Una nueva ocasión perdida por culpa de la corrupción

Análisis | Política económica

El buen momento que vive la economía española no está siendo aprovechado para cambiar nuestro modelo productivo. Algo huele a podrido, aunque aún no se sabe a ciencia cierta qué está sucediendo. El año que está a punto de terminar se ha convertido en un annus horribilis para los socialistas. Un periodo que de alguna manera recuerda la última etapa en el poder de Felipe González, cuando los casos de corrupción y la crisis institucional estallaban como en un campo de minas. Es posible que Alberto Núñez Feijóo esté haciendo una oposición excesivamente dura y que esté abusando de los asuntos judiciales que acosan al poder ejecutivo: casos Koldo, Ábalos, Aldama, Begoña, David Sánchez y toda una ristra de imputaciones sobre presuntos casos de corrupción que podrían implicar a media docena de ministros y altos cargos del PSOE, según las acusaciones del empresario Víctor de Aldama ante el juez . Es cierto que estas acusaciones no van acompañadas por pruebas concluyentes o que estas son muy débiles.

La reacción de los socialistas es comparable con la que se produjo cuando se acusó a Jordi Pujol de cobrar sobornos del 3% a cambio de licencias a las constructoras; o a la que tuvieron los populares de Mariano Rajoy con el caso Gürtel. Primero se niegan todas las acusaciones; después se asegura que existe una campaña orquestada contra ellos; a continuación se acusa a jueces, fiscales y policía de acosarles; y, por último, se descalifica a los medios que no les son afines de mentir. La estrategia siempre es la misma hasta que hay una sentencia en firme en uno u otro sentido.

Reformas estructurales

Gobierno y oposición deberían aprovechar este momento dulce para sanear unas cuentas públicas excesivamente endeudadas

En cualquier caso, el resultado de este clima de enfrentamiento y sospecha generalizada de los políticos es un debilitamiento de las instituciones. La política económica, fiscal y social son la más afectadas, como pone de manifiesto la ausencia de presupuestos. El 1 de enero habrá que prorrogar los del 2022, que fueron los últimos que aprobó el Parlamento, institución creada para tal fin. Es cierto que la economía tiene los resortes necesarios para funcionar sin haber aprobado los presupuestos, como ha recordado el gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá. El problema es que el Gobierno se quedaría sin fuerza moral ni política para adoptar las reformas estructurales que el país necesita. Por una serie de razones coyunturales la economía española va bien, pero este crecimiento no es sostenible en el tiempo. Los tres motores que la impulsan son la masiva llegada de emigrantes; la buena campaña turística con más de 95 millones de visitantes y 130.000 millones de ingresos; y el chorro de ayudas europeas para impulsar un cambio de modelo productivo. Pero estos tres factores pueden griparse en el futuro ante un cambio de coyuntura.

Gobierno y oposición deberían aprovechar este momento dulce para sanear unas cuentas públicas excesivamente endeudadas; para afrontar la crisis industrial del país; y para poner en marcha de una vez un modelo económico en base al cambio tecnológico y medioambiental que ponga fin a la baja productividad. De no hacerlo, el crecimiento actual será pan para hoy y hambre para mañana. El temor a que los casos de corrupción que la justicia investiga hagan caer al Gobierno de Sánchez le han convertido en presa de la pinza que le están haciendo Podemos y Junts y que le mantiene atenazado. Lo lógico es pensar que la legislatura se agotará, siempre que Ábalos no confiese que existía una trama corrupta en el Ministerio de Transportes para financiar al PSOE, y esto no va a suceder.

El exministro y ex secretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos comparece este lunes ante la comisión de investigación del caso Koldo del Senado.

El exministro Ábalos

Dani Duch
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