El colchón

Opinión

El colchón
Escritor y economista. Profesor asociado de Esade

La pasada semana supimos que se ha registrado un récord de beneficios en las empresas españolas cotizadas, alcanzando 73.112 millones de euros el pasado año, un 20,8% más. La pequeña y mediana empresa también cerró un año positivo en resultados. Una de las decisiones que toda empresa y empresario debe tomar cuando hay beneficios es a qué destinarlos. ¿Dividendos? ¿Reinversiones? ¿Nuevas inversiones? ¿Diversificación? ¿Internacionalización?

Siempre he creído en la prudencia como una virtud, no solo personal, sino también profesional. Esa frase manida de guardar dinero bajo el colchón o disponer de un colchón refleja muy bien esta actitud. Las empresas se gestionan mucho mejor con colchón, en general. Pero es que, además, ese colchón se convierte en imprescindible cuando hay incertidumbre en el entorno. Los cambios del entorno social, económico o geopolítico suelen tener dos naturalezas: graduales o abruptos. Los cambios graduales son resultado de un entorno apaciguado. Los abruptos se producen cuando el río anda revuelto. Y en estos momentos, el río no está solo agitado. Es imprevisible. La irrupción de Trump en escena, su acercamiento a Rusia, su alejamiento de Europa, su planteamiento arancelario, así como una política interna de reducción de déficit se traducen en unos niveles de incertidumbre enormes.

Paneles del Ibex, en el Palacio de la Bolsa de Madrid, a 9 de enero de 2024, en Madrid (España). El Ibex 35 registraba al mediodía de este jueves, 9 de enero, un alza de un 0,5%, hasta situarse en los 11.857,1 puntos, en una jornada en la que Wall Street permanecerá cerrado por el luto del expresidente de los Estados Unidos Jimmy Carter.

Vista de la Bolsa de Madrid

Eduardo Parra / Europa Press

En estas situaciones, las empresas necesitan hacer caja, fortalecerse financieramente. Toda adaptación, al alza o a la baja, precisa de dinero. Hay que tener, más que nunca, recursos para maniobrar porque va a ser necesario corregir decisiones sí o sí en los próximos meses. No estoy hablando de despidos o reestructuraciones. No se trata necesariamente de eso. Sino de que hay que disponer de los recursos para resistir situaciones transitoriamente adversas o para sostener la estructura mientras, a tenor de cómo avancen los acontecimientos, se redefine la estrategia o los objetivos empresariales.

Las personas y las organizaciones no suelen arruinarse por falta de patrimonio o activos, sino por falta de liquidez. Una empresa con reservas es una empresa fuerte, resistente y resiliente. El dividendo es necesario y forma parte de la lógica empresarial, pero el cálculo de este tras años de bonanza no puede ni debe hacerse mirando al pujante pasado, sino a la naturaleza del futuro que se avecina. La incertidumbre debe ser, siempre, el termómetro del reparto de dividendos. Hay empresas a las que, sistemáticamente, se las tiene ordeñadas como vacas. Sacando leche ahora sí y ahora también. No es momento de vacas lecheras, sino de colchones. Si luego no era para tanto, siempre habrá tiempo de repartir.

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