículos más pequeños y baratos, como chicles o snacks. Algunas sucursales bancarias, incluso, han dejado de distribuir billetes. En ciudades como Copenhague o Estocolmo, por ejemplo, las máquinas para comprar tarjetas de metro o autobús tampoco admiten metálico.
Pero los detractores de este cambio señalan que la desaparición del dinero físico podría perjudicar a los colectivos más desfavorecidos, como personas sin recursos e indigentes. Por otro lado, los hackers y riesgos de seguridad informática son otras de las amenazas.